México: Victoria histórica, el juicio contra la invasión de maíz transgénico
Ciudad de México, 16 de octubre. El dirigente nacional de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas, Olegario Carrillo, aseguró que el inicio del juicio de acción colectiva contra Monsanto y el gobierno federal, que suspende la otorgación de permisos para cultivos de maíz transgénico, es una victoria histórica de la sociedad civil porque dará oportunidad de abrir ampliamente el debate sobre este tema que ha sido vedado por los grandes medios.
“Por lo pronto, se ha logrado detener una de las principales fuentes de contaminación transgénica del maíz mexicano. Y si la justicia no se dobla, ganaremos este juicio para sacar definitivamente del país a los engendros de Monsanto. El debate ya lo tenemos ganado y es por ello que esa trasnacional se ha negado a confrontar directamente nuestros argumentos a pesar de que le hemos lanzado el reto públicamente”, sostuvo el líder campesino.
En el marco del Día de Acción Global por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos, que la FAO celebra como Día Mundial de la Alimentación, Carrillo informó que la UNORCA realizará en las próximas semanas una serie de foros regionales en los que se difundirá la problemática del maíz abordada por especialistas y productores.
Hace unos días el Juzgado Federal XII con asiento en la capital de la república ordenó al gobierno mexicano suspender el otorgamiento de permisos de liberación experimental, piloto y comercial de maíz genéticamente modificado, al dar arranque a un juicio de acción colectiva contra la invasión del maíz de Monsanto en México.
Se trata de una herramienta jurídica de reciente introducción en el Artículo 17 constitucional y en el Código Federal de Procedimientos Civiles que permite que grupos organizados accedan a tribunales para defender sus derechos comunes. Un conjunto de 20 organizaciones y 53 personas emprendieron la acción colectiva contra las secretarías de Agricultura (Sagarpa) y de Medio Ambiente (Semarnat) del gobierno federal y contra las empresas solicitantes de permisos de siembra de maíz transgénico, las trasnacionales Monsanto, Pioneer, Dow AgroSciences, Bayer y Syngenta.
Los demandantes —productores, ambientalistas, abogados, científicos y artistas— argumentaron el principio de precaución, el derecho a la alimentación y medio ambiente sanos así como la defensa de la biodiversidad del maíz.
El puñado de trasnacionales encabezadas por Monsanto, entre el año pasado y lo que va de éste, solicitaron permisos para la siembra comercial de maíz transgénico en superficies equivalentes a todo el terreno cultivable de los estados de Sinaloa y Tamaulipas (poco más de un millón de hectáreas), y otras grandes extensiones de Chihuahua, Durango y Coahuila que sumarían unos 10 millones de hectáreas, pero el gobierno federal no se ha atrevido a autorizarlos, debido al rechazo manifiesto de organizaciones de la sociedad civil.
Rompiendo una moratoria de más de una década, la administración federal anterior permitió desde 2009 el cultivo de maíz transgénico a cielo abierto en varios estados del norte del país —donde se considera tramposa y falsamente que no existen razas de maíz nativo—, al autorizar permisos para las fases experimental y piloto, previas a la comercial, según establece la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, también llamada Ley Monsanto.
La Sagarpa informó que hasta el 2012 fueron otorgados 193 permisos de siembra de maíz transgénico (168 en liberación experimental y 25 en fase piloto) en una superficie de 3 mil 452 hectáreas.
En enero de este año, la UNORCA realizó una huelga de hambre demandando la cancelación de permisos para toda clase de cultivos de maíz transgénico en territorio nacional, en un momento en que estaban por vencer las primeras solicitudes para siembra comercial. Centenares de integrantes de la organización se plantaron frente al Ángel de la Independencia, en una céntrica avenida de la Ciudad de México, y se levantaron varios días después para participar en una manifestación que culminó en el Zócalo con la concurrencia de decenas de miles de personas que exigieron, entre otras demandas, no al maíz transgénico, fuera Monsanto.
En el transcurso del año, la organización ambientalista Greenpeace realizó acciones espectaculares para enfocar la atención de la opinión pública sobre el rechazo al maíz transgénico, promovió mensajes en radio y junto con otras organizaciones encabezó la campaña aún en curso de 120 mil mexicanos contra el maíz transgénico, para respaldar una iniciativa ciudadana de reforma a la Ley de Bioseguridad con el fin de prohibir el cultivo de maíz transgénico en México.
“Por superficie sembrada, y por muchas razones más, el maíz es el cultivo más importante en México —afirma Carrillo— y es ya el principal grano cultivado en el mundo. En nuestro país, centro de origen, existen más de 60 razas nativas y miles de variedades, un enorme legado agro genético, cultural e histórico de los pueblos originarios que nos permitirá adaptar nuestra agricultura a la crisis climática. Si continuara la invasión del maíz transgénico, toda esta riqueza se perdería por contaminación, y como productores y consumidores quedaríamos en manos de Monsanto que a través de las patentes nos haría pagar regalías por producir y comer maíz y sus derivados. El maíz está hasta donde menos te imaginas y es la base de la que se obtienen más de 300 productos, incluso plásticos y etanol.”
“Esas empresas que monopolizan el mercado de semillas y otros factores de la producción a escala mundial, tienen el poder suficiente para influir a los gobiernos, ya se vio con el presidente estadunidense Barack Obama y su acta de protección a Monsanto, y a la propia Organización Mundial de la Salud, que ha declarado a favor de la supuesta inocuidad de los transgénicos. Pero existen estudios serios realizados por científicos que no trabajan para las trasnacionales que demuestran la relación causal entre el maíz transgénico y enfermedades como el cáncer y trastornos en hígado, riñones y otros órganos vitales.”
“Y para acabarla de amolar los transgénicos ni siquiera incrementan los rendimientos y es mentira que cuesten menos y que necesiten menores aplicaciones de agrotóxicos. De hecho, el maíz de Monsanto viene asociado con un herbicida muy peligroso llamado glifosato o faena del cual hay también estudios que demuestran que causa graves daños a la salud de la gente y al ambiente.”
Carrillo subrayó que con la suspensión de los permisos de siembra de maíz transgénico y el juicio de acción colectiva contra Monsanto y el gobierno federal, los campesinos y en general la sociedad mexicana han ganado una batalla. Pero la lucha continúa.