La lucha anticolonial por la autodeterminación del pueblo haitiano ha llegado a la ONU.

Esta lucha, arraigada en Haití, se enmarca plenamente en las actuales contingencias geopolíticas. Enfrentando los desafíos existenciales que le incumben, el pueblo haitiano ha emprendido una lucha de largo aliento por su emancipación y autodeterminación. Para ello, se requiere de un movimiento de solidaridad internacionalista sólido y movilizado. Sin embargo, las fuerzas imperialistas dominantes continúan imponiendo su control sobre la isla caribeña, obstaculizando su verdadera independencia y soberanía nacional y popular.

La situación actual en el país se caracteriza por una violencia sin precedentes y por violaciones generalizadas y sistemáticas de los derechos humanos, especialmente entre las poblaciones más vulnerables, como las personas de las clases populares y las comunidades rurales. La mitad del país está ahora bajo el control de pandillas criminales, utilizadas por la oligarquía nacional subordinada a los intereses imperialistas para sofocar la protesta social. Ante esta situación, el movimiento social haitiano, que incluye organizaciones campesinas, políticas, sindicales y feministas, se organiza colectivamente y reclama espacios de autonomía para construir sus propios caminos hacia el desarrollo centrado en sí mismo. Sin embargo, estos modelos alternativos al sistema racista y neocolonial dominante son vistos como una amenaza, lo que lleva a la instrumentalización de las pandillas criminales por parte de las fuerzas imperiales.

Históricamente, la ONU ha desempeñado un papel perjudicial en Haití, con intervenciones que han empeorado la situación del país. A pesar de sus pretensiones de promover la estabilidad política y combatir la corrupción, estas intervenciones han exacerbado los problemas. En octubre de 2023, el Consejo de Seguridad de la ONU perfiló una nueva intervención militar extranjera para abordar la creciente influencia de las pandillas.

Los movimientos sociales haitianos advierten sobre esta nueva injerencia extranjera, encabezada por el “Grupo Central de la ONU para Haití”, compuesto por países como Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Canadá, que han controlado y administrado la política haitiana desde 2004. Estas intervenciones no representan a la ONU ni a la comunidad internacional, sino los intereses del sistema imperialista dominante, principalmente de Estados Unidos.

Las principales organizaciones campesinas haitianas, como La Vía Campesina, están movilizadas para oponerse al plan de intervención militar, apoyadas por organizaciones de solidaridad internacionalista. Se han realizado esfuerzos de incidencia a nivel internacional, con informes presentados ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para destacar la crisis en el país y hacer demandas concretas.

Micherline Islanda Aduel, representante de las organizaciones campesinas haitianas, del CETIM y de FIAN International, ha abogado en reuniones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU por permitir que las instituciones democráticas y los movimientos sociales tomen medidas para devolver la paz y la democracia al país.

Las principales demandas presentadas a la ONU incluyen el rechazo a la intervención militar imperialista, el respeto a la independencia y la integridad territorial de Haití, y la participación de los movimientos sociales en el proceso de transición democrática. Se destaca la importancia de enfocarse en la situación en las zonas rurales, protegiendo los derechos de las poblaciones campesinas y promoviendo la producción agrícola, en línea con la Declaración de la ONU sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales.

¡VIVA HAITÍ SOBERANO!
¡VIVA LA LUCHA DEL PUEBLO POR UNA SOLUCIÓN HAITIANA PARA HAITÍ!
¡VIVA LA SOLIDARIDAD ENTRE TODAS LAS ORGANIZACIONES PROGRESISTAS LUCHANDO POR LA JUSTICIA SOCIAL!

Esta entrada está disponible también en English y Français.