Cultura campesina y la participación de las mujeres
“Rescatar la agricultura campesina es uno de los grandes desafíos de las mujeres”, afirma Marli Bambrilla, quien pertenece al asentamiento Portal del Tigre, en la ciudad de Querencia del Norte, en el noroeste de Paraná.
Integrante del MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) desde el inicio del movimiento, Brambrilla se basa en sus experiencias cotidianas para discutir sobre el papel de la mujer en las zonas agrícolas, en la conservación de la cultura y en la organización de las organizaciones populares. Marli Brambrilla dice que el mantenimiento de la cultura campesina depende directamente de la actuación de la mujer en la sociedad, que es un elemento que une la familia. La mujer es responsable en la mayoría de los casos de la educación y los valores transmitidos a los hijos. Esa influencia se refleja en todos los ámbitos, inclusive en la agricultura. “Desarrollándose en la agricultura familiar, la mujer consigue muchos cambios tanto en los cultivos como en la propiedad. Cuando esto queda solamente en las manos del hombre, generalmente la producción se vuelca hacia el monocultivo”, señala.
El mantenimiento de la cultura del campo también debe ser priorizada desde la escuela. En el proceso de globalización del capitalismo, en el que los rasgos locales son sustituidos por culturas extranjeras y otras modas, la educación tiene una potencial importancia. “Antes, en las escuelas del interior, nuestros niños hablaban de la cultura y de los hábitos del campo. Ahora se visten de ´cowboy´, imitando la novela de las ocho”, afirma.
Vergüenza
La alternativa propuesta por Brambrilla para que el campesino no pierda su identidad es mantener firme el orgullo de su propia cultura y origen. “Cuando la gente habla de agricultura campesina, muchos creen que es algo pasado de moda. Pero lo que necesitamos entender es que esta es un modo de Producción que posee sus características propias”, argumenta.
Además de hacer conciencia de esto, es preciso que el agricultor preserve el modo de vida campesino. Eso implica volver a consumir lo que produce, sin dejarse llevar por la presión comercial y la propaganda de las industrias. “La gente vende la leche para las empresas a un precio bajísimo y después compra el yogur industrializado porque es más bonito, más moderno”, critica. Para esta trabajadora rural, la presencia femenina es imprescindible en los movimientos populares , para que los movimientos sociales avancen en la lucha política. “Los espacios, dentro de los movimientos se están abriendo para las mujeres. Debemos superarnos y ocuparlos”, finaliza.