El G8 debería corregir sus propios errores en lugar de seguir imponiendo medidas a los países pobres
Documento de posición – La Vía Campesina – 17 de Abril de 2009
Entre el 18 y el 21 de abril de 2009, los gobiernos de los países pertenecientes al G-8 se reunirán en Treviso (Italia) para su primer encuentro sobre agricultura. La agenda se centrará en la seguridad alimentaria y en cómo el sector agrícola podría contribuir a a una reactivación de la economía. Además de cuestiones técnicas, se tratarán temas tales como la Ronda de Doha, la Alianza Global, la reforma de la FAO, los agrocombustibles y el cambio climático. La Vía Campesina está extremadamente preocupada sobre los resultados que pueda arrojar dicha reunión, puesto que el G8 no es el espacio apropiado para definir las soluciones a la crisis de los precios de los alimentos. ¡No les corresponde a los países ricos definir lo que los países pobres deben hacer! Este “G-8 Agrícola”, que se ha ampliado para incluir a Brasil, China, India, México, Sudáfrica y Egipto, demuestra la importancia de la agricultura dentro de la nueva arquitectura internacional establecida al rebufo de la crisis financiera. Estos gobiernos esperan encontrar una solución a través de las mismas políticas de gobernanza internacional que han creado el problema.
La crisis rural es, en gran medida, el resultado de las actuales políticas neoliberales de ajuste estructural y de liberalización del comercio impulsadas especialmente por el G-8. Estas políticas destruyen la producción campesina de alimentos y convierte a un gran número de países que eran productores netos de alimentos, autosuficientes, en importadores netos de alimentos, haciéndolos gravemente dependientes de los mercados internacionales. La actual desregularización de los mercados agrícolas combinada con el capital especulativo proveniente de los mercados financieros ha causado una gran especulación en los precios de los alimentos. Ha desestabilizado los mercados locales, arrojando a millones de personas al hambre y la pobreza. Los gobiernos del mundo han impuesto el dogma del mercado libre por encima de las necesidades de los pueblos. Ahora se hace evidente que esta ideología solo conduce a la quiebra y a la pobreza.
En Londres, el G-20 ha anunciado un programa de 850 millones de dólares (1) que “apoyará” a los países en desarrollo para hacer frente a la crisis financiera, y que será ejecutado por el FMI y el Banco Mundial. Tememos que este programa sea un nuevo instrumento similar a los Programas de Ajuste Estructural y la OMC, y que impondrán nuevas políticas neoliberales.
Al mismo tiempo, presenciamos cómo las multinacionales, con el apoyo de grandes fundaciones, se mueven agresivamente en África, donde esperan imponer una segunda “revolución verde” (a través de la venta de fertilizantes y de semillas transgénicas). También pretenden apoderarse de millones de hectáreas de tierra para futuras producciones de alimentos y de agrocombustibles (2). Para las corporaciones transnacionales la máxima prioridad es su propio beneficio – y no el alivio del hambre y la pobreza –. Estamos viendo cómo los grandes inversionistas internacionales y los especuladores se están alejando de los productos financieros para ir hacia los productos alimentarios y la tierra en el Sur. Sólo nos queda esperar a que explote la próxima burbuja, a que la siguiente crisis emerja.
En lugar de mantener y reforzar las mismas políticas, necesitamos una reorientación del sistema alimentario hacia la soberanía alimentaria. Queremos que se reconozca al modelo campesino de producción alimentaria sostenible como una respuesta a la crisis climática y a la crisis en los precios de la alimentación.
El G-8 debe discutir y analizar sus propias políticas agrícolas, especialmente la PAC y la “Farm Bill”, para así evaluar su contribución a la crisis de los precios de los alimentos y tomar las medidas correctoras necesarias. La PAC, a través del régimen de restituciones a la exportación (con la leche, por ejemplo), está esencialmente ejerciendo “dumping” sobre terceros países, destruyendo sus mercados internos y por ende, haciendo imposible que los/as productores/as locales puedan competir.
El G-8 no debería brindar más asistencia financiera para semillas y fertilizantes. En su lugar, debería apoyar y animar a gobiernos nacionales a que asuman su responsabilidad y reestructuren sus sistemas agrícolas, alejados de la producción corporativista, orientada a la exportación. Los gobiernos nacionales deberían implementar las siguientes medidas:
- Dar estabilidad a la desastrosa volatilidad de los precios de los alimentos en los mercados domésticos, a través de la plena toma de control sobre la importación y la exportación de alimentos, para así estabilizar los mercados locales.
- Establecer políticas para apoyar de manera activa la producción campesina local y las pesquerías artesanales, los mercados locales y la aplicación de reformas agrarias y acuáticas. No queremos que los fondos vayan a los fertilizantes y a las semillas transgénicas, que benefician exclusivamente a las multinacionales y dañan los suelos y la biodiversidad.
- Detener la apropiación de tierras por las corporaciones para la producción industrial de agrocombustibles y alimentos.
Hacemos un llamado a los países del G-8 para que reconozcan los errores de sus políticas y los impactos devastadores que éstas han tenido sobre la producción campesina de alimentos. Necesitamos una mejora drástica en la gobernanza global de la agricultura y los alimentos. El G-8 debería brindar su pleno apoyo a una reforma fundamental de las agencias de la ONU (Organización para la Alimentación y la Agricultura – FAO, el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola – FIDA y el Programa Mundial de Alimentos – PMA), así como del Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional – CGIAR, para unificarse dentro de un único espacio en el seno del sistema de las Naciones Unidas que pueda actuar con total independencia respecto a la OMC, el BM y el FMI, poseyendo un claro mandato de los gobiernos, una participación decisiva de campesinas y campesinos, comunidades pesqueras y otras organizaciones de la Sociedad Civil, así como un proceso de toma de decisiones transparente y democrático.
Estamos en contra de la creación de la llamada “Alianza Global”. Nos oponemos firmemente al circo actual de creación de nuevas estructuras y espacios. Éstos/as están abocados/as al continuo fracaso, ya que socavan los ya existentes y siguen implementando las mismas políticas fallidas (3).
Un acuerdo en la Ronda de Doha, así como en otros Tratados de Libre Comercio, es inaceptable, porque únicamente sirven para agudizar la crisis en la producción campesina de alimentos. Se debe prohibir a la OMC, al Banco Mundial y al FMI, interferir en las políticas alimentarias domésticas o locales; la alimentación no es una mera “cuestión técnica”. Vivir en un mundo donde todas las personas puedan comer y donde los agricultores, hombres y mujeres, puedan tener su sustento es una cuestión de voluntad política. Nosotras y nosotros exigimos que los líderes y las lideresas del mundo asuman este reto.
Contactos in Treviso
Lorenzo Misuraca: +393293562461
Fergal Anderson: +32488880847 (e-mail: fergal@eurovia.org This e-mail address is being protected from spam bots, you need JavaScript enabled to view it )
(1) ver: http://www.g20.org/Documents/Fin_Deps_IFI_Annex_Draft_02_04_09_-__1615_Clean.pdf
(2) ver: http://farmlandgrab.blogspot.com/
(3) ver también la declaración emitida por La Vía Campesina junto con otras organizaciones durante la Reunión de Alto Nivel realizada en Madrid en enero de 2009. http://www.foodsovereignty.org/public/new_attached/60_Statement%20Madrid%20meeting-EN.pdf