Dominicanas reclaman indulto para domestica sancionada por ajuticiamento de un maltratador

Puesta A Prueba La Justicia Dominicana Frente A La Violencia De Genero
La muerte en el 2003 de un acaudalado negociante, dedicado a la extracción y comercialización de arena, individuo en extremo violento y abusador, ha mantenido en continua zozobra a dos mujeres dominicanas, Miriam Brito quien fuera esposa del individuo y madre de 4 de sus hijos, y la doméstica de la familia, Deidania Gonzàlez, acusadas de haber ultimado al hombre.
 
Las mujeres habían sido sancionadas a 20 y 30 años. En diciembre pasado el Presidente de la República aceptó el reclamo del movimiento de mujeres e indultó a Miriam Brito mientras que Deidania, en libertad luego de un recurso de habeas corpus por ser madre de un bebé que necesitaba ser amamantado, se mantenía en su casa de Azua, a unas 3 horas de Santo Domingo, donde atiende a 5 hijos. La semana pasada por la televisión se enteró ella de que la daban por prófuga. Acudió a la justicia – acompañada por una periodista investigadora prominente: Nuria Piera – y ahora se halla en prisión.
 
La historia, así de lineal, enmascara la retahíla de atropellos que sufrieron esas congéneres por parte del hombre ultimado, y el caso omiso que le hicieron las autoridades judiciales de la provincia de San Cristóbal, 80 kilómetros al oeste de la capital, donde Miriam Brito presentó en el curso de 18 años ¡117 querellas! por violencia, ninguna de las cuales fue atendida.

¿Qué clase de individuo era el arenero José Castro?: "Por sus frutos los conoceréis…", dice el versículo bíblico. Idea válida  En una carta a las otras madres dominicanas que Miriam Brito dio a conocer en el 2004 ella relataba:

"He vivido momentos terribles, que ustedes, como madres comprenderán muy bien. Los más difíciles, si algunos pudieran calificarse así, ocurrieron cuando Joselito (José Castro) rompió a patadas la dentadura de nuestra hija Yuleisy, de 10 años; cuando encerró con los ojos vendados a Ariel y José,   junto a los perros en una jaula de hierro; cuando rompió los brazos a José Manuel. No tengo palabras ni lágrimas para recordar mi angustia cuando les disparó balazos a nuestros hijos mayores que, por fortuna sólo rozaron la cabeza de Ariel.
 
Muchas veces presenté querellas, busqué apoyo, me dirigí a personas influyentes y me sentí sola. Sin embargo, jamás me arrepentiré de haber regresado una y otra vez al lado de mis hijos después de haber huido de las golpizas, humillaciones y malos tratos. En cada caso pensé que no podía salvarme sola, que prefería morir, si tuviere que morir, junto a mis cuatro hijos que son mi responsabilidad. Y a pesar de todo esto nunca intenté terminar con la vida del señor José Castro.
 
Aún ahora, en estas circunstancias, en que me condenan sin razones, no quiero imaginarme que mis muchachitos y muchachitas vayan a vivir con otras personas, algunas de las cuales sabiendo lo que pasaba en mi hogar se hacían ciegos y sordos ante nuestra tragedia terrible".
 
Pero eso no era todo: ese hombre lanzó a su propia mujer de un primer piso; la golpeó repetidamente, la humilló hasta a saciedad y aun a la doméstica intentó violarla. Esta, solidaria, compartió las cuitas de Miriam y aunque nunca se presentaron pruebas fehacientes, habría sido quien lo ajustició.

Pero las autoridades que 117 veces ignoró los reclamos de MIriam, se lanzó sobre ellas con saña mientras que el movimiento de mujeres puso en tensión sus fuerzas desde el primer momento de conocerse los hechos, durante 4 largos años, apeló al presidente Leonel Fernández y ahora se moviliza para liberar a Deidania y que ésta sea indultada.
 
Tras la odisea de ambas están los intereses de la familia del arenero que han pretendido despojar a Miriam Brito y sus hijas e hijos  de todos los bienes adquiridos durante la vida en familia.
 
