AÑO 13: El impacto del TLCAN en la agricultura mexicana

Por Víctor M. Quintana S. (Frente Democrático Campesino/Vía Campesina Mexico)

Está transcurriendo el décimo tercer año de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Es el último en el que el sector agrícola mantiene todavía una mínima protección para ciertos productos. Pero a partir del 1 de enero de 2008 entra en vigor la última fase del tratado en materia agropecuaria.  A partir de esa fecha el maíz, el frijol, la leche en polvo y el azúcar de caña que todavía cuentan con un sistema combinado de aranceles y de cupos de importación, estarán totalmente desprotegidos y todos los productos agropecuarios procedentes de cualquiera de los países signatarios del TLCAN podrán ingresar sin ninguna restricción, es decir, sin cupos, sin aranceles, sin permisos previos de importación a cualquiera de esos países.

En esta coyuntura, precisamente, se hace necesario realizar un avance, si no exhaustivo, cuando menos que abarque lo esencial de los impactos del TLCAN en la agricultura mexicana. Antes es muy importante aclarar que el tratado ha de ubicarse dentro todas las medidas de ajuste estructural de la economía mexicana operadas por los gobiernos neoliberales desde 1982. Con toda su importancia y su enorme peso, no puede aislarse del resto de políticas, ni se puede atribuir a él toda la causalidad de las drásticas transformaciones de la agricultura en México.

1. ¿Son menos desiguales nuestras agriculturas?
Desde que se planteó la posibilidad de la firma del TLCAN muchas voces advirtieron de las enormes asimetrías entre las agriculturas de los tres países, sobre todo las de México y de los Estados Unidos. Economistas como José Luis Calva documentaron dichas asimetrías y les hicieron eco diversas organizaciones campesinas y coaliciones civiles. Señalaron que, tanto en la dotación de recursos naturales, como en las condiciones agroclimáticas, en las políticas públicas de fomento, todas estas condicionantes de la producción y de la productividad, había diferencias insalvables entre el sector agrícola de los dos países. ¿Cómo ha cambiado esto luego de trece años de vigencia del TLCAN? ¿son menores las asimetrías entre nuestras agriculturas?

El propio Banco Mundial, reconoce apenas en 2005 que: “Los  incentivos de precios agrícolas siguen en un nivel bajo. Esto es en gran parte resultado de la apertura de la economía, que crece con la presencia del TLCAN, y las condiciones desiguales de competencia que enfrentan los campesinos mexicanos en la mayoría de las cosechas con respecto a sus vecinos del norte, dados los niveles de dotación más deficientes y los extensos programas de subsidios agrícolas que se aplican en Estados Unidos y Canadá” 1

José Luis Calva, con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), muestra cómo durante el quinquenio 1997-2002 cosechamos en México 2.5 toneladas de maíz por hectárea, contra 8.4 en Estados Unidos y 7.2 en Canadá; obtuvimos 635 kilogramos de frijol por hectárea contra 1,859 en Estados Unidos y 1,822 en Canadá, 2

Por otro lado, según datos de la OCDE, en el período 2001-2005, la productividad en granos y oleaginosas en México fue de 2.54 toneladas por hectárea, contra 5.55  tons. en la Unión Europea, 4.96 tons., en los Estados Unidos y 2.54 en Canadá.  3

Según José Luis Calva, citando datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico,(OCDE), en productividad laboral, la brecha es más profunda: en 2003 el valor bruto del producto por trabajador agropecuario fue de 3,678.2 dólares en México, contra 75,148.5 en Estados Unidos y 58,092.5 dólares en Canadá. 4

La productividad, además de la desigual dotación de recursos naturales y a la diversidad agroclimática, se debe en buena parte a las políticas públicas de fomento a la agricultura, de apoyo a la investigación y al desarrollo tecnológico, que se traducen en la política de subsidios y apoyos a la agricultura. En esta política, la brecha entre México y sus socios de América del Norte, lejos de reducirse, se mantuvo igual o se incrementó: el promedio anual  de subsidios agropecuarios durante el período 2000-2005, según datos de la OCDE, fue así: México, 7,575 millones de dólares, Canadá, 6,853 millones, Estados Unidos,  98,215 millones y la Unión Europea, 123,023 millones.5   Para ilustrar más esto, en el período 1998-2000, el indicador de apoyo interno al productor otorgado por el gobierno, en los Estados Unidos ascendió a 20,803 dólares, contra apenas 720 dólares en México, es decir, que el agricultor promedio norteamericano fue apoyado casi 30 veces más que el mexicano.6

