16 de octubre -Día Internacional de la Soberanía Alimentaria de los Pueblos

Recordar y reconocer el origen.

Fernando Fernández. Consejo Editorial de la Revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. Asesor Estatal del Area de Mundo Rural – Soberanía Alimentaria y Sostenibilidad de Podemos.

En el día 16 de Octubre, proclamado por las Naciones Unidas en el año 1992 como Día Mundial de la Alimentación, es justo reconocer la resistencia, la esperanza y la capacidad  de propuesta de; millones de campesinos y campesinas de todo el mundo, de pueblos indígenas, de comunidades pesqueras,  de pueblos nómadas y pastores, y de trabajadores y trabajadoras del campo y sin tierra, que articulados en la Vía Campesina, pusieron encima del tapete internacional el contrapunto de la Soberanía Alimentaria.

Las personas que habitan el medio rural de todo el mundo son conscientes, y se saben testigos de una crisis sin precedentes. El capitalismo tardó en adentrarse en el sector agrario, y cuando lo hizo, reprodujo el mismo modelo fabril que en otros sectores económicos. Se impuso al modelo campesino, familiar y comunitario en el que las actividades productivas y reproductivas se entrelazaban y los sustituyó por la especialización productiva, la intensificación en el trabajo y en el uso de insumos y la capitalización financiera de la producción. El modelo entendió que los sistemas campesinos habían logrado situarse en los “espacios vacíos del capitalismo”[1] y no estaba dispuesto a tolerarlo. El sistema dominante consideró que el modelo familiar y social era ineficiente a nivel económico, y así forzó la  internacionalización y la liberalización de los mercados agrarios mundiales a pesar de que el 70% de los alimentos que hoy seguimos consumiendo son locales.

El origen de la Vía Campesina como Movimiento Global y de la Soberanía Alimentaria como objetivo político,  engancha justo con la toma de conciencia de lo anterior. En el año 1992 y en el marco de un Congreso de la UNAG[2] (Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos) celebrado en Managua – Nicaragua – , 60 organizaciones de Europa y América se reunieron, y juntas analizaron la realidad del campo a tan solo dos años de la entrada en vigor de los acuerdos constitutivos de la OMC[3]. Coincidieron en señalar al capitalismo, como el origen de la crisis del modelo campesino y alertaron sobre los impactos del nuevo ciclo de liberalización económica.  Apenas un año después, en mayo del año 1993,  se celebró la Primera Conferencia Mundial constitutiva de la Vía Campesina en la ciudad de Mons (Bélgica). La conformación del movimiento se apoyó en la existencia previa de articulaciones  campesinas de resistencia que existían en los dos continentes; La CLOC (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo) en América Latina había nacido en el año 1992 en torno a la campaña “500 años de resistencia indígena, negra y campesina”, y en Europa, la Coordinadora Campesina Europea (CPE) surgió también en estos años frente a los impactos de la nueva PAC (Política Agraria Común) sobre la economía campesina europea.

En abril del año 1996, la Vía Campesina celebra su II Conferencia Mundial en Tlaxkala (México). Su manifiesto expresaba de forma clara las razones para la unidad de fuerzas. “Nos une el rechazo a las condiciones económicas y políticas que destruyen nuestras formas de sustento, nuestras comunidades, nuestra culturas y nuestro ambiente natural. Estamos conscientes de nuestro reto a crear una economía rural basada en el respeto a nosotros y nosotras y a la tierra, sobre la base de la soberanía alimentaria”[4] A partir de las conclusiones de esta Conferencia, se elaboró el primer llamado a la soberanía alimentaria[5]. Con un sencillo documento que llevaba por título, “Soberanía alimentaria. Un futuro sin hambre”[6]. En octubre del año 1996 en Roma, La Vía Campesina ante la Cumbre Mundial de la Alimentación y el Foro de Organizaciones No Gubernamentales ponían en el centro del debate la soberanía alimentaria. El documento planteaba explícitamente “el deseo de provocar debates en el seno de las organizaciones campesinas de todo el mundo así como del resto de las organizaciones sociales para consensuar posiciones y elaborar una propuesta alternativa sólida frente a las políticas neoliberales aplicadas en el sector agropecuario”[7].  Hoy la soberanía alimentaria es una propuesta política integral y coherente para salir de la crisis que atraviesa el mundo campesino y el mundo  rural,  y que aporta elementos a la solución de la crisis ecológica, social y de valores por la que atraviesa nuestro mundo.

La definición de soberanía alimentaria ha evolucionado, pero sobre todo, se ha completado incorporando perspectivas diferentes que a lo largo de estos 20 años la han ido enriqueciendo. El documento partía de premisas muy sencillas; el derecho de los campesinos y campesinas a vivir de su trabajo y producir alimentos, el derecho de los consumidores y consumidoras a disponer de alimentos sanos, nutritivos y adecuados culturalmente, y el derecho  de toda la humanidad a una alimentación adecuada.

