Poner fin al hambre, poner fin a la OMC: la caravana campesina en Ginebra contra el libre comercio
Sabe lo que está en juego para el libre comercio mundial según líderes de La Vía Campesina
El libre comercio es un enemigo de la Soberanía Alimentaria. Eso es lo que los movimientos populares, campesinos y ecologistas expresaron enérgicamente en las calles de Ginebra, Suiza, la semana pasada. Entre el 13 y el 16 de junio de 2022, los representantes de los gobiernos se encontraron en una reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Los espacios de decisión de la OMC se encargan de articular la agenda del libre comercio en todo el mundo y de facilitar los acuerdos corporativos en diversos sectores, incluido el alimentario. Por ello, en paralelo a la reunión oficial, delegaciones de organizaciones populares realizaron una fuerte movilización, con espacios de debate, ruedas de prensa y manifestaciones. Para La Vía Campesina, este es el momento de denunciar: el libre comercio es hambre.
En una declaración internacional, La Vía Campesina pide a los Estados que salgan de la OMC y propone la creación de un nuevo marco normativo que tenga en cuenta los medios de vida de los pueblos y se oriente por la soberanía alimentaria. En el comunicado, la organización presenta algunos testimonios de líderes campesinas. Jeongyeol Kim, de la Asociación Coreana de Mujeres Campesinas e integrante de la Comisión Coordinadora Internacional (CCI) de La Vía Campesina, afirma que “es hora de sacar la agricultura de todos los acuerdos de libre comercio”, y señala que “la pandemia, incluso el impacto y las perturbaciones causadas por la guerra han dejado claro que necesitamos un sistema de gobernanza alimentaria local y nacional basado en las personas, no en la agroindustria. Un sistema que se basa en los principios de solidaridad y cooperación en lugar de la competencia, la coerción y las agendas geopolíticas”.
La Vía Campesina envió a Ginebra una delegación diversa, con más de cuarenta personas procedentes del sur de África, el sur de Asia, Europa y de las Américas. “Estamos hablando por fuera de esa institucionalidad, la cual no queremos reconocer, pues no existe posibilidad de intersección. La OMC debe desmantelarse, destruirse, desaparecer, porque desde su origen lo que causa es estragos a las comunidades campesinas, indígenas y pesqueras de todo el mundo”, dijo la paraguaya Perla Álvarez, que forma parte de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC-Vía Campesina).
De nada sirve que la OMC sea presidida por una mujer negra si sus políticas siguen orientadas hacia el lucro de las grandes empresas transnacionales y, en consecuencia, aumentar el hambre y la desnutrición de las mujeres negras trabajadoras en todo el mundo. Hay que romper la lógica del mercado y sustituirla por una nueva lógica: solidaria, feminista y popular. Por ello, las delegaciones presentes coincidieron en aprovechar el encuentro para profundizar en su propuesta de creación de un nuevo marco normativo que apoye los derechos de las personas campesinas.
En los acuerdos de libre comercio sancionados por la OMC, los mercados locales están desequilibrados debido a la ofensiva del mercado internacional desregulado. Las subvenciones son concedidas a las grandes empresas transnacionales o a sus aliados locales. Hay una tendencia a impulsar la digitalización de la agricultura, que convierte el trabajo en el campo en datos, y esos datos en mercancía.
Perla llamó la atención sobre la actuación de empresas como Monsanto-Bayer y Cargill, que monopolizan e imponen el uso de semillas transgénicas, y que forman parte de un grupo de empresas que se benefician del agronegocio y del modelo industrial de producción en todas sus etapas, desde la maquinaria y los fertilizantes hasta la comercialización. “Esas empresas acaparan nuestros territorios para expandirse, porque a la medida que se expanden sobre nuestras comunidades y nuestros bosques, les resulta el acumulo de capital que incesantemente necesitan para mantener ese modelo de producción”, explicó.