Un supuesto básico del TLCAN para el gobierno mexicano era que, dadas las desigualdades evidentes de las agriculturas de los países socios, era necesario incrementar y mejorar la inversión y el gasto público en agricultura, a la vez que incentivar el privado para reducir las asimetrías que ya presentamos. Esto tendría que hacerse antes de la desgravación mayoritaria de las importaciones del sector en 2003 y de la liberación total en 2008. Veamos cómo se han conducido la inversión y el gasto en todos estos años:

Entre el trienio 1980-1982 y el trienio 2001-2003, la inversión y el gasto públicos en fomento agropecuario  disminuyeron 94.7% y 70.7% respectivamente, en términos reales.7

Por otro lado, según una evaluación del TLCAN en agricultura hecha por encargo del gobierno federal el presupuesto de la SAGARPA los primeros diez años de vigencia del tratado experimentó una caída en términos reales: de 49,847 millones de pesos en 1994 a 34,961 en 2004, a pesar de haber mostrado una clara recuperación en 2003.8   Según el mismo estudio, la proporción de la inversión agrícola como porcentaje de la inversión total prácticamente se estancó en los primeros 7 años del tratado: en 1994 representaba el 0.93% de la inversión total, y en 2001, el 0.91%.9

Otro factor  importantísimo para la dinamización de la agricultura y la reducción de las asimetrías con nuestros socios comerciales es el crédito. Pues bien, éste se ha derrumbado casi hasta desaparecer en un momento dado: en 1994, el crédito al sector agropecuario, forestal y pesquero representaba el 5.9 % del total del crédito bancario, para el 2003, solamente el 2.8%.10    Para ese año el crédito en el sector representaba, en términos reales, un 20% de lo que era en 1994, 11

Tan sólo en seis años, el saldo del crédito bancario a la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca, se redujo de 35 mil 658.8 millones de pesos en diciembre de 2000, a 21 mil 238.1 millones en diciembre de 2006, es decir, un 45.512 %.

En conclusión, y para responder a esta primera parte, podemos decir que,  tras de trece años de vigencia del TLCAN, las asimetrías, las desigualdades entre las agriculturas de México y sus socios comerciales de este tratado, lejos de disminuirse, se han acrecentado en la producción, en la productividad, que se agregan a las ya existentes en cuanto a dotación de recursos naturales y diferencias agroclimáticas.  Ahora bien, la inversión, el gasto público, los diferentes tipos de apoyos y subsidios y el volumen de crédito dirigido al sector agropecuario, que es la vía más clara y ordinaria para reducir esas enormes desigualdades, lejos de incrementarse, se disminuyeron drásticamente, tanto si consideramos sólo a México, como si lo comparamos con los Estados Unidos y Canadá.

2. ¿Es más productiva la agricultura mexicana a trece años del TLCAN?
Lo mínimo que puede esperarse de un tratado de tanta envergadura y de todas las políticas gubernamentales de ajuste es que contribuyan a que los diversos sectores de la economía produzcan más a la vez que eleven su productividad. ¿Es este el caso del TLCAN? Veamos:

En cuanto al valor del PIB agropecuario, hay un incremento sostenido desde 1994, año en que importó, 73,373 millones de pesos al 2002, en que llegó a 82,396 millones de pesos, ambas cifras en pesos de 1993. 13

La producción de los principales rubros hortícolas presenta una tendencia claramente ascendente: pasó de un rango de 5,3-5,4 millones de toneladas en el período 1990-1993, a un rango de 7,5-8,2 millones de toneladas en el período 2000-2003. Por su parte, la producción de rubros frutícolas se elevó de un  rango de 9,8-9,7 millones de .toneladas en el período 1990-1993, a uno de 13,4 a 14 millones de toneladas en el período 2000-2003, detonada por la gran actividad exportadora. También resultaron muy dinámicos los rubros pecuarios:
La tasa media anual de crecimiento de las carnes en canal en el período 1994-2004 fue de 3,6%; de 7% para aves, de 3% para leche y de 4,3% para otros productos pecuarios.14   Así, por ejemplo, la producción e huevo casi se duplicó al pasar de un poco más de un millón 200 mil a un millón 900 mil toneladas entre 1994 y 2003; la de carne de pollo casi se duplicó en el período: de un millón cien mil a dos millones cien mil toneladas. 15

Es importante hacer notar, sin embargo, que estas ramas o estas cadenas productivas, sin duda, las más dinámicas desde la vigencia del TLCAN son donde más se concentra la propiedad de empresas trasnacionales o grandes oligopolios nacionales, por ejemplo:  Del Monte y Chiquita en fruticultura y horticultura, Pilgrims Pride y Tyson en carne de pollo, VIZA, en carne de res, Bachoco, en huevo, Lala, en leche,, etc.

