Nepal necesita una reforma agraria integral, no bancos de tierras
En Nepal, la nueva constitución de 2015, específicamente en el artículo 51 (i) que aborda las políticas estatales, menciona la implementación de reformas agrarias científicas que priorizan los intereses de lxs campesinxs mediante la eliminación de la propiedad dual de la tierra. Sin embargo, en la práctica, persisten numerosos problemas relacionados con la tierra debido a la influencia continua de la Ley de Tierras de 1964, que fue introducida como una distracción para sofocar el creciente movimiento campesino contra el feudalismo y la autocracia. Las reformas pretendidas a través de la Ley de Tierras de 1964 solo se implementaron parcialmente, ya que muchos propietarios dejaron su tierra ociosa o la arrendaron bajo acuerdos informales para evitar su identificación en programas de redistribución para hogares sin tierra.
Como resultado, la ausencia de un programa integral de reforma agraria ha dejado aproximadamente 1.3 millones de hogares nepaleses sin tierra en la actualidad. En las colinas y montañas, una parte significativa de tierras fértiles yace baldía debido a la propiedad ausente y a una gestión inadecuada de la tierra.
En medio de esta situación, han surgido varias soluciones engañosas y reformas falsas, incluida la propuesta de establecer Bancos de Tierras. Esta idea no es nueva; a finales de la década de 1990, influenciado por el informe de la Comisión Badal y respaldado por el Banco Mundial, el gobierno introdujo un programa de reforma agraria “dirigido por el mercado” como una solución falsa. Varios organismos no gubernamentales nacionales e internacionales que trabajan estrechamente con el Banco Mundial promovieron estas ideas, a pesar de que este programa enfrentó una fuerte resistencia de las comunidades campesinas y sin tierra, quienes alegaron que solo beneficiaba a lxs grandes propietarios de tierras desplazados por conflictos en lugar de a los pobres y sin tierra. Además, no logró abordar cuestiones fundamentales de la tierra como los derechos de tenencia para los arrendatarios no registrados, la tierra por encima del límite máximo permitido y la fragmentación de la tierra.
Las comunidades campesinas e indígenas en Nepal consideran la tierra no como una mercancía comercial, sino como un medio de producción ligado a la identidad, cultura, patrimonio y soberanía. El concepto de Banco de Tierras del Banco Mundial trata la tierra como una mercancía, contradiciendo los intereses de los campesinos, pueblos indígenas y pequeños productores de alimentos. El concepto de Banco de Tierras busca dividir grandes parcelas de tierra en pequeñas, reforzando la fragmentación y la mercantilización de la tierra, en lugar de fomentar un cambio social y poner fin a la propiedad feudal de la tierra.
El programa de Banco de Tierras implica incorporar la tierra al sistema bancario, facilitar el ahorro de tierras y permitir el arrendamiento y la venta de tierras, similar a la obtención de préstamos. Este enfoque ha recibido críticas por promover agendas imperialistas neoliberales en lugar de abordar las necesidades reales de reforma agraria. A pesar de la resistencia, la propuesta de Banco de Tierras ganó fuerza cuando el antiguo gobierno de Khadga Prasad Oli la reintrodujo como parte de una serie de reformas neoliberales altamente perjudiciales.
Sus defensores afirman que terminará con la propiedad ausente de tierras, arrendará tierras y evitará que las tierras permanezcan baldías. Sin embargo, estas afirmaciones se perciben como una fachada para promover una política neoliberal que se aparta del espíritu de la reforma agraria y potencialmente genera nuevos conflictos. Lxs pequeños agricultores que arriendan tierras para la agricultura temen que los programas de Banco de Tierras provoquen un aumento brusco en los precios de la tierra.
En la Federación de Campesinos de Nepal (ANPFA) miembro de La Vía Campesina Asia, hemos advertido repetidamente que estos programas podrían desviar tierras agrícolas hacia usos no agrícolas, representando una grave amenaza para la autosuficiencia agrícola y la soberanía alimentaria de Nepal. El “banco de tierras” no mejora la seguridad de tenencia, no mejora el acceso a la tierra ni proporciona beneficios económicos para los sin tierra. En cambio, podría profundizar la pobreza, la injusticia y la marginación al promover estructuralmente la concentración de la tenencia de la tierra entre los propietarios de tierras ricos y las corporaciones.
Lo que realmente necesita Nepal es una reforma agraria integral que gestione la tierra en base a políticas de uso de la tierra y asegure su utilización adecuada. Esta reforma debe ser no discriminatoria, reconociendo la dignidad inherente y los derechos iguales de todas las personas, incluida la garantía de derechos iguales para las mujeres. Una reforma agraria efectiva requiere políticas claras sobre uso de la tierra, cartografía, digitalización y administración, vinculadas a una transformación política, económica y socio-cultural más amplia. Esto implica tratar la tierra, el agua, las semillas y el conocimiento como bienes comunes que pertenecen a toda la humanidad, apoyando una economía solidaria que priorice una vida digna para todos por encima de los intereses de unos pocos privilegiados. También incluye fomentar relaciones sociales libres de opresión patriarcal, racista o de clase, combatiendo la pobreza, la miseria y la migración forzada, y democratizando las decisiones políticas.
Dada la disminución de la población agrícola, la disminución de la productividad y la reducción de las contribuciones agrícolas al PIB y al ingreso nacional, es esencial una reforma agraria integral, que incluya la reforma agrícola. Los partidos políticos en Nepal coinciden en la necesidad de una reforma agraria científica para poner fin a los restos feudales, aumentar la producción y productividad agrícola, establecer derechos sobre recursos productivos para lxs agricultores, poner fin a la falta de tierras, evitar la fragmentación de la tierra y abordar los problemas de lxs arrendatarios agrícolas. Sin embargo, los Bancos de Tierras no son la solución a estos desafíos.
Actualmente, en lugar de discutir soluciones falsas, la prioridad inmediata debería ser que el gobierno se centre en implementar la ley sobre la soberanía alimentaria, que ya ha sido facilitada por nuevas ordenanzas, y avanzar hacia la implementación de la Ley de Uso de la Tierra. La reforma agraria es fundamental para transformar las relaciones de producción, creando un entorno propicio para las comunidades productoras. Representa el primer paso hacia el establecimiento de una economía autosuficiente frente a la dominancia del capitalismo financiero y comprador.
Este artículo ha sido preparado con aportes de Pramesh Pokharel, Secretario General de la Federación de Campesinos de Nepal.