Encuentro luso-español en Madrid para definir las prioridades para el sector agrícola frente a la Presidencia española de la UE

(Madrid, 30 de junio de 2023) CNA y COAG exigen a Bruselas una agenda ibérica para enfrentar los efectos del cambio climático en el campo portugués y español

  • Las organizaciones suscribieron un manifiesto en defensa de la agricultura familiar y profesional de Portugal y España.
  • Destacan la renovación generacional en el campo como vital y estratégica.

La Confederação Nacional da Agricultura (CNA) de Portugal y la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de España se reunieron en Madrid para definir las prioridades para el sector agrícola en el marco de la Presidencia española de la Unión Europea (UE), que comienza oficialmente el próximo sábado.

En el contexto actual, ambas organizaciones subrayaron la necesidad de exigir en Bruselas una agenda ibérica para enfrentar los efectos del cambio climático en las explotaciones agrícolas de España y Portugal, y demandan que los fondos lleguen rápidamente a los agricultores, especialmente a los pequeños y medianos. También reclaman que la Presidencia española de la UE establezca como prioridad la instalación de jóvenes en el sector agrícola. “Es vital y estratégico promover la renovación generacional en el mundo rural para garantizar la producción alimentaria sostenible y el desarrollo económico, social y ambiental de las zonas rurales”, subrayaron.


CNA y COAG suscribieron un “Manifiesto en defensa del modelo de agricultura familiar, social y profesional de Portugal y España”:

  • Consideramos la agricultura, la ganadería y la alimentación como elementos estratégicos, tanto desde el punto de vista económico, social y ambiental, como para garantizar la seguridad alimentaria en nuestros países y en Europa, algo que se demostró con la pandemia de Covid-19. Hasta ahora, con mucho esfuerzo de los agricultores, la disponibilidad de productos agroalimentarios se ha mantenido estable, a pesar de perturbaciones como la pandemia o el aumento sin precedentes de los costos de producción. Los agricultores portugueses y españoles han logrado mantener una oferta estable y diversificada de alimentos de alta calidad y seguridad alimentaria. Pero la seguridad alimentaria en nuestros países no está garantizada. De hecho, algunos países y responsables políticos e institucionales acaban de descubrir la soberanía alimentaria como estrategia para el futuro, algo que nuestras organizaciones proponen desde hace décadas.
  • Al mismo tiempo, confirmamos que la actividad agrícola en España y Portugal debe enmarcarse en un determinado modelo, el Modelo Profesional y Social y la Agricultura Familiar, que la COAG y la CNA defienden y representan en su mayoría, y que son hombres y mujeres del campo que trabajan directamente con sus familias en sus tierras, de donde obtienen su sustento. Este modelo contribuye al equilibrio territorial, participa en la conservación del medio ambiente y, en última instancia, es fundamental para el mantenimiento del tejido socioeconómico de las zonas rurales, así como la base para la construcción de un sector agroalimentario para la soberanía alimentaria.
  • Paradójicamente, a pesar de todo lo que ofrece a la sociedad, nuestro modelo agrícola está fragilizado y en declive, con caídas en los ingresos agrícolas, desmantelamiento de la actividad productiva en amplios sectores y territorios, disminución de la producción, cierre de explotaciones y pérdida de empleo, envejecimiento de los agricultores… Hasta ahora, la política agrícola, empeñada en contribuir a la concentración de la propiedad y la riqueza, no ha tenido voluntad de revertir este declive continuo.
  • En los próximos años, este modelo de agricultura enfrentará nuevos desafíos y demandas adicionales. La agricultura deberá garantizar, en primer lugar, el derecho a una alimentación saludable para todas las personas, frente a una población mundial creciente, mayores costos y mercados más volátiles, es decir, la seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria; en segundo lugar, deberá hacerlo de manera sostenible, preservando el medio ambiente, la biodiversidad, el agua, el suelo, el aire y contribuyendo a la mitigación del cambio climático (mientras se adapta a sus efectos adversos en la producción); en tercer lugar, intentando ser más eficiente en el uso de los recursos, para lo cual necesitará recurrir a la innovación y especialmente, en el caso de la energía, a fuentes renovables, utilizando métodos agroecológicos adaptados a las realidades edafoclimáticas; y en cuarto lugar, deberá enfrentar los procesos de integración de la cadena alimentaria, el poder desmedido de la gran distribución que aplasta los precios en la producción y la instalación de megaexplotaciones en manos de grupos de inversión que representan un modelo opuesto al nuestro y que amenazan la continuidad de la actividad agrícola profesional e independiente.
  • Ante estos ambiciosos desafíos, es lamentable un recorte en los fondos agrícolas, que implica una pérdida del 12% del poder adquisitivo aprobado en el último marco financiero de la UE, en un escenario de nuevas demandas en el marco del Pacto Verde, lo que significará costos más altos para los agricultores y productores pecuarios.

    En este contexto, CNA y COAG reclaman:
  • Precios justos e ingresos dignos para los hombres y mujeres del campo, con mecanismos de gestión y regulación del mercado. De lo contrario, no hay sostenibilidad. Para ello, se debe abordar el reequilibrio de la cadena de valor y la competencia con países terceros, además de una mejor distribución de las ayudas. Asimismo, será esencial contar con mecanismos inmediatos para hacer frente a situaciones de crisis, bien dotados y financiados al margen de las ayudas directas. De la misma manera, sería necesario recuperar el principio de preferencia comunitaria frente a las importaciones sin control. Debemos exigir que todos los productos que ingresen de países terceros se equiparen a los estándares de producción de la UE, tanto en las normas de bienestar animal, regulación de fitosanitarios, normas ambientales, obligaciones laborales, etc. Si utilizan sistemas de producción prohibidos en la UE, rechazar la entrada y disponibilidad para los consumidores dentro de la UE. Si infringen leyes laborales, fiscales, etc. en relación con nuestras regulaciones (no las de los países de origen), implementar aranceles cuyo valor se canalizaría hacia un fondo anticrisis gestionado por los Estados para cada sector afectado.
  • Disponer de un período de adaptación para asumir los importantes cambios que ocurrirán, con apoyos significativos tanto en ayuda como en inversión, formación y asesoramiento. Los agricultores son protagonistas en la lucha contra el cambio climático y lideran el compromiso con un modelo agroalimentario sostenible, pero no podrán cumplir ese papel si no se revisan todos los acuerdos de libre comercio con países terceros, estableciendo el principio de soberanía alimentaria y condicionando las importaciones.
  • Un conjunto de acciones en relación con los costos de producción, cuya tendencia al aumento ha reducido la rentabilidad del sector en las últimas décadas. En este sentido, es fundamental apoyar las inversiones para reducir la dependencia energética de las explotaciones agrícolas y promover el uso de energías renovables, así como avanzar en la transformación digital de las explotaciones agrícolas. La transformación digital es un gran desafío para el sector agrícola, con grandes oportunidades, pero también riesgos y amenazas para nuestro modelo agrícola y alimentario, que pueden llevar a una fuerte reconversión. Para CNA y COAG está claro que cuando hablamos de transformación digital, hablamos de colocar al agricultor en el centro del proceso, haciéndolo protagonista. Para ello, es fundamental garantizar el uso democrático y social de las nuevas tecnologías, adaptadas a los diversos factores y condiciones específicas de cada explotación agrícola.
  • Apoyos dirigidos a las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas y a la agricultura familiar, que ocupan el territorio y aseguran la producción local y estacional, promoviendo circuitos cortos, deben ser una prioridad de la Política Agrícola Común, para garantizar sus ingresos e incluso su supervivencia, respetando sus formas de producción y sus especificidades.