“Somos las guardianas de la tierra, vivimos donde están los recursos, y nuestra tarea es luchar y preservarlos mirando hacia las futuras generaciones”
Entrevista Francisca Rodríguez, Anamuri – La Vía Campesina Sudamérica.
¿En qué momento se encuentra el movimiento campesino?
En una encrucijada bastante grande. Aunque para nosotros estos años no han sido fáciles, han sido muy alentadores porque nuestras luchas no han quedado solas. Las propuestas que hacemos no son solamente para los campesinos y campesinas, sino para la sociedad en su conjunto y creo que en ese sentido hemos tenido avances importantes en algunos gobiernos, hemos abierto espacios también a nivel internacional como en Naciones Unidas, en la FAO,… Todo ello sin perder el objetivo de caminar hacia la construcción de políticas públicas que vayan avanzando en resolver los problemas graves que enfrenta hoy en día la agricultura campesina.
Uno de los anhelos de La Vía Campesina ha sido la unidad de acción. ¿La hay?
Yo creo que hay unidad de pensamiento y unidad de acción también. Creo que el ejemplo más importante es haber conseguido simbolizar el día de la lucha campesina el 17 de abril, un día en el que nos conectamos todas, con horarios diferentes pero nos conectamos haciendo acciones en todas partes del mundo, con diferentes connotaciones de acuerdo a las realidades nacionales. Hay otro día que para nosotros también simboliza luchas comunes como el 16 de octubre, el día Mundial de la Alimentación, el día de la soberanía alimentaria.
Además, en la conferencia de LVC confluyen todas las visiones, todos esos aportes, porque la conferencia es el término de un camino que venimos recorriendo desde hace más de un año y que nos lleva no solamente a evaluar, sino a analizar dónde estamos para ver el paso siguiente.
¿Se ha conseguido acabar con el hambre en el mundo?
Bueno, yo creo que a ese gran problema en el mundo fue precisamente al que nosotros hicimos propuestas claves y precisas. Antes nosotros hablábamos de reforma agraria, sin embargo cuando vimos que las medidas que se estaban tomando desde los gobiernos no iban a resolver el problema del hambre en el mundo, sino que lo iba a agudizar, nos planteamos la soberanía alimentaria que cambió en alguna medida esos parámetros de los que partíamos. En esos tiempos además, se consolidó el cambio de la producción campesina a la producción industrial, es decir, se pusieron los alimentos en manos de las grandes empresas transnacionales; y para poder primar el mercado en la alimentación había que eliminar a los y las campesinas. Por eso, nuestra batalla ha sido una lucha, primero, para seguir existiendo, como pueblos campesinos, como trabajadores hombres y mujeres del campo; segundo, para que la sociedad en su conjunto entienda que esta batalla y la importancia de que existe una agricultura campesina es una necesidad de la humanidad.
Y en ese sentido por supuesto que hemos avanzado. El hecho de que varios países en sus constituciones hayan incorporado la soberanía alimentaria, que se hayan aprobado leyes que son de seguridad, soberanía y nutricional frente a los alimentos, es parte de nuestra batalla. También hemos avanzado en el sentido de que hoy día ocupamos un espacio importante al interior del consejo mundial de seguridad alimentaria, porque para nosotros decir que no hay seguridad alimentaria, es decir que no hay soberanía alimentaria.
Dices que la soberanía alimentaria hace propuestas para transformar la sociedad, buscando el bien común. ¿Podríamos decir que es una lucha que integra otras?
Mira, cuando proclamamos la soberanía alimentaria en la primera cumbre mundial de alimentación en los años 90, estábamos solos. Pero cuando en el 2000, hicimos la primera Conferencia de Soberanía Alimentaria en Cuba llegaron más de 600 delegados/as en representación de diversos movimientos y organizaciones en el mundo.
En este sentido, para nosotros, los campesinos y las campesinas, la Soberanía Alimentaria fue dándole un marco político a nuestras luchas, por eso decimos que el eje que rige nuestro accionar es la Soberanía Alimentaria, el derecho del campesino a tener su producción, a producir alimentos sanos y adecuados de acuerdo a la cultura de los pueblos. Y hoy en día hablamos del derecho de todos y todas, hemos puesto la mirada muy alta en relación a lo que son los derechos, porque el sistema ha conseguido desestructurar los derechos laborales, los derechos de los pueblos, y nosotros a través de nuestra lucha por la soberanía alimentaria, hemos ido reinstalando con mucha fuerza esta noción de que somos pueblos, somos gente y tenemos derechos. Y tenemos derecho a una vida digna, tenemos derecho a una alimentación, derecho al trabajo, a un trabajo que garantice nuestra vida, no que termine con nuestra vida, que nos garantice mercados para nuestros productos, con precios razonables, que sea equivalente a las necesidades, que cumpla con las necesidades que tenemos campesinos y campesinas. Entonces, creo que la noción de derechos se ha ido ampliando en función de nuestro planteamiento.
Y en esa amplitud de derechos, ¿qué lugar ocupa el feminismo en el movimiento campesino?