La consideración general es que el derecho a producir y el derecho a la alimentación adecuada están vinculados puesto que la mayoría de los  y las que padecen hambre y desnutrición en el mundo, son productores y productoras de pequeña escala, así como campesinos y campesinas sin tierra.  De esta manera, el primer llamado a la soberanía alimentaria lanzado por la Vía Campesina incluía los siete principios que el movimiento internacional consideraba básicos para alcanzarla: 1. La alimentación es un derecho humano básico. 2. Reforma Agraria, urgente, necesaria e igualitaria entre hombres y mujeres. 3. Protección de los recursos naturales, y en especial las semillas. 4. Reorganización del comercio de alimentos para priorizar la escala local y el mercado doméstico. 5. Atajar la globalización del hambre a través del sistema internacional. 6. La paz social y la eliminación de la violencia como condición para el logro de la soberanía alimentaria. 7. La participación y el control democrático de los campesinos y campesinas sobre la formulación de políticas que les afectan.

La definición utilizada más comúnmente, fue elaborada por el CIP[8] (Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria) en el 2002[9]. La definición expresa el concepto de esta manera: “La Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos, comunidades y países a definir sus propios sistemas de producción, transformación y distribución de alimentos, así como las políticas agrícolas, laborales, pesqueras, alimentarias y de tierra de forma que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas a sus circunstancias únicas. Esto incluye el verdadero derecho a la alimentación y a la producción de alimentos, lo que significa que todos los pueblos tienen el derecho a una alimentación inocua, nutritiva y culturalmente apropiada, y a los recursos para la producción de alimentos y a la capacidad para mantenerse a sí mismos y a sus sociedades”.

En  el año 2004, el CIP  desarrolla el concepto de soberanía alimentaria a través de cuatro áreas de acción prioritarias: Derecho a la alimentación y Derechos humanos campesinos.  Promover la adopción de políticas de alimentación y agricultura con un enfoque basado en derechos humanos que conducirán a la eliminación progresiva del  hambre y la desnutrición. Acceso a recursos productivos Promover el acceso continuo de los productores y productoras de pequeña escala, comunidades nómadas y pastoralistas, comunidades pesqueras artesanales y pueblos indígenas al uso sostenible de sus tierras, aguas, recursos genéticos y otros recursos naturales utilizados para la alimentación y producción agrícola, lo que incluye también el hecho de compartir equitativamente los beneficios derivados de su uso.  Opción por el modelo agroecológico. Promover modelos agroecológicos familiares y comunitarios de producción de alimentos, a través de políticas de investigación y extensión basadas en el reconocimiento de los saberes campesinos, en especial de las mujeres, por medio de la gestión sostenible de agrosistemas locales para la producción de alimentos, predominantemente para mercados locales. Comercio y mercados locales Promover políticas de comercio equitativas que les permitan a las comunidades y a los países vulnerables al hambre y a la desnutrición la producción de cantidades suficientes de suministros de alimentos inocuos y seguros. Políticas que militen en contra de los efectos negativos de las exportaciones subvencionadas, del dumping de alimentos, de los precios artificialmente bajos y de otros elementos semejantes que caracterizan el modelo actual de comercio agrícola.

En este marco, nunca antes en la historia de la humanidad, el sector campesino había logrado articular tanta solidaridad y fuerza social ajena al campo. Lanzó un concepto tan potente, que con él,  logró articular un movimiento social global sin precedentes.  El movimiento por la soberanía alimentaria continua trabajando sobre reivindicaciones históricas, pero al mismo tiempo, asume e inicia procesos en torno a nuevos retos. Estos es: Reconocimiento de una Carta de Derechos Humanos Campesinos, la lucha contra el Acaparamiento de Tierras, enfrentar el cambio climático con el modelo de producción campesino, la luchas contra las transnacionales en el agro en cualquiera de los eslabones de la cadena alimentaria. Enfrentar la cultura machista en el campo y toda forma de violencia contra las mujeres, o de nuevo volver a reivindicar en el momento oportuno la centralidad de las políticas públicas pero dirigidas a la soberanía alimentaria.