El crecimiento de la producción está muy ligado a la dinámica exportadora y al abaratamiento de los insumos pecuarios, en contraste con el sector granos básicos y oleaginosas que desde que entró en vigencia el TLCAN han crecido mucho más modestamente. Así, entre 1994 y 2003, el arroz tuvo una tasa media de crecimiento de 0.2%, el maíz, de 0.8%, el trigo, de 0.4%. El frijol alcanzó un 4.5% y la soya, de 3.5%. Mientras que en el sector pecuario,  la producción avícola creció en un 7.5% anual, el huevo, 4.7%, el ganado porcino, 3.2% y la leche fluida, 3.1%. 16

Sin, embargo, hay que hacer tres observaciones importantes a este crecimiento: la primera, es que, con relación al resto de la economía, el PIB agropecuario creció a tasas menores: entre 1982 y 2005, el PIB nacional creció 2.3  por ciento anual y el sectorial del agro sólo lo hizo en un 1.2. Y de 1994 a 2002, en vigencia del TLCAN, el primero fue de 3.1 y el del agro, únicamente 1.7 por ciento.17

La segunda observación, es que, México presentó uno de los menores ritmos de crecimiento del sector en América Latina durante el período:  de acuerdo con la CEPAL (2004), el PIB agrícola de México en el período aumentó a un ritmo de 1,8% anual, mientras que otros países lograron tasas mayores: Argentina (2,6%), Bolivia (3%) Brasil (3%), Costa Rica (4,1%), Guatemala (2,8%), Perú (5,3%), Chile (4,5%), Guyana (8,8%), y Honduras (2,3), todos ellos, salvo Chile sin ningún tratado de libre comercio con los Estados Unidos.18

La tercera observación plantea algo mucho más preocupante: el sector agropecuario creció en términos absolutos, pero no en lo referente a la producción per cápita. Así, el PIB agropecuario y forestal en el trienio 2001-2003 resultó 11.1% inferior al observado en el trienio 1980-1982. En kilogramos per cápita, la producción de los ocho principales granos se redujo 10.8% en el mismo lapso; la producción per cápita de carnes rojas disminuyó 30.2%; la de litros de leche per cápita se redujo 7.9%; y la producción forestal maderable en decímetros cúbicos per cápita fue 44.2% inferior. 19

Una segunda conclusión es la siguiente: durante el período de vigencia del TLCAN se ha incrementado la producción agropecuaria, sí, pero en un ritmo menor al de otros países de América Latina que no han firmado un tratado semejante, y de manera muy desigual en lo que se refiere a los diferentes producgto:. Han sido muy dinámicos los sectores orientados a la exportación, como las frutas y las hortalizas, o los pecuarios, favorecidos con la mayor producción e importación de forrajes y granos a bajo costo y muy concentrados en su propiedad por trasnacionales u oligopolios mexicanos.. Sin embargo, la producción de granos básicos y oleaginosas, ha crecido a ritmos mucho menores. A resultas de todo ello, la disponibilidad de alimentos básicos per cápita se ha derrumbado. Esto nos lleva a la siguiente pregunta:

3. ¿Ha contribuído el TLCAN a reducir la vulnerabilidad alimentaria y a desarrollar la soberanía alimentaria de México?
Lo mínimo que se le puede pedir a un tratado internacional que se supone busca el progreso de sus signatarios es que en agricultura contribuya a fortalecer la soberanía alimentaria de cada país y que reduzca al mínimo el grado de vulnerabilidad en cuanto al suministro de alimentos básicos. ¿Cuál es el balance que puede hacerse en este aspecto luego de 13 años de vigencia del TLCAN?

