Bakú #COP29: Respuestas de La Vía Campesina frente a la crisis climática
Bakú, 21 de noviembre de 2024 | Mientras se desarrolla la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático , COP29 en Azerbaiyán, el mundo continua enfrentándose un momento decisivo en la lucha contra la crisis climática, con temperaturas globales rompiendo récords, eventos climáticos extremos cada vez más severos y frecuentes, el riesgo inminente de superar el umbral de calentamiento de 1,5°C, junto con profundas repercusiones económicas y sociales.
En la última década, poderosos gobiernos neoliberales, agronegocios transnacionales y corporaciones multinacionales han impulsado soluciones basadas en el mercado y la tecnología, presentadas falsamente como la única manera de salvar a la humanidad. Estas soluciones, disfrazadas con la retórica de una “economía verde”, siguen perpetuando una visión capitalista-colonial-patriarcal que busca explotar el planeta y sus pueblos para obtener ganancias, mercantilizando la naturaleza y profundizando las injusticias sociales. En la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), estas fuerzas —respaldadas por el Acuerdo de París— han intentado evadir la responsabilidad por la destrucción ecológica que han causado, mientras permiten una mayor explotación. Por lo tanto, la CMNUCC se ha convertido cada vez más en un espacio dominado por los intereses corporativos y el Norte Global, que están más enfocados en proteger sus propios intereses económicos que en buscar soluciones reales. Están quemando nuestra casa y nadie más vendrá por nosotros, solo nosotros mismos. ¡Solo el Pueblo salva al Pueblo!, por eso mantenemos nuestro compromiso con disciplina, militancia, rigor y unidad.
Para La Vía Campesina y las comunidades que representamos —campesinxs, trabajadorxs rurales, organizaciones agrarixs, comunidades rurales y costeras tradicionales, Pueblos Indígenas y todos lxs defensorxs de la Madre Tierra— la actual agenda climática es, por decir lo menos, desastrosa. Se promueven falsas soluciones, como los mercados de carbono, los esquemas de compensación, los cultivos genéticamente modificados, los megaproyectos de geoingeniería, la “Agricultura Inteligente para el Clima” y las “Soluciones Basadas en la Naturaleza” como herramientas de mitigación climática, pero no abordan las causas fundamentales de la crisis. Estos enfoques refuerzan una agenda de desarrollo imperialista, profundizando el colonialismo, el patriarcado y la degradación ambiental. En consecuencia, alimentan las expropiaciones de tierras, las violaciones de derechos humanos y la erosión de los derechos culturales, ancestrales y territoriales, amenazando la propia existencia y cultura de los Pueblos Indígenas, las comunidades tradicionales y lxs campesinxs. Todas estas falsas soluciones son un reflejo del devastador impacto del capitalismo; un modelo económico que extrae de la Madre Tierra como si no hubiera límites y explota todas las formas de vida.
Como se subrayó en la posición de La Vía Campesina sobre la Conferencia de las Partes (COP 16) de la Convención de la ONU sobre la Diversidad Biológica (CDB) y en todas las COP previas, nuestras comunidades lideran el camino en la agricultura campesina agroecológica, defendiendo los derechos campesinos y abogando por la Soberanía Alimentaria, la preservación de la biodiversidad y las verdaderas iniciativas de restauración climática.
Estamos en la COP 29 para estudiar, organizar, elaborar estrategias, agitar, movilizar y practicar la solidaridad internacional con los pueblos del mundo. Promovemos y practicamos la Agroecología como un sistema agroalimentario sostenible capaz de producir alimentos saludables en armonía con la Madre Tierra para todas las personas, como una ciencia arraigada en el conocimiento ancestral y popular, como un movimiento social donde nos organizamos colectivamente con disciplina en la diversidad que nos reconoce, y como una forma de vida donde nos aseguramos de estar fundamentados en principios y valores que respetan los modos y leyes de la Naturaleza.
Practicamos estas verdaderas soluciones sistémicas a diario, produciendo el 70 por ciento de los alimentos en todo el mundo en aproximadamente el 30 por ciento de las tierras cultivables disponibles. Cumplimos con la sagrada responsabilidad de alimentar al mundo, sosteniendo la vida mientras seguimos defendiendo y custodiando los bienes comunes naturales. Las mujeres campesinas están en el corazón de esta lucha. Son el pilar de la agricultura de pequeña escala, responsables de hasta el 80% de los alimentos que consumimos y representando alrededor del 43% de la fuerza laboral agrícola. Son las guardianas de las semillas y las custodias del conocimiento ancestral que nutre la Tierra.
Resistimos el sistema agroalimentario industrial, los modelos extractivistas y los esquemas de “lavado verde” corporativo que mercantilizan la naturaleza, erosionan el conocimiento tradicional y exacerban la crisis climática y la pérdida de biodiversidad. Exigimos una transformación sistémica y estructural: políticas equitativas que reconozcan los derechos de las comunidades en la primera línea del cambio climático, reparaciones para quienes han sido afectados por los daños climáticos y la creación de fondos para apoyar e implementar una transición justa hacia la producción agroecológica y economías de bajo carbono basadas en la justicia social y climática. Además, son esenciales políticas ambiciosas de reforma agraria y de protección de los derechos de lxs campesinxs y los Pueblos Indígenas sobre sus tierras, aguas y territorios para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, al mismo tiempo que se abordan las necesidades fundamentales de las poblaciones, incluido el derecho a la alimentación.
