Feminismo Campesino y Popular – Debate Asamblea Mujeres Cloc
VI Congreso de la Cloc- Vía Campesina- Propuesta de texto para el debate en la Asamblea de Mujeres.
El acumulo organizativo y político de las mujeres en los movimientos sociales del campo a nivel internacional ha contribuido a la construcción de un Feminismo con una perspectiva campesina y popular. El desafío de construcción de nuevas relaciones de género, ha sumado procesos encaminados a replantear una posición política desde la perspectiva de un movimiento feminista de las trabajadoras, las campesinas, e indígenas y por lo tanto un feminismo articulado con la clase trabajadora.
Reconocemos que hay muchos feminismos y la contribución histórica de los mismos. Sin embargo, nos posicionamos como mujeres feministas, conscientes de que la igualdad sustantiva en las relaciones de género no puede lograrse plenamente en el marco del capitalismo. Luchamos por la destrucción de todas las formas de dominación y explotación de este modelo nefasto.Del mismo modo, sostenemos que en la lucha por construir una nueva sociedad, más allá del capitalismo, se deben abordar las desigualdades de género.
La lucha por la emancipación de la mujer debe ir de la mano de la lucha para acabar con la propiedad privada, por el derecho a la tierra y el territorio, por la reforma agraria, contra las transnacionales, contra los transgénicos, contra los plaguicidas, por el fin de las mineras, etc. Un cambio estructural no es un cambio de poder. Debe ser el portador de una sociedad que necesita ser construida en la realidad objetiva que vivimos, aunque la plena realización del proceso de emancipación sobre otro contexto. Las mujeres experimentan rutinariamente una doble dominación: la explotación de clase y la opresión de género. Y cuando las mujeres participan en la lucha y se organizan en movimientos, ya sea mixtos o de mujeres llevan estas determinaciones socialmente construidas.
En la medida en que toman conciencia de clase y condición de género, las mujeres se dan cuenta de que su contribución histórica ha sido la de confrontar el modelo capitalista y la destrucción radical del modelo patriarcal que subordina a las mujeres mediante la imposición de patrones de comportamiento y el dominio de su cuerpo.
Por eso gritamos: Sin feminismo, no hay Socialismo!
El patriarcado, Relaciones de Género y la Sociedad de Clases
El patriarcado es un sistema estructural de dominación de la propiedad privada y de sociedad de clase. Su desarrollo histórico está vinculado a la ruptura de las relaciones sociales con experiencia en las sociedades primitivas en las que las relaciones de género eran muy diferentes de las que se toman como norma en la sociedad actual.
La apropiación del trabajo ajeno, el enfrentamiento a las formas de cooperación para la supervivencia y el cambio en el lugar prominente que la mujer ocupaba en estas sociedades, eran condiciones fundamentales para la estructuración de la explotación en las sociedades de clases.
Para garantizar la explotación entre las clases, apoyados por una división social del trabajo, era esencial subordinar a las mujeres en relación con los hombres, y especialmente en relación con la sociedad, creando una jerarquía de género que estaba vinculada a la jerarquía social.
La búsqueda por la garantía de la supervivencia paso a ser una tarea individual y no colectiva, la familia fue estructurada como una célula estructural de esta sociedad de clase, ocupándose de las tareas de la vida social que eran desarrolladas en el ámbito privado. El cuidado y la educación de niños y mayores, las comidas que se preparan, la limpieza de la casa, todo pasó a ser “cosa de la mujer”. Por otra parte, las mujeres de la clase trabajadora, siempre trabajaron dentro y fuera de sus casas, en una intensa y extenuante jornada sin la dicotomía entre lo que es público o privado.
Las diferentes relaciones sociales entre las mujeres y los hombres se estandarizaron en un marco ideal para la familia en la que las mujeres se convirtieron en esposas y los hombres en esposos. Para ello hubo un dominio sobre los cuerpos de las mujeres y sobre sus decisiones individuales; el mito de la virginidad, el castigo violento de la infidelidad femenina, la represión sexual, son sólo algunos ejemplos de esta dominación.
Poco a poco algunos rasgos estaban siendo signados a definir lo que significa ser una mujer y ser un hombre. El hombre siempre relacionado a la forzada falta de sensibilidad, la inteligencia, el coraje y la fuerza. Y las mujeres vinculadas a la dependencia, a la belleza, la fragilidad y la enorme capacidad de comprensión infinita.
La construcción social de la subordinación de las mujeres se impuso a través de diferentes formas de dominación y principalmente a través de la violencia, llevada a cabo por los hombres y por el estado, y consentida por toda la sociedad. Todos los días las diversas manifestaciones de la violencia contra la mujer, ya sea física, emocional o psicológica se naturalizan, como si la mujer tuviese que ser castigada para aprender cuál es su lugar en la sociedad.
