Comunicado: Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP), Paarl del CIP (Ciudad del Cabo)
Construimos un sistema alimentario mundial basado en nuestra agroecología y la soberanía alimentaria!
16 de marzo de 2018
Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP)
Nosotras y nosotros, representantes de los y las campesinas y agricultoras familiares, sin tierras, mujeres y jóvenes rurales, pescadoras y trabajadoras de la pesca, trabajadoras agrícolas, cazadoras y recolectoras, pastoralistas y pastoras, pueblos indígenas y consumidoras de alimentos de todos los rincones del mundo, todos y todas miembros del CIP, nos reunimos en Paarl, Sudáfrica, para avanzar en nuestra lucha por la soberanía alimentaria y la agroecología. Nuestra reunión tuvo lugar durante la peor sequía jamás registrada en Ciudad del Cabo, pocas semanas antes del día cero, que marca el día en el que dejará de salir agua de los grifos. Expresamos nuestra solidaridad con las masas de personas pobres y marginadas en Ciudad del Cabo cuya salud está en riesgo, puesto que el acceso al agua potable limpia está en peligro, como sucede en muchos otros territorios. La crisis hídrica es solo una de las muchas amenazas serias a las que hacemos frente en todo el mundo debido a las políticas neoliberales, el extractivismo y a otras relaciones irrespetuosas con la naturaleza que provocan una crisis climática prolongada.
Rendimos homenaje a nuestro camarada y compañero en la lucha Kuria Gathuru, que falleció en septiembre del 2017.
Nosotros y nosotras, como productoras de alimentos a pequeña escala y consumidoras –incluidas las poblaciones urbanas pobres, las comunidades marginadas, los refugiados, las personas desplazadas y las que viven en territorios ocupados–, dependemos de nuestras tierras y territorios acuáticos y del acceso a la tierra, el agua, las semillas nativas y nuestras razas animales, así como del control sobre ellas, para producir y acceder a alimentos saludables, asequibles y nutritivos y para mantener nuestras culturas y medios de vida. También necesitamos poner un énfasis especial en la protección de la polinización libre de las semillas y de las abejas y otros insectos, así como la protección de las y los apicultores. Las múltiples crisis que afrontamos actualmente –incluida la degradación y la pérdida de nuestras tierras, la contaminación de los océanos, el acceso menguante al agua, el avance de gobiernos reaccionarios, la captura corporativa de las instituciones y las estructuras de gobernanza, el patriarcado capitalista, las industrias extractivas, la xenofobia y las políticas contra los migrantes, la desigualdad económica creciente y el cambio climático– son una amenaza para nuestros derechos humanos y para el planeta.
Durante los últimos años, el movimiento por la soberanía alimentaria ha conseguido numerosos logros. Desempeñamos un papel clave en la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de las Naciones Unidas. Tuvimos éxito a la hora de asegurar la aprobación de varios instrumentos de las Naciones Unidas. En 2012, el CSA aprobó las Directrices internacionales sobre la gobernanza responsable de la tenencia de la tierra, la pesca y los bosques, y en 2014, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) aprobó las Directrices internacionales para lograr la sostenibilidad de la pesca en pequeña escala en el contexto de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza. También en 2014, la FAO decidió establecer un departamento para promover el programa de la agroecología, y en 2016 el CSA adoptó un mecanismo de monitoreo innovador para dar seguimiento a la aplicación de todas las decisiones de políticas tomadas en el CSA. Nosotras y nosotros, los miembros del CIP, desempeñamos un papel clave en todos estos procesos y seguimos comprometidos para trabajar con la FAO y el CSA en un espíritu positivo y sobre una base de derechos humanos no negociable, en particular el derecho a la alimentación y a la nutrición, con vistas a garantizar la implementación continua de estos instrumentos al tiempo que se defiende su significado real.
Los derechos de las mujeres a participar en los espacios de toma de decisiones siguen en entredicho en un mundo que aún está dominado por fuerzas patriarcales. Reconocemos el papel central de las mujeres en la soberanía alimentaria y la agroecología en todos nuestros sectores, y nos comprometemos a luchar por la igualdad de derechos de las mujeres con un énfasis en el derecho a participar en los procesos de toma de decisiones a todos los niveles. El feminismo está en el centro de nuestra lucha para acabar con todas las formas de violencia contra las mujeres y para eliminar el patriarcado. De manera similar, la juventud rural sigue siendo en gran parte marginada políticamente en la sociedad. Nos comprometemos a reforzar la autonomía de las mujeres y la juventud y a continuar con nuestra lucha por la equidad y la participación igualitaria.
Los derechos de los pueblos indígenas son inherentes e inalienables. Pese a que estos derechos no se pueden arrebatar mediante nuevas leyes, somos testigos de una violación creciente de los derechos de los pueblos indígenas. Los territorios indígenas son confiscados ilegalmente por corporaciones multinacionales –a menudo con el consentimiento y la complicidad de las autoridades estatales– para satisfacer su avaricia por obtener beneficios de la naturaleza. Seguimos comprometidos para defender los derechos de los pueblos indígenas y continuar con nuestras luchas en los espacios en los que estamos presentes, incluido en las Naciones Unidas.
