Los movimientos campesinos, fuerza social internacional para recuperar la naturaleza
Los movimientos campesinos se han convertido en la actualidad en uno de los movimientos sociales más importantes a nivel internacional, con la intención de volver a su cometido esencial de mantener el equilibrio de la naturaleza, perdido tras muchos años por la industrialización y el mercado globalizado.
La economista, socióloga y documentalista, Silvia Pérez-Vitoria ha realizado numerosos documentales sobre campesinos en Estados Unidos, Francia, España, México, Eritrea, Bolivia y Nicaragua. Es profesora del programa del máster oficial de agroecología de la Universidad Internacional de Andalucía (del Instituto de Sociología y Estudios Campesinos de la Universidad de Córdoba), y explicó cómo estos movimientos campesinos en la actualidad se promueven como fuerza social y económica y son una alternativa para las nuevas generaciones y a la supervivencia del planeta.
Pérez-Vitoria resume en su libro, “El retorno de los campesinos” (Icaria Editorial), el estado actual del campo y la evolución que el campesinado ha sufrido desde sus primeros tiempos al paso de su industrialización, con la consecuente pérdida de valores del campo y de la relación que mantuvieron los campesinos en su relación con la naturaleza y calidad de sus productos.
“En la actualidad y desde hace más o menos dos décadas se están creando movimientos campesinos muy fuertes que, por primera vez, en la historia del campesinado, están trabajando a nivel internacional, en los que sus miembros luchan por seguir siendo campesinos y que sus hijos también los sean”.
“La Vía Campesina’, el movimiento social más importante del mundo”
“‘Vía Campesina’ es un movimiento que en la actualidad integra 200 millones de miembros y es la fuerza social más importante del mundo”, aseguró Pérez-Vitoria.
También hay escuelas campesinas en España, como la Universidad Rural Paulo Freire, en la Serranía de Ronda, en la localidad de Benaularía (Málaga) “donde están tratando de recobrar los conocimientos, campesinos muchos de los cuales han desaparecido y que, a veces, solo mantienen ya las personas mayores”.
Pérez-Vitoria explicó que “el campesinado tiene una larga historia; se puede decir que es uno de los ejercicios más antiguos del mundo y tiene un trabajo esencial para conseguir un equilibrio con la naturaleza, lo que no quiere decir que no haya habido cambios en la historia del campesinado”.
“Pero, además,- añadió -el campesinado reúne muchos valores, como por ejemplo, de apoyo mutuo. En lugar de competir, ellos tratan de hacer las cosas unidos y ayudarse los unos a los otros. Esta actitud ha sido verificada por muchos autores”, que han descrito la labor del campesinado a lo largo de la historia.
“El campesino, el que ha mantenido la riqueza de la tierra”
Pérez-Vitoria, sin embargo, incidió en la diferencia entre el conocimiento del campesino tradicional y del agricultor industrial, porque “el primero trata de mantener los medios naturales. Ha sido el campesino el que ha mantenido históricamente la riqueza de la tierra que tenemos, pero en 150 años se han destrozado los suelos por el uso de productos químicos, maquinaria, así como por los monocultivos, etc”.
Rescatar la biodiversidad, utilizar productos naturales para fertilizar y luchar contra las enfermedades, ayudar a que se mantenga un suelo rico, que es “muy importante, por ejemplo, en Europa, donde el suelo está destrozado por la agricultura industrial”.
Antiguamente, la tierra era “un bien sagrado, que no pertenecía a nadie. Era una cuestión incluso religiosa, de una religiosidad que pertenecía a los hombres y mujeres, porque, además, el campesinado es el único que tiene la posibilidad de recomponer el suelo”, añadió la economista.
“Era entonces cuando ese colectivo no tenía el afán de la propiedad, competir y tratar de ganar tierras permanentemente a costa de los demás, como se hace actualmente. Cuando la tierra pasa a ser propiedad privada y deja de ser sagrada y ese cambio es el que ha iniciado una transformación fundamental”.
Según la socióloga, “para que la modernización de la agricultura llegara a buen puerto fue necesario, en primer lugar, descalificar los conocimientos de los campesinos”.
El valor del campesinado
Sin embargo, Pérez-Vitoria consideró que en la actualidad “hay una voluntad por parte de la gente de reclamar la tierra para trabajarla, pero como campesinos, no con agricultura industrial. Aunque – se lamentó-, lo que pasa es que no hay ningún estado del mundo que valore al campesinado”.
“La crisis que estamos viviendo no es solamente económica sino también de recursos, puesto que los metales que necesita la industria se están agotando”.
Según la economista y socióloga, “el futuro es el campo. La fuerza de la agricultura está en renovar sus propios recursos constantemente y es un futuro real para los jóvenes, para los que quieran ir a encontrar trabajo en el campo y buscar una plenitud que muchas veces no van a encontrar en las ciudades”.
Una de las características del capitalismo es que la producción está dirigida únicamente para el mercado. Sin embargo, las dos terceras partes de la población que no come suficientemente vive en el campo, lo que quiere decir que si la gente trabajara para su autoconsumo se resolvería parte del hambre en el mundo”, argumentó Pérez-Vitoria.
“Pero, aunque eso no es suficiente porque hay que alimentar también a las ciudades, si hubiera los suficientes campesinos que el campo requiere se podría dar de comer a todo el mundo, porque un billón de personas pasa hambre y otro billón de personas come mal”, concluyó Silvia Pérez-Vitoria. Efeverde
Fuente: EFEverde