Si se ha sido capaz de construir este movimiento social global es porque el  proceso de acumulación de fuerzas ha sido cuidadosamente construido y mimado. En este proceso han sido importantes muchas organizaciones, colectivos, movimientos y personas. Siendo conscientes de ello, podemos identificar las cuestiones que permitieron avanzar a nivel global: La soberanía alimentaria ha sido capaz de unir viejas y nuevas reivindicaciones. Ha sido capaz, no solo de fortalecer la lucha de colectivos, organizaciones, experiencias y proyectos ya reales, sino además, de animar la puesta en marcha de miles y miles de proyectos y experiencias productivas y sociales en todo el mundo.  Ha permitido fortalecer el diálogo político e ideológico como pocas veces antes se había producido. El diálogo entre campesinado y mundo ecologista, entre campesinado y feminismo, entre sin tierra y pequeños propietarios y propietarias, entre campesinas y campesinos propietarios y trabajadores y trabajadoras del campo, entre la visión del consumo y la producción. Ha superado la división norte –sur para entender que el debate es en torno a los modelos. Este planteamiento,  además de superar un enfrentamiento simplista de campesinado del norte contra campesinado del sur, fue crucial para la extensión del debate a nivel global y  permitió avanzar en propuestas que siguen los mismos principios en cualquier contexto.

Por último la propuesta de soberanía alimentaria logra conectar con el “sentido común” de la ciudadanía  de a pié, que siente que es importante apoyar y consumir producto local,  que no tienen sentido traer manzanas de miles de kilómetros de distancia mientras que aquí el productor o productora no puede vender las suyas, que el campesinado debe vivir de la renta de su trabajo, que las políticas agrarias no pueden subvencionar a quienes más tienen, y que la cadena de intermediación no puede quedarse con la plusvalía. Es decir, la propuesta es entendible socialmente y esto nos otorga un plus de legitimidad en momentos de crisis como el actual.

Todo lo anterior se ha  ido concretando en cada uno de los frentes de construcción política:

  • Se ha logrado que la soberanía alimentaria forme parte esencial de las agendas sociales y políticas de todos los movimientos sociales y gremiales. Esto determina la amplitud del frente de propuesta política. No hay espacio, foro o evento social de movilización donde no se aborde de manera central o tangencial la construcción de la soberanía alimentaria.
  • Se ha logrado articular la respuesta y la movilización en los escenarios políticos internacionales más relevantes y tejer estrategias diferenciadas en cada contexto. Se logró dar respuesta contundente al proceso de liberalización comercial liderado por la OMC, pero también a las amenazas de las tratados regionales o bilaterales, y se ha tenido la lucidez necesaria para entender que la FAO es un espacio político de disputa, que es necesario pelear para que retorne a su mandato originario.
  • Se ha logrado de igual manera aprovechar los procesos políticos nacionales favorables a un cambio de modelo de la mano de gobiernos amigos y populares, para ir introduciendo nuevas medidas políticas, nuevas leyes, nuevos planes mucho más coherentes con la soberanía alimentaria.

Analizar el estado actual del proceso desde una perspectiva histórica nos lleva a la conclusión de que no podemos permitirnos el lujo de perder ni uno solo de estos espacios de articulación social por la soberanía alimentaria. ¡¡Feliz Día Internacional de la Soberanía Allimentaria!!! ¡GLOBALICEMOS LA LUCHA – GLOBALICEMOS LA ESPERANZA!

Fuente: http://blogs.publico.es/mundo-rural 

[1] La idea de “los espacios vacíos del capitalismo” la desarrolla Rosa Luxemburgo

[2] La UNAG fue una de las organizaciones fundacionales de la Vía Campesina pero que sin embargo, luego terminó abandonando el movimiento por diferencias ideológicas.

[3] En el año 1994 y tras las negociaciones de la Ronda de Uruguay, entra en vigor el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio,  constitutivo de la nueva OMC (Organización Mundial del Comercio). En su seno se encuentra el Acuerdo sobre Agricultura que supone la extensión generalizada sobre el campo de las políticas neoliberales.

[4] Manifiesto II Conferencia Mundial de la Vía Campesina. Tlaxkala. México. Abril 1996

[5] “Soberanía alimentaria. Un futuro sin hambre”. Vía Campesina – CIP. Roma Octubre 1996.

[6] Soberanía alimentaria. Un futuro sin hambre. Documento de posición. Octubre 1996. Roma. CIP.

[7] Literal del documento referido en el texto.

[8] El CIP para la Soberanía Alimentaria está vinculado a una red de más de 2 000 ONGs, OSCs y Movimientos Sociales emanados de un proceso internacional de consulta e interacción que dio inicio en el año 2000, y el cual se construyó sobre las redes iniciadas en la CMA en 1996. Su papel de articulación global ha sido crucial y por su posición ha facilitado la interlocución del movimiento social con numerosos organismos internacionales y gobiernos.

[9] La definición fue elaborada durante el foro paralelo de ONGs de la CMA+5 (Foro para la Soberanía Alimentaria) y se encuentra en la hoja de datos sobre Soberanía Alimentaria en la página web de CIP en www.foodsovereignty.org.