Las mujeres y los hombres se vieron afectados por la estructura del Patriarcado en diferentes clases de sociedades: primitiva, esclavista, feudal y capitalista. En estos diferentes modos de producción las mujeres estaban siendo obligadas a comportarse con un cierto patrón, que dicta lo que deben sentir, pensar y ser. Las mujeres que se atrevieron a romper este patrón de comportamiento fueron perseguidas y castigadas a través de una caza de brujas intensa que se extendió más allá de la Edad Media y se mantiene hasta hoy en diferentes formas.
En el capitalismo, el patriarcado está vinculado a una sociedad donde todo se convierte en mercancía, incluso las mujeres y sus cuerpos. La histórica división social del trabajo está ligada a una división sexual del trabajo, que expresa la desigualdad de género.
Por lo tanto, las horas de trabajo intenso de las mujeres se expanden para garantizar la explotación del trabajo productivo y reproductivo, fundamental para el capitalismo desde el punto de vista económico, se establece ideológicamente, la invisibilidad de las mujeres. De esta manera, el trabajo dentro de la casa no se considera trabajo sino una extensión natural de ser mujer. Y el trabajo fuera del hogar se paga menos, sólo porque es desarrollado por las mujeres.
Pero las mujeres a lo largo de la historia han ido construyendo formas de resistencia y confrontación al Patriarcado. Y sobre todo las mujeres que trabajan fueron articulando esta lucha con el cuestionamiento del modelo de funcionamiento de las empresas y todas sus expresiones de dominación. Esta construcción de resistencia y lucha, que surge del papel de la mujer, es el Movimiento Feminista Internacional.
La lucha de las mujeres y la construcción del Feminismo Campesino y Popular
Incluso antes del auge del feminismo, las mujeres siempre se indignaron y resistieron a las condiciones de la dominación impuesta por las sociedades de clases. Muchos fueron los procesos de enfrentamiento a esta situación y es de este legado histórico que surge el feminismo.
Como movimiento socio-político, el feminismo aparece a mediados del siglo XIX en medio de las luchas que se desarrollaron en varios países, principalmente en Europa, por la reducción de las horas de trabajo y la mejora de las condiciones laborales. Rápidamente la lucha de las mujeres trabajadoras se vinculó con la lucha socialista, creciendo en ese período.
Con el avance de las luchas de las mujeres por la emancipación, se crearon muchos movimientos feministas, vinculados a diferentes corrientes teóricas y políticas que van desde el feminismo liberal al Feminismo Revolucionario.
La memoria histórica del surgimiento del feminismo ligado a las luchas de la clase obrera ha sido sistemáticamente atacado. Hay un intento de vincular las demandas de las mujeres a una simple agenda de la igualdad de género, capturado fácilmente por la órbita de las denominadas políticas públicas propuestas por el Banco Mundial. O incluso reducir la lucha de las mujeres a una cuestión cultural de la libertad sexual o la mera inversión de los roles de poder en relación con los hombres.
Contrariamente a lo que muchos piensan, el feminismo no es lo contrario del machismo. El machismo es la expresión de la ideología dominante, que se expresa en la dominación y superioridad de los hombres sobre las mujeres. Es un producto directo del Patriarcado. Hombres y mujeres de diferentes maneras, se ven afectados por el Patriarcado y el machismo, y deben luchar por su capacidad de recuperación, entendiendo que en este proceso, el papel de la mujer es fundamental.
Por otro lado, también hay que reconocer que el feminismo, revolucionario, fue restringido durante mucho tiempo a una perspectiva euro céntrica, sin tener en cuenta las realidades de las mujeres en otros países y regiones.
Además, de la lucha revolucionaria y hasta las experiencias socialistas desarrolladas, a menudo se abordó la cuestión de las mujeres como un tema secundario, como si todo se resolviera por la centralidad de la clase. La historia ha demostrado que esto fue un gran error, porque la clase se compone de las diferencias de género, pueblos, étnicas, culturas y generaciones, que deben pensarse de manera radical para pensar su rol en la lucha, cómo participan y cómo están vinculados a un proyecto común de cambio social.
Desde la perspectiva del feminismo de las trabajadoras, y por lo tanto, un feminismo revolucionario, estamos construyendo una reflexión sobre lo que nos atrevemos a llamar feminismo Campesino y Popular.
Sus cimientos se estructuran a partir de un análisis de la realidad actual del campo a nivel internacional, que identifica algunos elementos que son comunes en todas partes: la apropiación de los bienes naturales por el capital, la apropiación de la agricultura por parte de los comodities, la actuación de las transnacionales en ramas estratégicas del agronegocio, la minería y la energía hidroeléctrica y un fuerte aparato estatal, de la mayoría de los gobiernos para subsidiar al capital, con inversiones y mayor financiamiento público.
Esto ha provocado un aumento de la violencia contra las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, con desalojos, amenazas, asesinatos y persecución. Una enorme pérdida de biodiversidad, la soberanía y el control de las semillas, de los alimentos. Además de impedir cualquier proceso de democratización del acceso a la tierra, como la reforma agraria.
