La Vía Campesina y organizaciones aliadas refuerzan la solidaridad con el campesinado palestino en Cisjordania

(21 de Noviembre 2019) Luego de la Conferencia “Soberanía alimentaria: colonias y fronteras”, una delegación de 18 miembros de La Vía Campesina y aliadxs de Honduras, Brasil, Puerto Rico, República Dominicana, Sudáfrica, Colombia, País Vasco, Mozambique, Alemania y Estados Unidos participaron de una serie de visitas a diferentes ubicaciones a lo largo de los territorios palestinos ocupados.

Las visitas fueron organizadas por el Unión de Comités de Trabajo Agrícola (UAWC, por sus siglas en inglés), la organización palestina miembro de La Vía Campesina que también había co-organizado la conferencia sobre soberanía alimentaria en Ramallah el 14 y 15 de octubre. Entre los puntos destacados de la delegación estuvo la participación en la cosecha de aceitunas con campesinxs locales, una ceremonia de intercambio de semillas, una visita al almacén de semillas y a los campamentos de refugiadxs de Kalandia y Dheisheh

La política de ocupación

Es difícil concebir lo que está en juego en la Cisjordania palestina ocupada sin una comprensión básica de los medios de control kafkianos impuestos por la ocupación israelí.

Cisjordania está dividida en tres áreas: A, B, y C. Estas categorías fueron parte de los Acuerdos de Oslo, que fueron pactados con el fin de sentar las bases para un futuro Estado palestino. El área A incluye las zonas urbanas edificadas de Palestina. Esta área es la más autónoma de las tres categorías, ya que está bajo control civil y militar de la Autoridad Palestina. Sin embargo, a pesar de la apariencia de normalidad, las incursiones militares israelíes son frecuentes.

La delegación internacional de La Vía Campesina fue testigo presencial de esta contradicción en el campamento de refugiadxs de Dheisheh en Belén. A pesar de estar bajo pleno control palestino, con frecuencia las fuerzas militares de Israel ejecutan redadas y arrestos dentro del campamento que aloja aproximadamente 3.500 refugiadxs palestinxs en menos de 1,5 kilómetros cuadrados. “Los soldados [israelíes] entran y salen como les parece, lo que para nosotrxs significa una condena. En marzo de 2019 un muchacho de 17 años fue asesinado. Era un bailarín de folklore en el grupo de danza del campamento”, contó Hamsa, uno de lxs refugiadxs. Hamsa es miembro de Ibdaa, un centro cultural dentro del campamento que hospedó a lxs miembros de La Vía Campesina por 3 días.

El área B está ligeramente más expuesta a la ocupación. Si bien lxs palestinxs intentan mantener control civil, cae bajo la jurisdicción de las fuerzas militares de Israel. Pero es en el área C donde lxs palestinxs de Cisjordania sienten la ocupación con mayor crudeza y profundidad, ya que se trata de la zona bajo pleno control civil y militar de Israel. En el campamento de refugiadxs de Kalandia, una de las pocas zonas urbanas en el área C, la delegación de La Vía Campesina fue testigo de algunos de los métodos usados para oprimir a lxs ciudadanxs de Palestina.

El campamento de refugiadxs es tristemente célebre por su punto de control militar. Para lxs 2,8 millones de ciudadanxs que viven en Cisjordania, el puesto de control de Kalandia es el punto de cruce principal para el ingreso a Jerusalén Este e Israel. Cada día, casi 30 mil palestinxs lo cruzan para trabajar, visitar familiares en aldeas cercanas aisladas por la “pared del apartheid”, o para obtener tratamiento médico. Aunque solo está a una distancia de pocos kilómetros, este viaje puede requerir muchas horas. Es usual ver largas colas de vehículos y peatones que se extienden por horas debido a los exhaustivos controles de seguridad y documentos que atraviesan quienes desean cruzar. El ejercito de Israel puede cerrar el punto de control en cualquier momento con mínima o nula justificación, un recordatorio de que la libertad de movimiento palestina está íntegramente sujeta a las decisiones arbitrarias de las fuerzas de ocupación, con total desprecio por las necesidades de lxs palestinxs.