Para comenzar, hay que decir que en 2005 las importaciones de productos agrícolas y alimentos representaron el 40% del consumo total nacional , contra 15% de 1982 y 20% de 2004 y para 2008 se prevé que el porcentaje llegará a 50% para pasar a 60% el 2012.20

Según datos de José Luis Calva, la dependencia alimentaria de nuestro país ha alcanzado dimensiones inquietantes: las importaciones de granos básicos (maíz, frijol, trigo y arroz), que en 1985 ascendían a l 16.3% del consumo nacional aparente (CNA), alcanzaron 28.9% del CNA durante el trienio 2004-2006; las importaciones de oleaginosas (soya, cártamo, ajonjolí y semilla de algodón) alcanzaron 91.2% del CNA en el último trienio; las importaciones de carnes de cerdo y res, que en 1985 ascendían apenas a 3.4% del CNA, alcanzaron 26.3% en 2004-2006; y las importaciones agroalimentarias globales, que en 1985 ascendieron a 2 mil 129.4 millones de dólares, alcanzaron los 14 mil 309.9 millones de dólares anuales en el trienio 2004-2006.21

Lo que más preocupa es el disparo de las importaciones de maíz, el grano que constituye el alimento básico de los mexicanos, sobre todo de las familias pobres: entre 1994 y 2006, las importaciones se incrementaron, de 2,505  millones de toneladas a 10,735 millones, es decir, un incremento de 428%.22

En los diferentes tipos de carne también se incrementó la dependencia con respecto a las importaciones del extranjero: entre 1985, y 2004, el porcentaje de cobertura del consumo nacional aparente  carne bovina era apenas de 3.5%, pero para el trienio 2002-2004, ya era de 22%. Las importaciones de leche pasaron en el mismo período de 2% del consumo nacional aparente, a 13% y ahora las de cerdo equivalen al 55% de ese consumo.23

Así, el  volumen de divisas que México gasta importando del extranjero, sobre todo de los Estados Unidos, alimentos que aquí se pueden producir, se ha disparado: según datos del INEGI,  entre 1995 y 1999 ingresaron al país productos alimenticios por un valor de 29 mil 559 millones de dólares. Pero entre 2001 y 2005, la dependencia alimentaria se disparó y el país gastó 49 mil 547 millones de dólares.24

Además de que este nivel de importaciones agrava nuestra vulnerabilidad y obstaculiza nuestra soberanía alimentaria, representa una enorme sangría de recursos económicos. Al punto de que las importaciones de alimentos vienen a representar el 54% de las divisas obtenidas por la exportación de petróleo en últimos cinco años, o el 72% de las remesas que enviaron a sus familiares los trabajadores mexicanos emigrados al exterior del país.25

Se podría alegar que,  si bien se han incrementado las importaciones agroalimentarias con el TLCAN, también las exportaciones y gracias a ello México recibe más divisas. Sólo que hay dos grandes desventajas que anotar a este respecto: en primer lugar, las importaciones aumentan prácticamente al mismo ritmo que las exportaciones: en 1994 las exportaciones tenían un monto de 3, 994 millones de dólares, para  2003 habían ascendido más del doble, a 9, 431 millones de dólares, mientras que las importaciones, en el mismo lapso pasaron de 4, 766  a 12,866 millones de dólares, lo que tornó todavía más deficitaria la balanza comercial agroalimentaia, de 972 a 1,435 millones de dólares.26

En segundo lugar,  mientras importamos alimentos básicos como granos, oleaginosas y carnes, todos ellos estratégicos, nuestros primeros lugares en exportaciones son el tequila, el tomate y la cerveza,  nada básicos ni estratégicos para la alimentación de los norteamericanos.
En conclusión, el TLCAN no ha contribuído a fortalecer la soberanía alimentaria y nutricional de México como país, ni de su población. Nuestro índice de dependencia del suministro extranjero de granos básicos, oleaginosas y carne ha aumentado. Es cierto que nuestras exportaciones aumentan, al mismo ritmo que las importaciones, pero importamos alimentos estratégicos y exportamos alimentos que no tienen ese carácter, además, con un nivel muy alto de participación de empresas trasnacionales u oligopólicas en esas exportaciones, salvo pocas exepciones.

