México, mega marcha contra el maiz transgénico
(Ciudad de México, 1 de febrero de 2013. ) Ayer culminó con una mega-marcha mas de una semana de plantón y huelga de hambre contra la inminente liberación comercial del maíz transgénico en México, organizado por la UNORCA y La Vía Campesina.
Con unos 5,000 campesinos y campesinas de la UNORCA (con muchos y muchas aliados, como la Red en Defensa del Maíz, otras organizaciones campesinas, colectivos diversos, Greenpeace, etc.), y un total de 80,000 a 100,000 personas en todas las marchas, se escuchó un “¡NO!” profundo al maíz transgénico, un grito desde el corazón de maíz de México, en el zócalo de la ciudad capital.
La mega-marcha fue masiva, muchos protestando en defensa del maíz, otros por el SME, por la libertad de los preso políticos, y en contra de las reformas estructurales. Y enfrentó un apagón de parte de los medios de comunicación (no apareció ni una nota hasta ahora en el periódico mas “amigo,” ni mucho menos de los otros medios), en parte gracias al “bien sincronizado” explosión en la Torre Pemex (en la misma hora del inicio de la marcha).
A continuación reproducimos integro el discurso pronunciado en el zócalo al final de la macha, por Olegario Carrillo, Coordinador Nacional de la UNORCA:
¡No al maíz transgénico! ¡Fuera Monsanto!
Venimos de distintos estados de la República, somos campesinas y campesinos que dedicamos nuestro trabajo a producir los alimentos para la población y para nuestras familias. Nuestras cosechas de maíz aportan más de dos tercios de la producción nacional. Durante los últimos 30 años, los sucesivos gobiernos se han esforzado en desaparecernos, alentando el despojo de nuestras tierras, agua, semillas, variedades de plantas y animales, conocimientos, mercados, subsidios, crédito, a favor de las agroindustrias transnacionales y los grandes empresarios. Pero los campesinos nos negamos a desaparecer. Somos sobrevivientes y hemos venido a decirle al pueblo de México que nosotros, los herederos de quienes crearon el maíz hace más de 7 mil años, quienes conservamos las más de 60 razas de maíz nativas y miles de variedades, podemos garantizarle una alimentación sana, de calidad y en cantidad suficiente –sin transgénicos– de acuerdo a nuestras preferencias culturales, y además cuidar el ambiente y la diversidad biológica.
Venimos a decirle al presidente Enrique Peña Nieto, que no es a partir de urbanizar a los campesinos y darnos programas de asistencia para comprar alimentos chatarra a las transnacionales, como se resolverá el hambre y la pobreza. Su solución y el de la dependencia alimentaria del país está en fomentar y proteger la agricultura campesina familiar como un pilar de la soberanía alimentaria.
Las corporaciones que producen semillas transgénicas y qude actualmente presionan para abrir la siembra comercial de maíz transgénico en México, Monsanto, Pioneer-Dupont y Dow, arguyen que los cultivos transgénicos son una pieza clave para enfrentar el hambre en el país. Nosotros les oponemos los resultados obtenidos en Estados Unidos después de 16 años de siembra: los transgénicos cuestan más y no han aumentado los rendimientos, pero sí son responsables del aumento en el uso de agrotóxicos.
Somos pueblos de maíz, los mexicanos consumimos de forma directa mayor cantidad de maíz que ningún otro pueblo. Distintos estudios científicos en ratas han demostrado que alimentarse con maíz transgénico puede provocar daños a la salud, y no queremos convertirnos en esas ratas de laboratorio.
Para los campesinos los transgénicos significan despojo y control. Nos pretenden despojar de nuestros saberes cristalizados en las semillas: años de trabajo y experimentación colectiva que hemos puesto al servicio de la humanidad, de las que las corporaciones se han apropiado y ahora exigen patentes y regalías. Si el gobierno permite la siembra comercial de maíz transgénico, nuestras semillas nativas se contaminarán. Ni los agricultores, ni los consumidores podremos decidir no cultivarlas o no producirlas.
Por lo tanto le exigimos al gobierno actuar bajo el principio de precaución y evitar un daño irreversible a las razas y variedades nativas de maíz; velar por la salud y bienestar de la población impidiendo que la base de su alimentación sea maíz transgénico; frenar el control de la producción agrícola y el sistema alimentario nacional por las corporaciones agroindustriales.
Le pedimos a las mujeres y hombres aquí reunidos y a todo el pueblo de México su solidaridad para luchar y defender nuestra identidad como pueblos y civilización del maíz.
¡No al maíz transgénico!
¡Fuera Monsanto!