También denunció el monocultivo de especies ajenas a la cultura alimentaria, una práctica del agronegocio que va en contra de la soberanía alimentaria, como es el caso de la producción de soja. “Están en la cotidianidad, están llegando a nuestras casas, nuestras mesas, nuestras vidas los acuerdos impulsados por eses gobiernos. Por otro lado, está la destrucción sobre el medio ambiente, el cambio climático, y los impactos en nuestra producción, robando nuestras semillas, disminuyendo las variedades locales, generando sequías, fríos, lluvias, calores muy intensos”.
Alimentar a los pueblos, frenar el libre comercio
Los acuerdos de libre comercio suelen hacer que los países dependan de la importación de alimentos. Eso profundiza las desigualdades y aumenta el hambre y la desnutrición. A las mujeres se les sigue excluyendo del derecho a la tierra porque no se las considera productoras, a pesar de que producen muchos alimentos y son responsables de gran parte del cuidado de los seres humanos y no humanos en su entorno.
La última reunión de la OMC se centró en el comercio de alimentos y en las vacunas contra la covid-19. Para Susan Owiti, de la Liga Campesina de Kenia (KPL) [Kenyan Peasants League – KPL], «hay interferencias en los sistemas locales de gestión agrícola, pero son falsas las soluciones que se crean. Intentan dar una solución a la crisis alimentaria, pero sabemos que el 70% de los alimentos los producen los campesinos y campesinas en sus países». El impacto de la OMC en la vida de las y los agricultores africanos se concreta, por ejemplo, en la reducción de los aranceles para las importaciones. La presencia de esos productos extranjeros ha aumentado en el continente, lo que ha provocado una disminución de la demanda y del espacio de mercado para productos de producción nacional.
Además, en Kenia, si eres un agricultor que quiere cultivar alimentos con semillas criollas, debes tener una licencia. «Todo lo que la OMC intenta introducir en materia de agricultura son formas de oprimir a la población campesina. Cuando hablamos de soberanía alimentaria, hablamos de propiedad, ya sea de nuestra tierra, de nuestras semillas o de nuestros recursos. Pero lo que se ha hecho con los acuerdos a través de la OMC y nuestro gobierno es licenciar las semillas, sin permitir que los campesinos trabajen con ellas u obligándoles a pagar para cultivarlas», explica Susan. “Creemos que la soberanía alimentaria y la agroecología son la solución para el cambio climático, por lo que no podemos sentarnos a debatir con las mismas personas que están causando esos problemas. Quieren tomar nuestras semillas nativas y patentarlas, y esa es su solución, pero la población campesina debe tener sus propios recursos y no ser obligada a tener una licencia para utilizarlas”.
Muchos países del Sur global están experimentando un aumento en los precios de los alimentos y otros productos. Y una de las primeras categorías en experimentar una crisis alimentaria son los campesinos que producen alimentos y no pueden comercializarlos. “La población campesina produce, pero no puede acceder al mercado. El gobierno da prioridad a los grandes agricultores y a las empresas transnacionales en el mercado. A veces uno no puede vender sus productos y se echan a perder”. Las mujeres se ven especialmente afectadas, ya que trabajan tanto en el campo como en el cuidado de sus hogares y familias, pero no tienen derecho a lo que obtienen con su trabajo. “Las mujeres desempeñan un papel importante en la producción de alimentos, pero tienen aún menos acceso al mercado”, comenta Susan.
Al final, las mujeres se quedan sin comida porque lo que producen se vende, pero no tienen acceso al dinero. En KPL estamos defendiendo a las mujeres y hablando sobre endeudamiento, porque esas mujeres que no van a poder acceder a su propia producción terminarán por tomar dinero prestado para intentar arrendar alguna tierra.
Susan Owiti
Frente a esas cuestiones, la construcción de la soberanía alimentaria es un reto que pasa por los espacios de los movimientos populares, y que requiere superar el poder del libre comercio sobre nuestras vidas, trabajos y alimentos. Como dice Susan, “sabemos lo que es la OMC, por lo que sabemos que suelen a utilizar tapujos para fingir que tienen alguna solución, cuando sabemos que son la causa del problema”.
Originalmente publicado en Capire, redacción por Helena Zelic y Bianca Pessoa.
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