4. ¿Cuáles son los principales impactos económicos del TLCAN en la agricultura mexicana?
Pudiera ser que, a pesar de toda esta dependencia alimentaria, el campo mexicano estuviera viviendo mejores tiempos en lo económico. Que nos tuviéramos que resignar a cambiar soberanía alimentaria por prosperidad económica, traducida en mayores ingresos a los campesinos y a los productores en general, mejores salarios a los trabajadores agrícolas, mejores precios a los productos del campo.

Pero no es así: los términos de intercambio de los principales productos del campo han experimentado severas reducciones: señala José Luis Calva: . En el trienio 2002-2004, los cultivadores de maíz (sumando al precio de venta el subsidio del Procampo equivalente por tonelada, instituido en 1993 como un instrumento para compensar el deterioro de precios derivado de la liberalización comercial en el TLCAN) perdieron 50.3% del poder adquisitivo de su grano respecto del trienio previo al experimento neoliberal; los agricultores trigueros vieron esfumarse 49.6% del poder adquisitivo de su grano durante el mismo lapso; los cultivadores de frijol perdieron 45.3% de su poder de compra; los productores de soya perdieron 49.7% de su ingreso real por unidad de producto, etcétera.27

Según la evaluación oficial del TLCAN, el precio real del frijol, a precios de 1993, descendió de cerca de 3,600 pesos a 300 pesos la tonelada, en 2002, el del maíz, de 2,500 pesos, a cerca de 300 y el del jitomate, de 2,900 a 700 en el mismo lapso.28

Al disminuir el poder adquisitivo de los principales productos agrícolas, caen también las remuneraciones a los trabajadores agropecuarios: en 1994, el salario diario promedio nacional a pesos de julio de 2002, era de 179.04 y en el sector agropecuario, de  107.39 pesos, durante los siguientes años tuvieron una fuerte caída y para 2003 se habían recuperado, pero sin alcanzar el nivel de 1994, a 156.86 el promedio nacional y 93.97 pesos, el del sector agropecuario.29

La caída de la rentabilidad de los productos agropecuarios, de los salarios en el sector, afectan el empleo en el mismo, tanto por la emigración, como por la orientación de la población a actividades remuneradas no agrícolas. El año antes del TLCAN, 1993, en el sector de actividad agricultura, ganadería, silvicultura caza y pesca el personal ocupado ascendía a 8 millones 842,274, y para 2003, a 6 millones 937 mil 881, lo que significó para el sector una tasa media anual de crecimiento de -2.4%, a contrapelo del sector secundario y terciario que experimentaron tasas positivas.30

En este aspecto, se puede concluir, que el TLCAN no ha contribuido a mejorar el ingreso de los productores agropecuarios en general, contribuyendo a que reciban más en términos reales por sus productos,  ni de los trabajadores del campo, que todavía no recupera el nivel que tenía antes de la vigencia del tratado y de la crisis económica de 1994-1995, ni a generar más empleos. Se tienen menos empleos y peor remunerados.

5. ¿Y los impactos sociales  del TLCAN, en cuanto a migración y reducción de la pobreza?
Otro de los supuestos del TLCAN es que la asociación de México con dos países ricos terminaría por “jalar” su economía hacia la prosperidad de aquellos y tendría impactos muy favorables sobre la reducción de la migración y la pobreza. A trece años de distancia, los datos muestran otra realidad. Ciertamente no hay por qué atribuir al TLCAN, como decíamos anteriormente, toda la causalidad de la migración y la pobreza rural, puesto que fue uno de los componentes sistémicos de un modelo capitalista impuesto desde 1982 al país. Sin embargo, las cifras son muy claras: según una investigación realizada por el Colegio de México, tanto la emigración rural interna, como a los EUA creció durante los años 90 y principios del siglo XXI, en relación con la década de los ochenta. La migración hacia los Estados Unidos se incrementó más ostensiblemente la segunda mitad de los noventa, coincidiendo con la entrada en vigor del TLCAN, de las reformas al Artículo 27 Constitucional y a la Ley Federal de Reforma Agraria, la crisis económica 1994-1995, entre otras.31

