La internacional de nuestros días se llama La Vía Campesina
El pasado mes de julio se celebrara en Derio (Euskal Herria, Europa) la VII Conferencia Internacional de La Vía Campesina, la IV Asamblea de Jóvenes y la V Asamblea de Mujeres. 800 delegados y delegadas de las organizaciones participantes, más de 150 miembros de las organizaciones aliadas, 300 voluntarios.
Por Curro Moreno*
Desde principios de los años 90 del pasado siglo el capitalismo en su fase actual, neoliberal y globalizada ha avanzado con paso firme y acelerado en hacer realidad dos de sus sueños: privatizar todo lo privatizable (incluida la vida, a través de los OMG y las patentes) y conseguir a nivel global una agricultura deshumanizada, sin campesinos ni campesinas.
En realidad, este proceso es anterior, se remonta a mediados del siglo XX con la llamada Revolución Verde, pero se acelera profundamente en los 90 tras la desintegración de la Unión Soviética. La imposición de la agricultura capitalista ha conseguido expulsar a millones de personas de los campos en los 5 continentes gracias a una mecanización ultraintensiva, a la aparición del biodiesel y al acaparamiento de tierras por parte de grandes transnacionales y a sus aliados locales. La gran mayoría de estos desplazamientos forzosos y violentos y sus consecuencias han afectado a mujeres, a las que aparte se les ha despojado de una de sus funciones históricas de ser guardianas de la diversidad a través de la salvaguarda y multiplicación de las semillas, mediante los transgénicos y las patentes.
La agricultura capitalista es principal responsable del calentamiento global, gracias a una alta necesidad de combustibles fósiles debido a la mecanización y a la lógica exportadora global que inunda mercados nacionales con productos procedentes de la otra parte del mundo.
Pero la lógica hegemónica del capitalismo global en relación a la agricultura, la ganadería y la pesca a partir de los 90 es contestada por una gran alianza internacional de organizaciones campesinas, que en principio fue pequeña pero que hoy ya representa a todos los continentes, a más de 200 millones de campesinos y campesinas de 79 países y 164 organizaciones. Su nombre: La Vía Campesina.
VII Conferencia en Euskal Herria: afianzamiento de estrategias, discursos y estructuras
El pasado mes de julio se celebrara en Derio (Euskal Herria, Europa) la VII Conferencia Interna de La Vía Campesina, la IV Asamblea de Jóvenes y la V Asamblea de Mujeres. 800 delegados y delegadas de las organizaciones participantes, más de 150 miembros de las organizaciones aliadas, 300 voluntarios y voluntarias que velaron por que no faltara de nada en ningún momento, más de 50 interpretes que facilitaron el entendimiento en esta gran torre de babel, y otros tantos comunicadores y comunicadoras que cumplieron la fundamental labor de dar a conocer al mundo lo que la voz del campesinado tiene que decir para transformar el mundo.
Allí, durante 8 días, se debatió y se concretaron líneas de trabajo para los próximos 4 años. La mayoría de estas propuestas ya vienen de atrás, de la VI Conferencia celebrada en Yakarta: trabajar en la Declaración Internacional de los Derechos Campesinos, refuerzo del papel de las mujeres en las organizaciones y en propio movimiento y la acción del movimiento contra la violencia hacia las mujeres, garantizar el relevo generacional con un mayor peso y autonomía de la juventud campesina, aumentar las alianzas con otras organizaciones políticas, sociales, sindicales, ONG’s, reforzar los lazos internacionales de solidaridad contra la criminalización, la represión y los asesinatos ocurridos en las luchas por la tierra, introducir en el debate a los migrantes y la necesaria alianza con el campesinado en los países de destino, etc. La solidaridad con los procesos de cambio en marcha actualmente en el mundo, como la Revolución Bolivariana, o el derechos de los pueblos a su soberanía, fueron otros de los puntos a tratar: no hay soberanía alimentaria sin soberanía de los pueblos.
Más allá de los debates y las propuestas en las que se hace muy complicado profundizar en un entorno en el que confluyen tantas luchas locales, tantas experiencias de victorias, derrotas, represión y muerte, pero también vida, el lema de la VII Conferencia deja bien claro la propuesta general del mayor movimiento internacional e internacionalista de nuestro tiempo: !Alimentamos nuestros pueblos y construimos movimiento para cambiar el mundo!
El refuerzo de las propuestas y las estrategias ha venido acompañado de una expansión territorial que se ha concretado en esta Conferencia. Una nueva región se incorporaba a La Vía Campesina, la región MENA (Middle Est and North Africa), con organizaciones de Palestina, Túnez, Marruecos, Argelia y Egipto. La región anfitriona, Europa, llegaba a la Conferencia con 4 años de trabajo a sus espaldas, de refuerzo de la coordinación de las luchas (aunque aun queda mucho por hacer aquí) y de un trabajo institucional y académico con grandes avances como la Resolución por unanimidad del Parlamente europeo donde se reconoce que existe un problema real de acaparamiento de tierras en el continente, o el libro sobre el acaparamiento publicado a iniciativa de la Coordinadora europea de LVC, organizaciones miembro, y ONG’s como Mundubat.
