La Vía Campesina: Informe Anual 2020

Resumen: 2020 ha sido uno de los años más desafiantes del último medio siglo. Nadie predijo que, a partir de marzo, el mundo se iba a enfrentar a una pandemia que detendría la vida tal cual la conocíamos. Es lo que ha hecho la pandemia de coronavirus (COVID-19). Y ha dejado traslucir dos aspectos: (1) el corazón podrido y las grietas de la economía neoliberal mundial y (2) la urgente necesidad de políticas radicales que provoquen un cambio y traigan alivio, dignidad y equidad a miles de millones de personas cuya supervivencia pende de un fino hilo. Con cada crisis, la desesperación ha aumentado, lo que ha llevado a resultados no deseados, por ejemplo, el reciente ascenso de la extrema derecha, el fascismo y el nacionalismo patriotero. La desigualdad global está en su apogeo. La empatía está en su punto más bajo y las políticas económicas, sociales, ecológicas y ambientales destructivas prevalecen más que nunca.

Más de 80 millones de personas infectadas y casi 2 millones de fallecidxs. A finales de año, el COVID-19 se convertía en clara muestra de la crisis existencial de la humanidad. Las personas pobres han sido con diferencia las más afectadas, con gran desproporción. La pandemia ha expuesto las injusticias cometidas contra lxs campesinxs, contra las personas jornaleras y contra lxs pobres por todo el mundo. La negligencia y la insensibilidad que azotan a estos sectores han sido y siguen siendo atroces. Durante décadas, la sociedad hiper-industrializada desarrollada al calor de los núcleos urbanos ha denegado a las personas trabajadoras su derecho a trabajar más cerca de su hogar y a contar con alimentos suficientes. Las personas trabajadoras urbanas y migrantes, la mano de obra barata de esta sociedad, tuvieron que hacer cientos o miles de km. a pie para volver a casa porque muchos negocios y fábricas por todo el mundo han tenido que cerrar a causa de las restricciones y otras medidas impuestas por los gobiernos. No obstante, las grandes corporaciones han seguido operando, y expusieron a muchas de sus trabajadoras y trabajadores al contagio; ha sido el caso, por ejemplo, de los grandes mataderos de los EE.UU., de Alemania y de otros países europeos. Las personas trabajadoras migrantes siguieron trabajando en grandes explotaciones agrícolas de Europa y en los EE.UU. sin una protección adecuada, y muchas se contagiaron. ¿Por qué deberían las personas trabajadoras seguir confiando en el sistema?

Año: 2021

Idiomas: ES, EN, FR