Allianza de intereses para explotar los biocomustibles

Por João Pedro Stedile (*)

SAN PABLO, Mar (IPS) El Movimiento de los campesinos sin Tierra de Brasil (MST) así como la organización internacional Vía Campesina condenan la iniciativa del Presidente Bush, que en su inminente gira latinoamericana se propone seducir y cooptar a los gobiernos de la región para que promuevan la producción en gran escala de biocombustibles -como el alcohol de caña de azúcar y el etanolo de maíz- para exportarlos al mercado estadounidense. Recientemente 600 dirigentes de movimientos campesinos de todo el mundo, científicos, ambientalistas y líderes feministas estuvimos reunidos en Malí para discutir los problemas relacionados con la soberanía alimentaria en nuestros países. Analizamos la ofensiva en cierne para la producción de biocombustibles y convenimos que se ha estrechado una alianza diabólica para unificar los intereses de tres grandes sectores del capital internacional: las corporaciones petroleras, las transnacionales que controlan el comercio agrícola y las semillas transgénicas, y las empresas automovilísticas.

¿Qué quieren? Mantener el actual patrón consumista del primer mundo, con sus tasas de ganancia. Para ello, pretenden que los países del sur que concentren su agricultura en la producción de combustible para abastecer a los automotores del primer mundo. La energía que contienen los granos o plantas es en realidad una metamorfosis agroquímica de la energía solar que a través del aceite vegetal o del alcohol se transforma en combustible. Las mejores condiciones para este proceso existen en el sur del mundo, donde es mayor la incidencia de la energía solar y donde aún hay tierras disponibles. Además las empresas quieren aprovechar el empuje de los agrocombustibles para expandir las semillas transgénicas de soja y maíz, asegurándose ganancias por patentes y ventas de agrotóxicos por desarrollo de la agricultura energética.

Esto de producir combustibles con girasol, maíz, soja, almendra, palma africana o caña de azúcar es aparentemente una buena intención: sustituir al petróleo, un combustible contaminante y no renovable, con combustibles renovables que no dañan el ambiente. Esta alternativa será premiada con amplia publicidad gratuita porque se presentará como un gesto de buena voluntad para contener el calentamiento de la tierra.

Pero a la alianza trilateral sólo le interesa obtener ganancias, no le preocupa la situación ambiental. Ha optado por la energía renovable para no depender del petróleo que importa de países que hoy tienen gobiernos nacionalistas como Venezuela e Irán, por el fracaso de la guerra en Iraq que ha impedido que Estados Unidos se apropie de su petróleo y por la inestabilidad política en Nigeria, Arabia Saudí y Angola; o sea, por problemas en los principales países que exportan petróleo a Estados Unidos y Europa.

Los movimientos campesinos sostienen, en primer lugar, que no se debe emplear el término biocombustible ya que relacionar genéricamente energía con vida (bio) es manipular un concepto que no existe y debe ser reemplazado por agrocombustible.

Segundo, admitimos que el agrocombustible es más adecuado para el medio ambiente que el petróleo. Pero esto no afecta la esencia de la encrucijada que enfrenta la humanidad: el modelo actual de derroche de energía y de transporte individual que debe ser sustituído por un modelo basado en el transporte colectivo (tren, metro, etcétera).

Tercero, somos contrarios al empleo de bienes que se destinan a la alimentación humana para obtener agrocombustibles.

Cuarto, aunque la producción de agrocombustibles se considere necesaria, debe someterse a modos sustentables. Combatimos el actual modelo neoliberal de agricultura en gran escala y de monocultivo, que es perjudicial para el ambiente por el uso intensivo de agrotóxicos y de mecanización, que elimina mano de obra y agrava el calentamiento del planeta ya que destruye la biodiversidad e impide que el agua y la humedad de las lluvias se mantengan en equilibrio con la producción agrícola.

Afirmamos que es posible producir combustibles con productos agrícolas si se los cultiva en forma sustentable, en unidades pequeñas y medianas, que no
desequilibren el medio ambiente y signifiquen mayor autonomía para los campesinos en el control de la energía y el abastecimiento a las ciudades.

El movimiento campesino repudia la gira de Bush, que entre 8 y 14 de marzo visitará Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México porque será el inicio de su ofensiva para la exportación de agrocombustibles latinoamericanos al mercado estadounidense. A cambio, los capitalistas norteamericanos de la alianza trilateral exigen el derecho de instalar decenas de nuevas usinas de alcohol en todo el continente americano; sólo para Brasil la meta es de 100 nuevas usinas. Para hacer viable este programa el gobierno Bush postula que se otorgue al alcohol-etanol el estatus de "materia prima energética" no agrícola para escapar a las nornas que impone a los productos agrícolas la Organización Mundial de Comercio (OMC). Propone también que Brasil, Estados Unidos, India, Sudáfrica y otros países negocien un patrón tecnológico común para el agrocombustible derivado de caña de azúcar, maíz o plantas a fin de darle una fórmula aceptada internacionalmente, dando forma a una suerte de OPEP de energía agrícola que controlaría el comercio mundial.

En los próximos meses los movimientos campesinos continuarán debatiendo para una mejor definición de nuestros conceptos e iniciativas políticas ante este nuevo desafío, incluyendo la definición de una propuesta de producción viable y sustentable. Sobre todo, discutiremos cómo combatir este designio estadounidense que, si tuviera éxito, significaría una tragedia para la agricultura tropical, pues transformaría grandes extensiones de nuestras mejores tierras en monocultivos, agravaría la pérdida de biodiversidad y reduciría la tierra dedicada a la producción de alimentos expulsando a millones de campesinos en todo el mundo que se hacinarán aún más en las favelas de las metrópolis. Todo esto para abastecer el transporte automotriz individual y mantener el patrón consumista del american way of life.

Esta discusión y esta lucha recién están comenzando. Esperamos que la discusión se extienda a todas las sociedades y que los medios de comunicación reflejen este debate sobre asuntos que son fundamentales para el futuro de nuestros pueblos. (FIN/COPYRIGHT IPS)

(*) João Pedro Stedile, dirigente del Movimiento de los Sin Tierra (MST) y de Vía Campesina Brasil.