Carta de las Madres sin Tierra

Hablamos a los hijos y hijas de la tierra, de todas las naciones. A los que no han sido invitados para el banquete. A los que esperan hace siglos en la fila de la história. No seremos espectadoras de una película, esperando la luz se apagar. Es tiempo de creer en la posibilidad de vencer el dolor. Nos levantamos con las madres que pierden sus hijos y hijas en las guerras, en las matanzas urbanas, en el cañón del fusil, en los campos de concentración, en los actos de femicidios, genocidios, en la violencia domestica, en las persecuciones políticas, en los alambrados. Nos levantamos con las madres que pierden sus hijos y hijas por no tener la leche, el pan, la tierra, el acceso a los conocimientos acumulados por la humanidad. Nos levantamos con las madres que deambulan con sus hijos y hijas en busca de un mundo nuevo. Nos levantamos para clamar justicia social y dignidad!

Erguimos nuestras manos, nuestras azadas, nuestras hoces y nuestras conciencias para convocar todas las mujeres trabajadoras del mundo para que nos unamos contra los explotadores de la tierra, de la vida, de nuestra fuerza de trabajo, de nuestros cuerpos.

Nos dirigimos a los que se dicen señores del mundo. No queremos ni pedimos su permiso para romper alambrados y sembrar flores y sueños. No les hablaremos palabras dudosas. Estamos en lucha por la tierra, el agua, en defensa de las semillas y de la biodiversidad, por el derecho de decidir sobre nuestras vidas, nuestros alimentos, por el derecho al trabajo, por nuestro futuro y por la solidariedad entre los pueblos.

El “desarrollo y la modernidad” avanzan sobre el mundo y abren heridas. En su nombre son otorgadas leyes que colocan en peligro la humanidad. Contra el desierto verde y la desesperanza rompimos el silencio y denunciamos el polvo sobre el sueño y la cárcel de las flores. Su modernidad es la de la oscuridad y del hambre, por eso no nos sirve. No se atrevan, señores, a dar un sólo paso adelante.

La manipulación asesina de la biogenética, las monoculturas, el agrocombustible y el agronegocio atentan contra la soberanía alimentaria y la posibilidad de un mundo ecológicamente correcto y socialmente justo. No permitiremos la destruición de la humanidad. Sepan señores, no aceptaremos que asesinen nuestros hijos y hijas sea por la violencia o por falta de comida.

En este día de las madres reafirmamos nuestra determinación en transformar el campo en un espacio de esperanza, de alegría y más que todo, de lucha. En nuestro proyecto, todas las personas tienen derecho a una vida digna, a mejores condiciones de vida, al aroma y perfume de las flores. Queremos transformar el mundo para que sea más justo e igualitario. Y que sean respetados todos los sujetos que de él hacen parte.

Seguiremos sembrando la inquietud revolucionaria por la reforma agraria, por justicia social y por soberanía popular y alimentaria. Esta es nuestra misión, y así deberá ser para todas las madres perseguidas por la violencia del hidro y agronegocio.
A todas las madres del mundo solo nos queda la organización y la lucha. Luchemos incansablemente contra el sistema neoliberal que transforma los alimentos, el agua, la tierra, los conocimientos de los pueblos y el cuerpo de las mujeres en mercancías.
Ha llegado el tiempo de exigir justicia y castigo para los responsables por la explotación, la violencia, el genocidio, las matanzas. Ha llegado el tiempo de edificar nuevos paisajes, nuevos hombres y nuevas mujeres.

Ha llegado el tiempo de vislumbrar el nuevo horizonte. Estamos de pie vigilantes y esculpiendo noche y día la fertilidad y la rebeldía que nacen de las entrañas de la Madre-Tierra.

Viva la madre tierra. Para que vivan las madres de la tierra.

Mayo de 2007
MST – Reforma Agraria: Por Justicia Social y Soberanía Popular!