Además del análisis común, las mujeres han desarrollado un proceso de resistencia y lucha contra este modelo, explicando los impactos del capital en la vida de las mujeres y sus comunidades. La máxima expresión de esto ocurre en las acciones del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, como la acción liderada por las mujeres de la CLOC – La Vía Campesina – Brasil en 2006 con la destrucción de plantines de eucalipto de una empresa de celulosa “Eucalipto de Aracruz”. En cada jornada de lucha se revela una cotidianeidad marcada por la explotación de clase y también las marcas de este patriarcado en toda la sociedad, incluyendo en el campo.
Lo acumulado hasta el momento
Durante más de 20 años de construcción de la CLOC-La Vía Campesina como vimos anteriormente, las mujeres han participado activamente de su construcción y esa acción política es la que ha garantizado su protagonismo, creando las condiciones que nos permitieron llevar el debate del feminismo a todo el Movimiento y la construcción en marcha de una concepción del Feminismo Campesino y Popular.
Este largo período está marcado en por la ofensiva del modelo neoliberal, el avance de las transnacionales en la agricultura, así como el saqueo de los recursos naturales, que son bienes comunes en lucha permanente.
Por otro lado, la sabiduría política de construcción de una fuerte articulación de las mujeres dentro del movimiento continental e internacional como un todo, el fortalecimiento de la lucha, la organización social y política, la solidaridad de clase, el internacionalismo y la construcción de alianzas con una perspectiva de construcción de otro proyecto de sociedad y de campo, que se opone radicalmente al modelo capitalista, patriarcal y del agronegocio. Asimismo podemos afirmar que desde el inicio, posicionamos el debate de género y feminista desde una perspectiva de clase y en la lucha de clases.
A pesar de las contradicciones, los conflictos y los límites, es innegable que hemos dado pasos firmes para caminar:
– Evidenciando la necesidad de profundizar el debate/ estudio del socialismo y del feminismo como proyecto político de la clase trabajadora, del campo y la ciudad;
– Aprendiendo que las luchas forman la conciencia, que la participación es necesaria, sin embargo el protagonismo de las mujeres es condición para cambiar la realidad.
– Avanzamos en nuestra 1° Asamblea de Mujeres en la conquista de la paridad de género en las instancias de coordinación de la CLOC – Vía Campesina; en la línea política garantizando el 50% de participación de las mujeres en las actividades de formación, seminarios y eventos internacionales. Sabemos que el avance en las concepciones y en las resoluciones políticas y de organización son muy importantes, ya que reflejan el proceso de acumulación, además de ejercer una presión interna para su cumplimiento. Aunque existan avances, lamentablemente tenemos que decir que todavía existen manifestaciones de machismo dentro de nuestras organizaciones y en la postura y comportamiento de muchos dirigentes.
– En nuestra 2° Asamblea de Mujeres, lanzamos la “Campaña de las Semillas” patrimonio de la humanidad”
– Hemos construido y lanzado la campaña “Basta de violencia contra las mujeres”. Especialmente la violencia doméstica, es una de las principales formas de violación de los derechos humanos de las mujeres. Afecta su salud, e integridad física, emocional y patrimonial. Como si no bastase la violencia de clase y de los latifundios, la falta de tierra y de condiciones para permanecer en el campo, que afecta en mayor intensidad a las mujeres campesinas, ellas también deben soportar la violencia dentro de su propio hogar, en la familia y la comunidad, e incluso en las organizaciones. Sin duda ésta es una de las campañas más arriesgadas y difíciles.
– Hemos determinado que esto no debería ser una campaña sólo de las mujeres, debe ser una campaña asumida por todas y todos contribuyendo así a organizar una ofensiva contra la cultura patriarcal de nuestras sociedades y, por supuesto, en nuestras organizaciones.
– Si no hacemos frente a la violencia, no avanzaremos en nuestras luchas y si no construimos nuevas relaciones de género, no podremos construir una nueva sociedad. En este sentido, la campaña es el primer paso de un largo camino.
– Los avances y desafíos vivenciados por las mujeres de la CLOC-LVC han sido debatidos en muchos espacios a lo largo de los años, pero fue en la IV Asamblea Latinoamericana de las Mujeres del Campo en 2010, Quito-Ecuador en la que profundizamos el análisis sobre la perspectiva feminista dentro del Movimiento Campesino al afirmar que “Sin feminismo, no hay socialismo”. La declaración final sintetiza: “… La propuesta feminista contribuirá a definir los cambios socialistas que soñamos, para eso lucharemos hasta que las fuerzas combinadas del capitalismo y el patriarcado sean parte del pasado.”
– Queremos relaciones entre seres humanos construidas entre iguales. La construcción de una experiencia solidaria entre los diferentes pueblos y culturas, descolonizada, sin machismo ni racismo. Una región y un mundo libres de todas las formas de violencia, ya sea sexista, patriarcal y con una reforma agraria integral que garantice el acceso eficaz de las mujeres a la tierra”.
– Afirmamos a todo el movimiento de la CLOC-LVC que cualquier lucha construida sin la participación efectiva de las mujeres es una lucha por la mitad. Asumimos el feminismo como movimiento político, que nos permite avanzar en la lucha por la emancipación de la humanidad.
¡Sin feminismo, no hay socialismo!
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