Por la globalización se ha feminizado el trabajo rural, afirman mujeres en Maputo
Luis Hernández Navarro (Enviado)
Maputo, 18 de octubre. A los problemas que padecían en el pasado las mujeres del campo se le suman nuevas dificultades. La globalización ha provocado la feminización del trabajo rural. Fenómenos como la migración ha llevado a multitud de mujeres ha convertirse en cabezas de familia y responsabilizarse del cultivo y la cosecha de los predios.
Estos y otros asuntos sobre la problemática de las mujeres en el mundo rural fueron analizados todo el día de hoy por las mujeres que asisten al quinto congreso de Vía Campesina, reunión a puerta cerrada en la que los únicos hombres que pudieron asistir fueron los traductores y los periodistas.
En la sesión, la chilena Francisca Rodríguez, dirigente de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, fundadora de Vía Campesina, relató la historia del esfuerzo por converger la causa de las mujeres con Vía Campesina.
La constitución de la organización –dijo– surge luego de la caída del Muro de Berlín, en un momento de crisis ideológica política de movimientos que buscaban el cambio social. Vía Campesina se forma como camino alternativo de lucha, de hombres y mujeres del campo, que recoge la historia, valora los conocimientos del mundo rural y planifica sus acciones para enfrentar al neoliberalismo. Pero lo hace no sólo como campesinos, sino como mujeres campesinas.
Fue necesario –aseguró– romper prejuicios en la organización. Implicó reconocer el papel de las mujeres en la agricultura del mundo. Juntando conciencia política con pasión y corazón lograron avanzar. Hasta la fecha se han efectuado tres asambleas de mujeres.
“La primera oportunidad de expresión colectiva como mujeres campesinas en la organización –narra– fue en Bangalore, India. Vía Campesina reconoció el valor y la completa igualdad de hombres y mujeres. Esto significó un cambio estructural en la perspectiva de la agrupación. Las mujeres pasaron a participar en condiciones de igualdad. Plantearon que era necesario tener representación. Los compañeros respondieron que tenían razón y que la dirección debía integrarse paritariamente”.
Aunque al principio la única mujer que participó en la dirección internacional fue Nettie Wiebbe, de Canadá, en el primer congreso 43 por ciento de los participantes fueron mujeres. “Hay que reconocer que Nettie –afirmó– participó como campesina y militante, pero con cabeza y corazón de mujer”. No fue fácil establecer paridad de género. “Nos ha costado a mujeres y hombres llegar a 50 y 50 y plasmar en las estrategias nuestro pensar y sentir y situación especial”.
Como mujeres, pero junto a Vía Campesina, participaron en la primera Cumbre de la Alimentación de la FAO en defensa de las semillas campesinas. Luego, en 2002, siguió la reunión de Río más 10, en que se dio seguimiento a la Cumbre Mundial de Medioambiente y Desarrollo efectuada en Río de Janeiro. En ella se reivindicó que las semillas son patrimonio de la humanidad. Las trasnacionales dijeron que sí, que las semillas son patrimonio de la humanidad y que como empresas y parte de la humanidad podían disponer de ellas para sus negocios y privatizarlas.
Según Rodríguez, la amplia discusión sobre este asunto concluyó con que las semillas son patrimonio de los pueblos indígenas y campesinos, que son los que las han cuidado y mejorado.
En la cuarta conferencia de Vía Campesina se elaboró la Agenda 21 de las Mujeres del Campo. En ella se estableció que era necesario reivindicar mucho más que el derecho a las semillas y a producir alimentos, y que también era necesario cuidar y defender la tierra, el agua, la biodiversidad, los bosques.
Finalmente la conferencia consagrará otros puntos adicionales: derechos humanos en el campo, erradicación de la violencia contra las mujeres en el medio rural, la salud y los derechos sexuales y reproductivos, además de su derecho a participar y al acceso a la formulación y decisión de políticas.