Creo que una de las grandes virtudes que tiene LVC es, precisamente, que desde su constitución ha estado presente el debate sobre cómo las mujeres actuábamos dentro de este naciente movimiento. Y fue sorprendente, porque la constitución de una articulación internacional que requiere mirar los problemas que hoy día afectan al mundo campesino, en su generalidad, pareciera ser que los problemas de las mujeres nuevamente quedaran postergados, pero fuimos paulatinamente parando bandera. Primero, el proceso de discusión y debate sobre la soberanía alimentaria nos permitió nuestro reconocimiento y valorización de nuestros haceres campesinos, es decir, que las mujeres hemos sido fundamentales para el desarrollo de la agricultura y seguimos siendo clave para la producción de los alimentos y su transformación. Por lo tanto, nuestro espacio al interior de LVC es un espacio no de decoración, nosotros tenemos paridad de género, porque nosotras reclamamos y levantamos ese derecho de estar en igualdad, si estamos en igualdad en el trabajo en el campo, también dirigiendo el movimiento. Por eso, las mujeres siempre hacemos una asamblea previa a la conferencia, en la que hablamos de nuestros temas, miramos nuestro accionar y hacemos propuestas al movimiento.
América Latina ha travesado diferentes conflictos armados. El de Colombia es uno de los más largos y con orígenes en la tenencia y acaparamiento de la tierra. ¿Es posible la Paz sin soberanía alimentaria?
Nosotros hemos seguido todo el proceso, somos parte de la comitiva vigilante de que el proceso de Paz en Colombia se cumpla y el año pasado hicimos varias misiones a Colombia. Particularmente nosotros como CLOC hemos estado muy implicados en el proceso, nos reunimos en La Habana con la comisión negociadora y las mujeres que integraban la comisión, y nuestra asamblea previa a la conferencia la hicimos en Colombia. Fuimos a visitar los campamentos, hemos ido porque por supuesto que abogamos por la Paz, queremos la Paz. La soberanía alimentaria es garante de la vida y la vida tiene que construirse en dignidad, paz y alegría para los Pueblos. El movimiento campesino en Colombia es fuerte, la discusión y los debates más fuertes han sido en torno a la demanda frente al tema de la tierra y la agricultura, y claro, la guerrilla ha estado en el campo. Incluso cuando se perdió la votación del proceso de Paz, fue un golpe grande. Se pierde en la ciudad, no en el campo. Bueno, hoy en día todas las elecciones se pierden en la ciudad, los campesinos todavía vamos a votar, son los de la ciudad los que no van a votar y como en la ciudad vota solamente la derecha, por eso es que se instala la derecha, aparentemente con mucha fuerza pero con muy poco respaldo.
La Vía Campesina ha conseguido institucionalizar algunas demandas en instituciones como Naciones Unidas, las constituciones de algunos países,.. ¿La oleada de nuevos Tratados de Libre Comercio (TLC) supone un retroceso?
Por supuesto que sí. Los TLC son el reordenamiento de los bloques económicos y ya no podemos hablar del imperialismo, sino de los imperialismos. Son una amenaza porque lo que está en disputa hoy en día son los recursos naturales, lo que se está extrayendo de nuestros países son nuestros recursos, es decir, la disputa de la tierra, la disputa del agua, la invasión minera que es tremenda… Y los tratados siguen dando carta blanca al capital. Para nosotros son uno de los elementos más peligrosos. Aunque EEUU diga que se retiró del transpacífico, no es más que una estrategia para el reordenamiento económico y la supremacía que quiere él sobre el transpacífico. Sin duda que para la agricultura son una amenaza tremenda, pero también para los pueblos porque la mayoría de ellos se han hecho a espaldas de los pueblos: no hemos participado de las ideas, no conocemos las cláusulas secretas, los condicionamientos que hay y pasan dentro de los parlamentos en la más absoluta impunidad.
Y frente a esos acuerdos de libre comercio los gobiernos del cambio en AL ¿han favorecido asumir demandas de la Vía Campesina?
Cuba para nosotros es un bastión importantísimo, del cual una de las condiciones nuestras para ser miembro de la CLOC en AL y por ende para LVC, es asumir nuestras definiciones claras y precisas: somos anticapitalistas, antiimperialistas y de una profunda solidaridad con el pueblo de Cuba y con las luchas libertarias de todos los pueblos. En este sentido, nosotras cuando hablamos de los gobiernos de cambio, nos referimos a la oleada que hubo de gobiernos progresistas, de los cuales algunos ya han sucumbido, partiendo del primer golpe que dieron en Honduras, a Paraguay, Brasil,… Ahora hay que consolidar esos procesos, porque se ha ganado en los gobiernos, pero no hay cambios en los estados, siguen siendo estados burgueses y el capital tiene mucha más capacidad de presionar sobre nuestros gobiernos que la capacidad que tenemos los pueblos de poder articularnos en la defensa y la protección del acontecer de nuestros programas.
Para finalizar, LVC no solamente denuncia, también plantea propuestas, ¿Cómo cuales?
Por un lado, tenemos un trabajo hacia fuera, con la gente, que se enmarca en nuestras grandes campañas: la campaña por una reforma agraria, integral y popular con el pueblo; la campaña para decir que las semillas son un patrimonio de los pueblos indígenas y campesinos, y nosotros los ponemos al servicio de la humanidad; la campaña contra los agrotóxicos; la campaña contra la violencia contra las mujeres en el campo… En cuanto a las propuestas destacar las planteadas para disminuir la afección de la agricultura frente al cambio climático, propuestas que parten de un proceso de recuperación de nuestras formas de hacer agricultura y la agroecología.
Nunca en la historia nos habíamos dado cuenta del valor que tenía el campo para la sobrevivencia de la humanidad misma. Somos las guardianas de la tierra, vivimos donde están los recursos, y nuestra tarea es luchar y preservarlos mirando hacia las futuras generaciones.
Eneko Calle García es colaborador de Paz con Dignidad y de Pueblos – Revista de Información y Debate.
Fuente: www.revistapueblos.org