El área C, que comprende más del 60 por ciento de Cisjordania, es una zona eminentemente rural y la más rica en recursos naturales. Esta área solo debía estar bajo control israelí por un período transitorio de 5 años, con una fecha de expiración fijada para 1998 cuando comenzaría el camino hacia la consolidación del Estado. Hoy, más de 20 años después, la ocupación del área C y las violaciones de derechos humanos que conlleva son ilegales de acuerdo al derecho internacional.

En el territorio, esto significa que los asentamientos israelís y el terreno militar pueden proliferar sin restricción alguna, estratégicamente apropiándose de tierra y agua tomadas de manos palestinas y socavando la soberanía del pueblo nativo sobre sus bienes comunes. Cuanto menos se trabaja la tierra, más vulnerable queda a ser tomada por la ocupación. Además de otras restricciones impuestas al Área C, las autoridades israelíes adhieren a una antigua ley otomana según la cual si la tierra no es usada durante tres años, puede transformarse en propiedad estatal. Por esta razón y a pesar de muchos obstáculos, las comunidades palestinas de campesinxs y pastores trabajan la tierra continuamente.

El campesinado palestino y los enlaces internacionales

La UWAC ha sido una impulsora central en la reclamación de tierras a través de la agroecología, trabajando cada año con unos 20.000 campesinxs palestinxs a lo largo de Cisjordania y Gaza. Sus principios organizativos están basados en el internacionalismo y la solidaridad, por lo que su incorporación a La Vía Campesina fue un proceso natural. Al mismo tiempo, la lucha palestina es una cápsula dentro del marco más amplio de luchas que lleva adelante La Vía Campesina: contra el colonialismo, el imperialismo y el capitalismo racializado.

Aunque La Vía Campesina tiene representación palestina oficial a través de la UAWC apenas desde 2013, su compromiso con Palestina data de mucho antes. Una delegación internacional de organizaciones de la sociedad civil, incluyendo a La Vía Campesina, acamparon en el complejo de Yasser Arafat en Ramallah cuando fue atacado en 2002, envolviendo el espacio en un círculo de manos tomadas. Una década más tarde, en 2012, aliadxs en Asia Occidental y norte de África crearon la Red Árabe de Soberanía Alimentaria, que ha participado activamente en espacios centrales, tal como el Comité de la ONU de Seguridad Alimentaria Mundial.

Pero fieles a su esencia, lxs representantes de La Vía Campesina se destacan en lo que mejor hacen, y eso es la militancia agrícola. Entre otras actividades, este año la delegación participó en la cosecha anual de aceitunas bajo la guía de la UAWC.

Junto con los árboles de higos, los olivos son el más importante y predilecto cultivo de Palestina: son capaces de vivir y dar frutos por miles de años, un símbolo de la tenacidad palestina sobre su tierra a lo largo de generaciones.

La presencia de la delegación de La Vía Campesina durante la cosecha tuvo tanto un significado de solidaridad como político. Cada año, durante la temporada de cosecha de aceitunas, cuando muchxs campesinxs palestinos y sus familias trabajan, se incrementa la violencia de lxs colonxs y el ejercito israelí. Además de amenazar y atacar campesinxs, cada año lxs colonxs extraen, cortan o queman olivos a la fuerza. Entre 800.000 y un millón de olivos han sido arrancados o derribados desde 1967. Durante tres días, la delegación internacional ofreció compañía y apoyo a diferentes comunidades campesinas dedicadas al cultivo de olivos en el Área C, adoptando la táctica de escudo humano para ayudar a reducir la vulnerabilidad del campesinado ante estos ataques.