Citando un estudio de Taylor y Dyer, la evaluación oficial citada del TLCAN señala que el tratado no desaceleró la migración de las áreas rurales. El empleo no creció en el sector agrícola como un todo, a pesar de los empleos generados en las exportaciones de frutas y hortalizas, luego de la entrada en vigor del TLCAN. Estos autores sostienen que la migración desde muchas comunidades rurales se aceleró desde el TLCAN y sólo una parte fue emigración rural-rural, pues para una proporción creciente de la migración el destino son los Estados Unidos.Así pues, el número de emigrantes del sector rural al resto de México fue un 182% superior en 1994 en relación a 1980 y en el 2002 fue mayor: 352% respecto a 1980. Por su parte, durante 1994 el número de emigrantes del sector rural mexicano a los EUA fue un 92% mayor al de 1980 y mucho mayor en 2002, ya que tal número aumentó en un 452% durante este último respecto a 1980.32

Otros autores nos dicen que, los primeros diez años de vigencia del TLCAN tuvieron que migrar dos millones de personas del campo mexicano33  otros más, que la tasa de expulsión de mano de obra del campo ronda las cincuenta mil personas al año.34

En cuanto a la pobreza, sigue afectando mucho más a la población rural. Según las últimas cifras del CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de  Desarrollo Social),en el 2005 en el medio rural, la población en pobreza alimentaria alcanza un 32.3% del total contra un 9.9% en el medio urbano: La proporción de población en pobreza de capacidades en el medio rural asciende a 39.8% y en el medio urbano, sólo un 15.8%. Finalmente la pobreza patrimonial, en el medio rural afecta a un 61.8% de la población contra un 38.3% en el medio urbano.35

Considerada diacrónicamente, puede observarse una ligera disminución de la pobreza en el medio rural entre el primer año del TLCAN, 1994 y el 2005: en e primero, la pobreza alimentaria alcanzaba 36.9% de la población, la de capacidades, a un 47.4% y la patrimonial a un 69.4%. Once años después, la alimentaria disminuye un 4.6%, la de capacidades, un 7.6% y la patrimonial, un 7.6%, también, porcentajes muy magros si se considera que se dan cuando el país entra a formar parte de la zona comercial más poblada del mundo. Por otro lado, es necesario anotar que a pesar del ligero avance con relación a 1994, en 2005 hay un retroceso en la reducción de la pobreza en el medio rural con relación a 2004, en tan sólo 12 meses, el porcentaje de población en pobreza alimentaria se incrementó del 28 al 32.3%; el porcentaje de pobreza de capacidades, de 36.2 a 39.8% y el de pobreza patrimonial, de 57.4 a 61.8%, lo que habla de la precariedad y fragilidad de los avances en este rubro.36

Se puede concluir que ni el TLCAN en particular, ni el conjunto de políticas de ajuste han logrado revertir la pobreza y la emigración del campo. Por el contrario, la migración a los Estados Unidos se ha visto acelerada desde la entrada en vigor del tratado, a los niveles más altos de la historia entre las dos naciones, independientemente de políticas represoras o violadoras de los derechos humanos de migrantes puestas en práctica por el gobierno de los Estados Unidos.

Por otro lado, ni las políticas de ajuste de la economía, ni el TLCAN  han logrado dar el salto cualitativo o marcar una clara inflexión en la reducción de la pobreza en el medio rural. Aunque hubo un ligero avance en dicha reducción con relación a 1994,  el campo sigue siendo el nicho de la pobreza extrema en México, lo que revela que las políticas públicas agropecuarias, económicas y desarrollo social de los gobiernos neoliberales no han impactado significativa y masivamente la elevación de la calidad de vida de las familias rurales.

Hay también otros aspectos sociales que han sido impactados por el TLCAN y las políticas de ajuste: la emigración de los varones y en ocasiones, también de las mujeres de las familias, la ausencia de la figura paterna, han contribuido a la desintegración familiar, al deterioro de la llamada “economía del cuidado”. Nos referimos al conjunto de prácticas que permiten no sólo la reproducción física de las familias, sino, y sobre todo, la reproducción de los valores, de las costumbres, de las tradiciones, de los saberes, de los significados, todo lo que contribuye a la socialización de las personas, a la resolución pacífica de los conflictos, a la participación productiva en la comunidad. Por cierto, las mismas comunidades y pueblos sufren desgarramientos en su tejido social: la emigración, la ausencia de un gran número de jóvenes, el avejentamiento de los pobladores, minimizan las actividades y las celebraciones comunitarias, se va perdiendo la confianza y la tradición de ayuda mutua; se abren huecos por donde penetra la delincuencia organizada, se van deteriorando las identidades comunitarias.