Los saberes que nacen de la lucha: La Vía Campesina como generadora de conceptos y propuestas políticas
Donde hay una injusticia nace una lucha y de las luchas nacen, derechos, propuestas, conceptos y saberes nuevos.
La Vía Campesina nace como articulación en torno a un concepto que las organizaciones fundadoras generan para hacer frente a un concepto nacido del capitalismo. Ante el concepto de seguridad alimentaria, La Vía Campesina pone encima de la mesa la Soberanía Alimentaria. Concepto que es en si una potente propuesta política, pedagógica, técnica y vital para transformar el mundo. Mientras la seguridad alimentaria solamente hacía referencia a que existiera en todo momento, en todos sitios una cantidad suficiente de alimentos para alimentar a la población, la soberanía alimentaria reconoce el derecho de los pueblos a decidir que, como, cuando y de que manera sembrar, cosechar y distribuir los alimentos que los propios pueblos generan. La capacidad de los pueblos de alimentarse como crean conveniente frente a la seguridad alimentaria que deja la puerta abierta a, como de hecho ha hecho el capitalismo, a inundar países enteros de alimentos venidos de miles de kilómetros, que nada tienen que ver con su cultura y que han arruinado al campesinado local siempre de manera violenta.
En esta las dos últimas conferencias dos importantes propuestas conceptuales (son muchas más pero haré referencia a las que considero principales) se han generado y se están desarrollando en el seno de La Vía Campesina: del derecho a la tierra al derecho al territorio, y los Declaración Universal de Derechos del Campesinado.
El derecho a territorio es una concepción integral de la tierra como un todo. No podemos reclamar solo acceso a las tierras cultivables cuando la madre tierra se ve amenazada en su conjunto por grandes proyectos extractivistas que ponen en riesgo a los ecosistemas al completo. De nada sirve a los pueblos el poseer tierras cultivables si se talan bosques que calientan el planeta y lo desertifican. De nada sirven tener tierras si las secan con grandes presas para obtener energía electrica de la que se benefician cuatro multinacionales. De nada sirve tener tierras si nos contaminan el agua con grandes proyectos mineros o con el fracking. De nadas sirve tener tierras si las semillas autóctonas desaparecen y todo lo que podemos sembrar pertenece a Monsanto, Syngenta o Dupont.
La tierra, el agua, el aire, las semillas, los bosques, los mares…no son mercancías son patrimonio de los pueblos para alimentar a la humanidad. Son derechos no mercancías, derechos que heredarán las generaciones venideras y que por tanto los pueblos tampoco pueden usar desde un punto de vista extractivista. No vivimos “de” la tierra y el territorio, vivimos “en” y “con” la tierra y el territorio.
Esto se desglosa de manera más pormenorizada en la propuesta de Declaración de Derechos Campesinos en la que LVC a través de la delegación permanente del Bolivia trabajan en el seno de la ONU desde hace más de 4 años y que puede ser una realidad en el próximo 2018. Esta es una batalla institucional que como todas, es sostenida por la lucha. Sin luchas por la tierra, sin personas que llenen estas luchas, aunque eso muchas veces les cueste la libertad o la vida, no hay nada que defender en ninguna institución. Igualmente sin estados en manos de los pueblos, como es el caso de Bolivia, es más difícil trasladar nuestras propuestas a las instituciones internacionales. Por eso es imposible defender la soberanía alimentaria sin defender la soberanía de los pueblos.
El reto principal de las batallas institucionales ahora es, primero, ganarlas, sobre todo la Declaración de Derechos, y en segunda instancia, que estas conquistas institucionales bajan otra vez al terreno y sirvan para afianzar y fortalecer las luchas y seguir avanzando en conquistas materiales para los pueblos.
El reto general es conseguir que todas las izquierdas del mundo, adolecidas de un exceso de urbanidad y eurocentrismo en sus propuestas y prácticas aprendan de las enseñanzas del mayor movimiento internacional de nuestros días: la alimentación, la soberanía alimentaria, es una cuestión urbana y rural y es necesaria fortalecer esa alianza. No se pueden transformar nuestros países ni el mundo viviendo y actuando de espaldas al campo. El mundo no se transforma sin una estrategia global, internacionalista, y esto no se consigue sin altas dosis de generosidad política y capacidad de diálogo y entendimiento de las que LVC es el mayor ejemplo actual. En definitiva, ante un sistema global que ataca, oprime, expolia y asesina globalmente, es necesaria una respuesta global. Es imprescindible hoy globalizar la lucha para globalizar la esperanza.
- Portavoz del SAT-Jaén y delegado del SOC-SAT en la VII Conferencia de La Vía Campesina
Fuente: kaoesenlared