Galicia ocupa calles contra Ley de Depredación que deja indefensa la tierra frente a los intereses industriales

Miles de personas inundaron las calles de Santiago de Compostela (Galicia, Estado Español), el pasado domingo 22 de octubre, para protestar contra la que se conoce como Ley de Depredación de Galicia (Ley de Fomento de la Implantación de Iniciativas Empresariales). La convocatoria fue impulsada por una plataforma de organizaciones y colectivos entre los que se encontraba el Sindicato Labrego Galego (SLG), que forma parte de La Vía Campesina.

Esta ley fue aprobada por el Parlamento de Galicia el pasado 19 de octubre, con los votos de la mayoría absoluta del Partido Popular (neoliberal). El motivo principal de la fuerte contestación social suscitada por esta polémica ley es que debilita o elimina muchas herramientas de las que, hasta ahora, se valía la sociedad civil para defenderse de proyectos empresariales nocivos y agresivos con el territorio y el medio ambiente. De esta manera, la Ley de Depredación de Galicia va a facilitar la implantación de proyectos mineros y extractivos o la construcción de parques eólicos en los montes comunales. La nueva ley también agudizará una agresiva política forestal basada en el monocultivo de eucalipto para abastecer de celulosa a la industria contaminante ENCE, asentada en la Ría de Pontevedra a pesar del fuerte rechazo social que suscita.

En este sentido, y para comprender los temores de los campesinos y campesinas de Galicia, hay que tener en cuenta que el monocultivo de eucalipto ocupa 400.000 hectáreas de tierras gallegas, ocupando ilegalmente terrenos agrarios con la complicidad y permisividad de las autoridades, plantándose a escasos metros de núcleos habitados y vías de comunicación sin respetar las distancias establecidas por la normativa y poniendo en riesgo vidas humanas en caso de incendios. Esto último pudimos comprobarlo, tristemente, el fin de semana del 14 y 15 de octubre, cuando una ola de incendios forestales en Galicia se cobró cuatro vidas humanas y arrasó unas 50.000 hectáreas, según estudios de la Universidad de Santiago, y decenas de granjas.

De hecho, este acaparamiento de tierras en aras del monocultivo de eucalipto -desierto verde como lo llaman nuestros hermanos y nuestras hermanas Sin Tierra de Brasil- ha llevado a Galicia a ocupar uno de los últimos puestos en el ranking de tierra agraria en Europa: mientras que en países como Alemania o Francia, la tierra agraria ocupa alrededor del 40% del territorio, en Galicia sólo un 20% de las tierras se destinan a la producción de alimentos. Con estos datos, no es de extrañar que uno de los principales obstáculos con que se encuentran los campesinos y campesinas de Galicia a la hora de hacer rentable su trabajo es el acceso a más base territorial para sus granjas.

Otro temor es que varios proyectos mineros que atentaban contra la continuidad de miles de granjas y personas que viven en el rural gallego, y que fueron paralizados gracias a la lucha del Sindicato Labrego Galego, se reactiven ahora al amparo de la Ley de Depredación.

Sin duda alguna, esta nueva ley, que lo único que hace es desregular, va a traer un aumento de los conflictos por la tierra en Galicia y de las agresiones contra los campesinos y campesinas que lo único que quieren hacer es producir alimentos y vivir dignamente de su trabajo.