Semillas de esperanza

El 16 de octubre, Día de Acción Global por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos y contra las Corporaciones Transnacionales, la delegación de La Vía Campesina visitó una cooperativa de campesinxs en la localidad de Hebrón donde se llevó a cabo una ceremonia de intercambio de semillas. De acuerdo con la tradición palestina, lxs campesinxs locales ofrecieron algunas de las semillas a ser sembradas en la siguiente temporada a miembros de la delegación, quienes a su vez les dedicaron un mensaje de solidaridad y esperanza. “Nosotrxs, de La Vía Campesina, queremos expresar nuestro más profundo respeto a ustedes y su lucha por la libertad”, dijo un líder campesino de Colombia. “Donde tenemos semilla, tenemos vida. Y la vida es un símbolo de esperanza para toda la humanidad”.

Luego, la delegación visitó el almacén local de semillas de la UAWC, una de sus principales contribuciones en la lucha palestina por soberanía alimentaria. Fundado en 2003, el almacén es el primero y único de su tipo en Palestina. Allí se almacenan, protegen, preservan, depositan y reproducen 45 variedades de vegetales locales y granos para siembra de 12 familias de plantas, muchas de las cuales estaban en riesgo de extinción. Entre estas especies se encuentran el maíz, la cebada, el trigo, la coliflor, el nabo, el caupí, la berenjena, la calabaza, la ocra, la calabaza amarga y las semillas de alficoz. Todas estas semillas vienen directamente de campesinxs palestinxs y atraviesan un proceso de verificación de dos años antes de ser almacenadas y puestas a disposición para otrxs campesinxs.

El almacén está equipado con cuatro unidades: una de ingreso, un laboratorio de pruebas, una unidad de secado y una unidad de almacenamiento donde las semillas permanecen depositadas por un máximo de cinco años. Para proteger esta enorme herencia genética de catástrofes, también se almacenan muestras de estas semillas a largo plazo en temperaturas bajo cero. Luego de documentar el desempeño de las semillas en el campo, con indicadores tales como porcentaje de germinación, crecimiento y florecimiento de las plántulas, la UAWC las entrega de manera gratuita a lxs campesinxs de Palestina al menos dos temporadas al año.

Esto contribuye al incremento de sus ingresos. Además, estas semillas ayudan a lxs campesinxs a luchar tanto contra los efectos del acaparamiento de agua por parte de la ocupación israelí, como contra el calentamiento global, ya que son resistentes a sequías y no requieren riego. En contraposición a las variedades de semillas híbridas vendidas por compañías israelíes y multinacionales como Bayer-Monsanto, las semillas locales son fertilizadas con abono animal y no exigen pesticidas químicos ni herbicidas basados en glifosato.

“Antes estábamos obligados a comprar semillas a altos precios de compañías israelíes”, dijo Mahmoud Abu K., campesino y miembro de la UAWC de larga trayectoria. Y declaró con orgullo, “ahora, gracias al almacén de semillas de UAWC, muchxs de nosotrxs podemos sembrar con entre 90 y 95 por ciento de semillas locales”.

El almacén de semillas local trabaja junto con campesinxs clave como Mahmoud Abu K. a través de un proceso de tres pasos. Una vez que lxs campesinxs han recibido, sembrado y cosechado las semillas, clasifican en tres grupos las nuevas semillas producidas. El primer grupo se destina a satisfacer sus necesidades para la temporada en curso. El segundo grupo debe ser almacenado y sembrado nuevamente en la siguiente temporada. Y el tercer grupo es entregado al almacén local para beneficiar a otrxs campesinxs y seguir construyendo la soberanía de semillas en Palestina.

“Cuando lxs campesinxs tienen sus propias semillas y las pueden producir, significa que pueden elegir qué y cuándo sembrar”, explicó Do’a Zayed, cooridnador del almacén de semillas de la UAWC. “Y fue por eso que fundamos este almacén local de semillas.” Luego, resumió: “La soberanía sobre las semillas es el primer paso para lograr la soberanía alimentaria”. Estos proyectos políticos entrelazados son parte de la lucha por la libertad y la justicia, en Palestina y en todo el mundo.