Túnez 2013: Si dependemos de semillas corporativas, perderemos la soberanía alimentaria
Defender las semillas se ha convertido en un tema fundamental. En los últimos 20 o 30 años lo que antes era completamente normal – el hecho que los agricultores campesinos cultivasen, seleccionasen, guardasen e intercambiasen las semillas – está ahora en peligro debido a las corporaciones que pretenden controlar y convertir la misma base de la agricultura en mercancía.
Este fue el tema del Foro Social Mundial de Túnez durante la sesión sobre Semillas Campesinas del 28 de marzo 2013, organizada conjuntamente La Vía Campesina, GRAIN y el grupo ETC.
Existen cuatro pilares de la agricultura, dice Nandini Jairam, miembro de La Vía Campesina y agricultora campesina de Karnataka, India, “éstos son: la tierra, las semillas, el agua y los campesinos.”
“Una semilla es milagrosa. Una semilla tiene vida – siembras una y cosechas cientos de ellas. Y el conocimiento especializado de los agricultores campesinos es también muy importante. Es el conocimiento heredado de generación en generación de los agricultores que guía la selección de las semillas que hay que plantar y guardar. Los agricultores en la India saben conservar las semillas durante dos o tres años sin usar pesticidas. Hacen trueque con las semillas, se las regalan entre ellos, devolviendo una parte de la cosecha.”
“Son las semillas campesinas que nos alimentan,” dijo Guy Kastler de la Vía Campesina, Francia. “Lo cual es un desastre para las empresas.”
Las corporaciones pretenden que los agricultores compren las semillas industriales – además del abono y los pesticidas necesarios para cultivarlas. Asimismo, tienen que impedir que los agricultores desarrollen, produzcan e intercambien sus propias semillas.
Actualmente, el mundo va hacia una crisis climática. Para el año 2070, dice Pat Mooney del grupo ETC, nos veremos frente a condiciones de cultivo que nunca se han visto a lo largo de los 10.000 años de la historia de la agricultura.
Son las mismas doce empresas que controlan dos tercios de la producción de semillas, el 70 por ciento de la producción de pesticidas y el 75 por ciento de los presupuestos de investigación agrícola privada, lo cual supera ampliamente todo tipo de recursos del gobierno.
“Sin embargo, en los últimos 50 años, la agricultura campesina ha donado 2,1 millones de variedades de 7.000 cultivos a los bancos de genes en todo el mundo, mientras que las empresas de semillas han contribuido tan sólo con 80.000 variedades.”
Y las contribuciones de los agricultores campesinos son infinitamente mayores, dice Kastler de La Via Campesina. “Una planta es un ser vivo. Se adapta al lugar donde crece, y los campesinos las seleccionan cuidadosamente según sus necesidades.”
Las semillas industriales se seleccionan para funcionar en condiciones uniformes, no están adaptadas a las realidades locales; se producen en laboratorios y se cultivan en parcelas de ensayo con abonos químicos.
“Fuera de las parcelas de ensayo, en los diferentes campos de los agricultores, estas semillas no crecerán sin máquinas ni abonos. Las plantas se enferman y entonces hay que cuidarlas con insecticidas, y fungicidas – es decir, venenos. La agricultura industrial es una ciencia – una ciencia de muerte,” dice Kastler.
Las seis agro-negocios más importantes en el mundo están centrando su investigación en tan sólo una docena de cultivos. “Están centralizando el futuro del suministro de alimentos del mundo en tan sólo 12 cultivos. Así, no se asegura el futuro,” dice Mooney.
A pesar de los recursos infinitamente superiores que la agricultura industrial tiene a su disposición, los campesinos cultivan el 70 por ciento de los alimentos del mundo.
“El sistema de agricultura industrial ha puesto la agricultura campesina en riesgo. ¿Confiamos en la agricultura industrial para salvarnos, o deberíamos suponer que son los sistemas campesinos que poseeen la resistencia y la creatividad para responder a la crisis?” dijo Mooney.
Los agro-negocios no existen para alimentar la gente, sino para crear y dominar/sostener a los mercados.
La emblemática “Alianza Para una Revolución Verde en África” (AGRA) es una ilustración clara. Es un proyecto inmenso, patrocinado por la Fundación Gates y otras, y afirma que su intención es ayudar a los agricultores a producir más, dice Henk Hobbelink de GRAIN.
Sin embargo, AGRA no está motivado por las necesidades de los agricultores africanos. Se centra en la agricultura comercial, con los agro-distribuidores en el centro de una estrategia para transformar a los pequeños agricultores en empresarios, operando en un mercado globalizado de semillas, abonos y distribución corporativos.
Según la visión de AGRA, son decisivas las semillas comerciales, como los OGMs.
“Sin embargo, los OGMs no alimentan al mundo, sino que echan a los agricultores de sus tierras,” dijo Hobbelink. Noventa por ciento de los OGMs son maíz, soja, canola y algodón, destinados a convertirse en textiles, pienso y agro-combustibles.
Se dice que los OGMs producen más, sin embargo la evidencia muestra lo contrario. Cuanto más se manipulan las semillas, más difícil es sostener altos rendimientos.
Los OGMs se promocionan también por reducir el uso de agroquímicos tóxicos, sin embargo, la evidencia igualmente muestra lo contrario. En Argentina. el uso de fertilizantes y de pesticidas ha sido incrementado veinte veces, así como también, el uso cada vez más frecuente de cultivos genéticamente modificados.
¿Cuál es la alternativa?
En primer lugar, dice Kastler, los campesinos deben guardar sus propias semillas a nivel local y colectivo y organizarse para seleccionarlas y protegerlas. “Deben ser autónomos en cuanto a semillas.”
El objetivo no debería ser crear un mercado global. Compartir semillas también equivale a compartir el conocimiento entre campesinos.
En segundo lugar, debemos luchar contra las leyes que les roban a los campesinos sus derechos en cuanto a las semillas.
En tercer lugar, debemos parar los OGMs: debemos impedir su cultivo, resistir y anular las leyes que permiten su uso extensivo.
Los campesinos deben estar presentes en igualdad de condiciones durante el debate sobre las semillas. Los campesinos deben asegurarse el reconocimiento de sus derechos a reproducir sus semillas, a intercambiar semillas y a asumir un papel de igualdad en la toma de decisiones cuando se trata del sistema de producción de alimentos.
Kastler concluye afirmando: “Si dependemos de semillas corporativas, perderemos la soberanía alimentaria. Si perdemos la soberanía alimentaria, perderemos la soberanía política.”