La fotografía de una comunidad campesina cualesquiera que sea, con la mayoría de sus varones jóvenes y maduros emigrados a los Estados Unidos, sobreviviendo con las remesas que ellos envían y cultivando la tierra con las mismas, avejentada, con una vida comunitaria que languidece, esta es la mejor imagen del fracaso de la promesa del capitalismo neoliberal en el campo mexicano.

6. ¿Cuáles son los saldos ambientales del TLCAN?,
En un interesante estudio del Carnegie Endowment for Internacional Peace se documentan algunas afirmaciones fundamentales sobre el impacto ambiental del TLCAN, a partir de un estudio sobre los cambios en el comercio entre México y los Estados Unidos en tres grupos de cultivos: trigo, maíz y frutas y vegetales frescos. Las conclusiones que nos interesa destacar son:

1.    El TLCAN , aunado a la política de aumento de los subsidios a la agricultura por parte del gobierno norteamericano, ha inducido cambios estructurales en las explotaciones agrícolas de México, favoreciendo la formación de grandes fincas, que pueden apropiarse mejor de los subsidios a la vez que pueden cultivar mayores extensiones de tierra, generalmente bajo la forma de monocultivos extensivos para hacer frente a los bajos precios internacionales y a las importaciones concurrentes a bajo costo. Para logra esto, las explotaciones comerciales hacen uso intensivo de agroquímicos, aumentando las concentraciones de nitrógeno y de fósforo, contaminando el agua y el suelo. Entre 1994 y 2001, las importaciones mexicanas de nitrógeno  se dispararon en un 400%.37 , lo que implica una sobreaplicación enorme de este agroquímico en la agricultura mexicana, con los perjuicios antes descritos. Se ha demostrado que la principal fuente de contaminación con nitrógeno del Mar de Cortés es la agricultura intensiva en Sonora y la de la cuenca Lerma-Chapala-Santiago la agricultura comercial del Bajío.38

2.    El mismo cambio estructural en las explotaciones comerciales y el cambio de orientación de las mismas a la producción de frutas y hortalizas para la exportación o a la producción intensiva de maíz de riego para poder competir con el importado a bajos precios han provocado una explotación mucho más intensiva de los recursos hídricos de México, al punto que de los 459 mantos acuíferos que hay en el país, 80 de ellos se encuentran sobreexplotados. Y es que está demostrado que las frutas y hortalizas para la exportación se llevan de un 20 a un 30% más de agua de riego. Es necesario, entonces, caer en la cuenta que las exportaciones hortícolas de México a los Estados Unidos equivalen a transferir millones de litros de agua al vecino país del norte. Por ejemplo, tomando en cuenta que el tomate cuyas exportaciones aumentaron más del 90% a partir del TLCAN, está constituido por agua en un 90%, las exportaciones de esta hortaliza equivalen a transferir hacia los Estados Unidos 162 millones de galones de agua dulce por año.39

3.    El incremento de las importaciones de maíz procedente de los Estados Unidos que casi llegó a cuadruplicarse entre 1994 y 2006, implica un grave riesgo de contaminación con maíces genéticamente modificados de los maíces nativos de México, el centro de origen de esta gramínea. Esto ya se comprobó en una investigación realizada en el año 2002 en varios estados de la República, entre ellos Oaxaca y Chihuahua, donde se encontraron contaminadas con transgénicos las variedades tradicionales de maíz. Esto constituye una amenaza real para la biodiversidad en México.40

4.    Finalmente, la presión por la sobreproducción para que las explotaciones comerciales puedan competir con las importaciones a bajos precios ejerce una gran presión sobre la tierra por parte de las mismas, y desplaza a los productores pobres hacia tierras que tienen que desmontar para abrir al cultivo, implica también la tala de bosques por parte de empresas que encuentran más rentabilidad en la agricultura comercial. Así, la tasa media de deforestación en las regiones boscosas de México ha superado las 630 mil hectáreas por año desde 1993., afectando no sólo los bosques, sino las regiones más ricas en biodiversidad del planeta.

En conclusión, si el TLCAN y el resto de políticas de ajuste impuestas por el capitalismo neoliberal no han resultado beneficiosas para las personas y para las comunidades de México, tampoco para los recursos naturales. La explotación agropecuaria comercial intensiva, sobre todo la orientada a la exportación ha implicado una mayor concentración de nitrógeno, fósforo y oras sustancias nocivas en suelos y corrientes de agua; han generado una mucho mayor depleción de los de por sí escasos recursos acuíferos del país, se han traducido en una devastación masiva de bosques y han comenzado a invadir el país con semillas transgénicas que constituyen una amenaza real a nuestra megabiodiversidad.

