La Vía Campesina y la Lucha por las Semillas
Por Salena Tramel
El Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos dictaminó a favor de Monsanto y sus semillas patentadas, descartando el caso por el cual los agricultores orgánicos han peticionado incansablemente. Ésta decisión ha dado un nuevo golpe a la comunidad de agricultores de pequeña escala, ya que fue tan sólo hace un mes que el Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos nuevamente afirmó de manera unánime el “acuerdo de licencia” de esta corporación de biotecnología.
Pero la Vía Campesina, el movimiento campesino internacional que está compuesto por más de 200 millones de campesinos provenientes de 80 países diferentes, se niega a cederle el paso a la agricultura industrial. Esta semana, la Vía Campesina celebró su VI Conferencia Internacional en Yakarta, Indonesia a través de la cual reafirmó su compromiso fundamental hacia la soberanía de las semillas.
Junto con la Revolución Verde vino la promesa de ponerle fin al hambre con el uso de sus supuestas semillas “milagrosas”. En cambio, lo único que logró fue introducir derechos de propiedad intelectual sobre semillas, ejerciendo su dominación sobre los pequeños agricultores – incluso su criminalización – al igual que dar pie al control sobre la agricultura por parte de corporaciones transnacionales. Según las “Leyes Monsanto”, en particular UPOV 91, sus patentes prohíben las semillas obtenidas en las propias explotaciones de los campesinos al igual que todo tipo de semillas campesinas para las cuales estas corporaciones transnacionales hayan solicitado patentes. La UPOV 91 funciona conjuntamente con la Ley de Protección de Variedades Vegetales, la cual ha impuesto la comercialización de variedades industriales como estándar, y se refiere a las semillas campesinas como falsificaciones.
Estas políticas que han sido adoptadas por un país tras otro, han conducido al desalojo de campesinos en el Hemisferio Sur, y causan estragos en el medio ambiente. En el Hemisferio Norte, las semillas locales han llegado casi al punto de extinción, mientras que las variedades de semillas híbridas (y a menudo, químicas y OGM) las substituyen.
“A unos 30 o 40 años después de la Revolución Verde, hemos perdido nuestras semillas,” dijo Guy Kastler, un pequeño agricultor en Francia. Kastler también explicó como él y otros activistas agricultores de Europa han viajado a América Latina, Asia y África para recolectar y aprender sobre semillas campesinas. Estos intercambios de aprendizaje dieron fruto con el lanzamiento de una Campaña de Semillas en el año 2001, propagada por La Vía Campesina. A través de esta campaña, la organización promueve la recuperación, protección y conservación de las semillas campesinas en cada una de sus regiones geográficas – enfocándose prioritariamente en aquellas regiones que más han sufrido las repercusiones de las políticas de semillas controladas por transnacionales.
Chile—el laboratorio del neoliberalismo—ha liderado algunas de las peores políticas agrícolas de América Latina. Francisca “Pancha” Rodríguez desafió al régimen militar encabezado por Pinochet al esconder semillas campesinas en los pliegues de su falda y cruzar la frontera para que éstas pudieran ser almacenadas de forma segura, mientras que su marido se quedó atrás luchando junto a las fuerzas revolucionarias. Hoy en día, Pancha desempeña un papel integral en la Campaña de Semillas de la Vía Campesina a través de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI). Ha sido la responsable de formar a mujeres tanto en su país como en el resto del mundo. “Desde un punto de vista local, supimos entender lo que pasaría si el pueblo perdiese sus semillas,” dijo Pancha, agregando “Pero esta no es nuestra única lucha. Es una lucha universal que hemos convertido en una revolución rural”.
Chukki Nanjundaswamy, una campesina que forma parte de la Asociación de Campesinos del Estado de Karnataka (KRRS), explicó que cuando la tecnología de la Revolución Verde llego a la India en los años 60, los campesinos perdieron sus semillas porque se les dijo de utilizar variedades modificadas y de alto rendimiento. “Al principio, las compañías ofrecían paquetes de semillas gratuitos, pero luego, comenzaron a cobrar por ellos,” dijo. “Las semillas de alto rendimiento no crecen en las regiones lluviosas donde trabajan el 60% de los campesinos de la India.” A través de KRRS y la Vía Campesina, Nanjundaswamy cultiva semillas naturales en su propia granja, crea bancos de semillas en distintas comunidades y junto a activistas locales, y aboga la Agroecología y la agricultura natural de presupuesto cero.
“Las semillas son vida,” dice fervientemente Nelson Mudzingwa, un campesino de Zimbabwe. “Sin semillas no hay comida, y sin comida no existe la vida.” Nelson es miembro de un movimiento local llamada el Foro de Pequeños Agricultores Orgánicos de Zimbabwe (ZIMSOFF), una organización que fue ratificada como miembro de La Vía Campesina tan solo esta última semana, pero la cual ha luchado a favor de las semillas campesinas por ya más de una década. De hecho, Nelson nos cuenta que él ha estado conservado semillas autóctonas desde que tiene memoria, ya que este proceso forma parte de la tradición agrícola local que se pasa de una generación a otra. “En mi granja, no hay ni un solo grano que crezca fuera de mi cerca,” dice orgullosamente.
Uno de los eventos principales durante la Conferencia de la Vía Campesina esta semana ha sido una feria de la Agroecología al aire libre en la cual los campesinos han intercambiado tanto sus experiencias como sus técnicas. Esta oportunidad de aprendizaje fue cerrada con una ceremonia en la cual los campesinos de cinco continentes diferentes tuvieron la oportunidad de intercambiar sus semillas autóctonas. Los campesinos del movimiento, los cuales trabajan sobre temas complejos e interrelacionados —desde el acaparamiento de tierra al cambio climático, a la migración—afirmaron que todo comienza por tomar el control sobre sus semillas.