En este sentido, la convocatoria de una nueva Conferencia sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRARD +20) es crucial para hacer frente a la crisis climática. Por último, fortalecer la implementación de la Declaración de las Naciones Unidas sobre derechos campesinos en la gobernanza climática es fundamental para la aplicación de políticas ambientales y climáticas eficaces. Los pequeños productores, especialmente las mujeres, juegan un papel crucial en el enfriamiento del planeta. Es esencial defender sus derechos para que puedan atravesar una transición justa y continuar aplicando prácticas agroecológicas que sostienen la vida y mitigan el cambio climático. El conocimiento y la sabiduría de las mujeres campesinas y la experiencia agroecosistémica de lxs pequeñxs productorxs son la solución a la crisis climática. Su experiencia colectiva y compromiso son lo que el mundo necesita para revertir los daños causados por la agricultura industrial y la explotación ambiental.
En la COP29, reafirmamos nuestro compromiso con esta visión. Aunque la CMNUCC y sus instituciones asociadas siguen siendo en su mayoría capturados por los intereses corporativos, nuestro movimiento sigue exponiendo las limitaciones y las injusticias del marco climático actual. Para abordar la crisis climática de manera significativa, debe haber un cambio radical en cómo se organizan las políticas climáticas globales. Esto significa desmantelar el control corporativo de la agenda climática y asegurar que se escuchen y respeten las voces de los Pueblos Indígenas, lxs pequeñxs productorxs y otras comunidades marginadas. La justicia climática no puede lograrse sin confrontar las estructuras económicas que permiten la extracción de riquezas del Sur Global y la destrucción del planeta. Una transición justa requiere una transformación sistémica que vaya a la raíz del problema mientras centra los derechos de las personas y el planeta por encima de los intereses de lucro y del mercado.
Nos mantenemos unidxs en la lucha por las reparaciones por la deuda climática y ecológica, por acciones significativas para reducir las emisiones, por la adaptación basada en la justicia y por un cambio radical hacia soluciones que no hipotequen la vida al mercado ni a la tecnología. No obstante, es importante destacar que la agricultura campesina desarrolla y se apropia de tecnologías que se presentan como alternativas viables a las empleadas por la agricultura capitalista, como los Sistemas Agroforestales (SAFs), las semillas criollas y los biofertilizantes. Además, estos sistemas son sostenibles, contribuyendo a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y promoviendo la captura de estos gases. También es fundamental enfatizar que el problema estructural del cambio climático está intrínsecamente vinculado al modo de producción capitalista.
La crisis climática está enraizada en una injusticia histórica, con los países del Norte Global siendo responsables de la mayoría de las emisiones desde la década de 1850. Eluden sus obligaciones bajo el principio de Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas (RCBD) y siguen negando los llamados a reparaciones. Esto incluye promesas incumplidas de financiamiento climático, sistemas fallidos de compensación de carbono y acuerdos explotadores de Deuda por Naturaleza. Exigimos subvenciones, no préstamos, gestionadas por las comunidades locales para financiar una transición justa basada en la Soberanía Alimentaria, y un futuro sostenible que aborde las causas fundamentales del cambio climático.
Como La Vía Campesina y otras organizaciones de base continúan afirmando, la Soberanía Alimentaria, la Agroecología campesina y los derechos campesinos no solo son clave para abordar la crisis climática, sino también esenciales para reconstruir el tejido social y ecológico del mundo. Al invertir en el conocimiento y las prácticas de las comunidades locales, podemos crear un mundo donde las personas y la naturaleza prosperen juntas, en lugar de uno impulsado por el lucro y la explotación. La lucha por la justicia climática es inseparable de la lucha por la Soberanía Alimentaria, y es a través de estos movimientos interconectados que se pueden encontrar soluciones reales a las crisis que enfrentamos.
La economía de los combustibles fósiles sigue alimentando el genocidio que ocurre en Palestina y otros lugares del mundo. Mantenemos nuestras acciones diarias en solidaridad con todas las personas que han perdido sus vidas en esta lucha. Leemos en voz alta todos los nombres de los miles de mártires que han muerto por este brutal genocidio llevado a cabo por Israel y no descansaremos hasta que se logre la liberación, la justicia y la paz en Palestina.
Junto a mujeres, hombres, jóvenes, adultos mayores y personas de la diversidad de género, dentro de nuestras comunidades agrícolas, campesinas, de pueblos indígenas, de trabajadores rurales, pastores y comunidades costeras, estamos enfriando el planeta a través de la Soberanía Alimentaria y la Agroecología, asegurándonos de que la agricultura y los alimentos sigan en manos del pueblo y no en manos de codiciosas corporaciones multinacionales y agronegocios. Sin embargo, necesitamos ampliar este movimiento para detener las causas de la destrucción de nuestra Madre Tierra, y hacer valer un sistema económico basado en la justicia, la dignidad humana y el respeto a todos los seres vivos. ¡El pueblo salvará al pueblo !