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[1] Banco Mundial: Generación de ingreso y protección social para los pobres 2005, p. 34 consultado en el sitio de internet. http://siteresources.worldbank.org/INTMEXICO/Resources/Resumen_Ejecutivo.pdf
[2] Calva José Luis: Los plazos se cumplen, artículo publicado en el diario El Universal de la Ciudad de México, 3 de noviembre de 2006.
[3] Datos de la OCDE, citados en la revista Claridades Agropecuarias, No.160, consultada en el sitio internet, http://www.infoaserca.gob.mx/claridades/revistas/160/ca160.pdf#page=18
[4] Calva José Luis, ibídem.
[5] Revista Claridades Agropecuarias, loc.cit.
[6] Trápaga  Yolanda: La soberanía alimentaria, el desarrollo rural y la normatividad de la Organización Mundial del Comercio, ponencia incluida en la memoria del seminario internacional Por una política de estado en materia de negociaciones agrícolas de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio, Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable de la Cámara de Diputados, p. 76.
[7] Calva José Luis:  Política agrícola, editorial en el periódico El Universal, México D. F. 14 de enero de 2005.
[8] Romero José y Puyana Alicia, Evaluación integral de los impactos e instrumentación del capítulo agropecuario del TLCAN, documento maestro, p. 29, 2004.
[9] Ibídem, p. 47.
[10] Romero y Puyana, op.cit, p. 43.
[11] Rosenzweig, Andrés,  El debate sobre el sector agropecuario mexicano en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte,, CEPAL, serie Estudios y Perspectivas, México, 2005, p. 64.
[12] Nota de Juan Antonio Zúñiga en el diario La Jornada, 20 de febrero de 2007.
[13]  Datos de SIEA-SAGARPA, 2002
[14] Rosenzweig, op.cit.p.
[15] Romero y Puyana, op.cit. p.
[16] Romero y Puyana, op.cit. p.
[7] Datos del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable, de la Cámara de Diputados, citados en nota de Lourdes Rudiño, en el diario El Financiero, 13 de junio de 2006.
[18] Rosenzweig, op.cit. p.
[19] Calva José Luis: Política agrícola, loc.cit.
[20] Datos del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable de la Cámara de Diputados, en la nota de Lourdes Edith Rubiño, diario El Financiero, 13 de junio de 2006.
[21] José Luis Calva, Vulnerabilidad alimentaria, editorial publicado en el diario El Universal, México, D.f. 20 de junio de 2007.
[22] Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable, Cámara de Diputados, Maíz, indicadores básicos.
[23] Cámara de Diputados, Exposición de motivos a la iniciativa de Ley de Planeación para la Soberanía Alimentaria y Nutricional, 2006. p.8
[24] Datos del INEGI, aparecidos en la nota de Juan Antonio Zúñiga y Víctor Cardoso, en el diario La Jornada, México, D. F. 29 de marzo de 2006.
[25] Idem.
[26] Romero y Puyana, op.cit. p. 62.
[27] Calva José Luis: Neoliberalismo agrícola , editorial publicado en el diario El Universal, México, D. F. 9 de septiembre de 2005.
[28] Romero y Puyana, op.cit. p. 54
[29] Rosenzweig, op.cit. p.
[30] Idem, p.
[31] Yúnez Naude Antonio y Taylor Edward J. Los impactos del TLCAN en la emigración rural, folleto informativo no. 2 del PRECESAM, Colegio de México, Universidad de California, Davis, pp.13 yss.
[32] Idem.
[33] Scwentesius Rita, Gómez Cruz Miguel Angel y Carrera Benjamín Revisión de las políticas y acuerdos internacionales, ponencia presentada en la Primera Convención Nacional Campesina,  28 de abril de 2005, CIESTAAM , UACh.
[34] Reportaje de Karina Avilés en el diario La Jornada, 3 de enero de 2005.
[35]  Estimaciones de la CONEVAL con base en datos de la ENIGH, julio de 2007
[36] Idem.
[37] Carnegie Endowment for Internacional Peace
[38] Ibídem, p.
[39] Ibídem, p.
[40] Ibídem, p.