Deidania González, de 32 años,  madre de hijos a hijas pequeños, ha asumido su internamiento en prisión sin rebeldías y –según un diario –  dispuesta a aprovechar ese tiempo para estudiar: ella que todo el tiempo ha trabajado como doméstica, ha decidido hacer algo más por sí misma después de tanto sufrimiento.
 
Sufrimientos invisibles de las maltratadas

No faltan sin embargo criterios encontrados desde los medios de comunicación: hay quienes entienden que las dos mujeres – si realmente ultimaron al bárbaro abusador quien, por demás, tenía muchos enemigos – merecerían un trofeo en lugar de una sanción. Y también quienes consideran que si Deidania fue la autora material del ajusticiamiento, que esas fuentes califican como "crimen", tiene que cumplir sanción porque se trataba de un ser humano muerto.
 
La colega Grisbel Medina, desde Listin Diario, el periódico más antiguo del país, ha puesto los puntos sobre las íes
"No lo dudo. José Castro, el arenero que durante 20 años hirió la piel, alma e hijos de Miriam Brito, sí, la indultada, era un ser humano. Castro era un hombre "recto" que siempre procuró satisfacer las necesidades de su familia, según sus hermanos.

No lo dudo. Castro fue pobre y con trabajo levantó una empresa-fortuna que le sirvió para gratificar periodistas, cancelar fiscales y ser contribuyente del partido de gobierno. El mismo Castro, arenero defendido porque "era un ser humano", burló 117 querellas de violencia doméstica, abuso del vejamen ejercido durante dos décadas contra una familia, la suya, que hasta hoy no contaba.

Me sorprende leer que Castro fue asesinado porque "alegadamente" maltrataba a su esposa Miriam. Nadie tiene derecho a matar a nadie. Pero sobran evidencias que comprueban que "el ser humano" ató a uno de sus hijos con el perro, tiró a otro de un segundo nivel, regalaba palizas a trocha y mocha, a una hija le arrancó los dientes, a otro lo enterró y golpeó con pala, sin obviar las torturas y violaciones a Miriam, mientras la justicia la ignoraba o se hacía la dormida.

"Mira qué bien, el Presidente indultó a la mujer que mató el marido", dijo otro "humano" para quien Miriam, esa mujer, no cuenta. Ella huyó decenas de veces del martirio y, al final, el poder de Castro la alcanzaba. El país supo de Miriam Brito cuando el "humano" arenero expiró.

Hasta ese momento, nadie escuchó ni le importaban sus angustias. Al verla presa, acusada de asesinato, creímos entonces que detrás de su verja, un demonio la torturaba. Similar escena la de Dolfi A. González. Supimos de su infierno cuando el marido, quien se creía su dueño, le cortó las manos. El hombre fue sancionado a 20 años como lo reportó SEMLac en su momento.

Para la mayoría, los sufrimientos de mujeres son invisibles hasta sembrar la próxima cruz. Con Miriam, al invertirse los papeles, patalea una parte del país. No dudo que los defensores del "humano" preferían contar una muerta más".

Esta situación que no es  ni mucho menos la única en que el movimiento de mujeres ha acompañado a las violentadas debe tener un colofón positivo para la justicia de la justicia.

La Confederación de Mujeres del Campo (CONAMUCA) que impulsó con toda energía las acciones precedentes al indulto de Miriam, emitió en estos días una declaración donde reconoce al Presidente de la República Dominicana y a las fuerzas sociales que apoyaron esa causa. Anticipan que ahora trabajarán en apoyo a Deidania González y ratifica las advertencias necesarias, luego de reconocer que ese indulto significa un alto a la violencia:
"Hoy felizmente Miriam Brito cuenta con vida y, aun con problemas por las secuelas físicas y sicológicas puede reunirse con sus hijos e hijas y tratar de encaminar su familia con la ayuda de todos y todas. Pero CONAMUCA y el país   se preguntan ¿ Cuantas vidas habrán costado actitudes similares de los aparatos del Estado frente a hechos y denuncias de las mismas naturaleza?".
 
-Mirta Rodríguez Calderón