Las corporaciones transnacionales, incluidos los agronegocios, las corporaciones financieras y las empresas extractivas y energéticas, siguen saqueando la naturaleza y haciendo que nuestro planeta se caliente. Sus modelos empresariales capitalistas y extractivistas están transformando la naturaleza en activos económicos y financieros. Las corporaciones transnacionales son alentadas por la OMC y los acuerdos de libre comercio, lo que abre la puerta a la explotación y la destrucción de la naturaleza en otros países, así como a los acaparadores de tierras y océanos. Junto con gobiernos que buscan beneficios económicos rápidos en detrimento de los pueblos, el camino está allanado para la desposesión de las personas de sus territorios. Somos testigos de la criminalización, el encarcelamiento e incluso el asesinato de los y las defensoras de derechos humanos, y nos solidarizamos con todas y todos aquellos que se enfrentan a la violencia cuando defienden sus comunidades y la naturaleza.
El cambio climático es uno de los principales desafíos de nuestro tiempo y nos obliga a actuar. Experimentamos sequías más frecuentes, pero también graves inundaciones debidas a lluvias torrenciales, y ambos fenómenos tienen efectos demoledores sobre nuestra capacidad de producir alimentos, alimentar a nuestros pueblos y mantener nuestras tradiciones culturales y medios de vida. La disminución del acceso al agua es el resultado del cambio climático y de los enormes volúmenes de esta valiosa fuente utilizados por los agronegocios y las empresas energéticas. Las soluciones para mitigar el cambio climático que plantean nuestros gobiernos no abordan las causas subyacentes y siguen permitiendo que los que más contaminan –incluidos los agronegocios y las empresas del sector de la energía y la minería– continúen calentando nuestro planeta. Los mecanismos de mitigación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) –incluido REDD+, el carbono azul y la agricultura climáticamente inteligente, que también promueve la FAO– son soluciones falsas. Las soluciones reales para detener el cambio climático están arraigadas en el acceso de los pueblos a la tierra y el agua, y en el control de estos, así como en la promoción de la agroecología, la restauración de la naturaleza y los paisajes de retención del agua. Seguiremos con nuestra lucha para promover nuestras soluciones en todos los espacios en los que estamos presentes, incluida la FAO, la CMNUCC, el Convenio sobre la Diversidad Biológica y el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Como último recurso, cuando la vida no ofrece alternativas debido a la desposesión de nuestros territorios o a desastres climáticos, tenemos que recurrir a la migración para resistir. No obstante, incluso bajo estas circunstancias, estamos siendo criminalizados en los países en los que buscamos refugio y una vida mejor. Es urgentemente necesario que se haga justicia, y condenamos las políticas y el trato inhumano de las y los inmigrantes en todo el mundo, que tienen que soportar acosos sexuales, esclavitud y encarcelamientos.
Para asegurar que se escuchen nuestras voces desde el nivel de las bases y que nuestras experiencias se tengan en cuenta en la toma de decisiones, combinaremos nuestras luchas a nivel mundial con un mayor énfasis en la gobernanza en el plano local, nacional y regional. Para afrontar estos desafíos, nos comprometemos a trabajar en el empoderamiento y la mejora de la comunicación en y entre nuestros movimientos en lo que respecta a nuestras soluciones concretas existentes. Las alternativas reales al sistema alimentario actual ya existen a nivel local y a nivel internacional, a través de la producción agroecológica, la economía social y solidaria que incluye los mercados territoriales, las relaciones directas entre los y las productoras y las consumidoras, las cooperativas y mecanismos de gobernanza y políticas participativos dirigidos por las comunidades.
Observamos con gran preocupación que muchos gobiernos del mundo están reduciendo su financiación a las instituciones de las Naciones Unidas, y que muchas de estas, incluida la FAO y el CSA, están trabajando bajo una presión creciente. También somos conscientes de que las corporaciones y las fundaciones filantrópicas se aprovechan de esta situación mediante el apoyo financiero que prestan a los programas de las Naciones Unidas, comprando de esta forma influencia política. Por lo tanto, no sorprende que la financiación para los movimientos sociales se esté reduciendo, así como nuestro espacio para la participación. Como respuesta, nos comprometemos a aumentar nuestros esfuerzos para movilizar recursos y presionar a los gobiernos para que implementen políticas públicas y apoyo de extensión para la producción agroecológica que estén anclados en los derechos humanos, en particular el derecho a la alimentación y a la nutrición.
Nos comprometemos a construir nuestro movimiento por la soberanía alimentaria y a empoderar a las comunidades que están en primera línea para que sean más fuertes, y a llevar sus luchas a todos los espacios en los que se toman decisiones políticas fundamentales. Para abordar los desafíos que tenemos ante nosotros seguiremos trabajando con la FAO, el CSA y el Convenio sobre la Diversidad Biológica, y continuaremos con nuestra labor conjunta en otros espacios institucionales y estratégicos, incluido el Consejo de Derechos Humanos y el Foro Alternativo Mundial del Agua.
Amandla! Awethu! – ¡El poder al pueblo!
Organizaciones Signatarias:
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Urgenci
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