La UPOV debe respetar los derechos de los agricultores

(30 de Noviembre de 2016) Después de años de activismo, La Vía Campesina y ONG aliados han obtenido una primera confrontación pública entre el TIRFAA y la UPOV sobre los derechos de los agricultores a conservar, utilizar, intercambiar y vender semillas agrícolas y de participar en la toma de decisiones. Esta reunión tuvo lugar el 28 de octubre en Ginebra, en presencia de observadores de la Vía Campesina y oradores de ONGs aliadas. Ella destacó: – el doble discurso de la UPOV, que, por una parte, afirma que nada en el texto de la Convención va en contra de los derechos de los agricultores, mientras que, por otra parte, obliga a sus miembros a promulgar leyes contrarias a estos derechos.

– El silencio ensordecedor por parte de los delegados que representan a los países que, al ratificar el TIRFAA, han reconocido los derechos de los agricultores pero que, al aplicar la Convención de la UPOV 91, persisten en ignorar estos mismos derechos.

La Vía Campesina también denunció las patentes sobre los caracteres nativos de las semillas. Estas patentes constituyen una amenaza tanto para los derechos de los agricultores como para la supervivencia de la UPOV.  La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), invitada a la reunión, no se dignó a tomar parte en las deliberaciones, aunque su propio Secretario General, que también es Secretario General de la UPOV, había organizado la celebración del seminario en las oficinas de la OMPI.

Ahora depende de nosotros presionar por la continuación de estos encuentros, para que en cada país y en el plano mundial se aprueben leyes que puedan ser implementadas de manera efectiva y sin restricciones para garantizar los derechos de los agricultores.

El 26 de octubre, por invitación de la UPOV, La Vía Campesina habló en un simposio sobre cosechas y material de propagación, un tema que está en el centro de la confrontación entre los derechos de los agricultores y los derechos de los criadores de semillas u obtentores. Esta intervención constituyó una primera introducción sobre la relación entre los derechos de los agricultores y de la UPOV.

Un justo equilibrio entre los derechos de los obtentores y los derechos de los agricultores

Para la mayoría de los agricultores, el producto de la cosecha se destina tanto para alimentar a su familia y su comunidad, para ser vendidos en el mercado para ser utilizados en la explotación como semilla o propagación vegetativa. Los sistemas informales de semillas que utilizan principalmente una parte de la cosecha como semilla de hoy en día proporcionan más del 70% de los alimentos disponibles en el planeta usando sólo el 25% de las tierras cultivadas. Estos agricultores representan la mitad de la población mundial. Ellos no tienen en la mayoría de las veces, los medios financieros para comprar semillas comerciales. Obligarlos a renunciar a la auto-producción de su material reproductivo es en primer lugar un ataque a la seguridad alimentaria.

Muchos países están adoptando leyes basados en la Convención Internacional Protección de las Obtenciones Vegetales (Convenio de la UPOV) que criminaliza y penaliza todos los intercambios que no se hacen en conformidad con sus normas de distinción, uniformidad y estabilidad, asi privando a los agricultores de cualquier suministro de semillas reproducibles libremente.

También criminalizan y penalizan la producción en granja de material de propagación a partir de las únicas semillas comercialmente disponibles, con el fin de consolidar su monopolio no sólo sobre el mercado, sino también sobre los campos. Si la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV) ya no desea ser acusada de socavar la seguridad alimentaria de esta manera, debe declarar claramente que no aprueba esas leyes.

Los agricultores saben que la mejor manera de adaptar las semillas a las condiciones de cultivo deseadas es la producción en una granja de semillas y material de propagación vegetativa destinados al cultivo en la misma granja. Esta adaptación local es un factor clave en el desarrollo de la resiliencia (capacidad de recuperación) de los sistemas agrícolas tanto a la irregularidad como al aumento de la frecuencia y la escala de los cambios climáticos. El otro factor clave en la resiliencia es la diversidad dentro y entre variedades del material de propagación utilizado. Los agricultores regularmente renuevan esa diversidad a través de sistemas informales de intercambio de semillas.

Las variedades comerciales protegidas por el sistema de la UPOV se dirigen a una adaptación a las necesidades de los sectores del mercado global, que requieren productos estandarizados, y la estandarización de las condiciones de cultivo para el uso del paquete de los insumos comerciales, la mecanización y, a menudo, el riego. Sin embargo, estas variedades comerciales que son ampliamente difundidas no pueden adaptarse a cada uno de los territorios o ambientes en los que se van a cultivar ni a cada cambio abrupto de las condiciones climáticas. Sólo los agricultores pueden realizar esa adaptación esencial, reproduciendo y seleccionando variedades durante varios años en sus propios campos.

Las variedades comerciales del sistema de la UPOV han sido seleccionadas de entre las variedades de cultivadas por los millones de campesinos del mundo – recogidas gratuitamente en todos los campos del mundo – estos  constituyen casi la totalidad de los recursos fitogenéticos en los bancos de germoplasma.  La equidad elemental dictaría que los campesinos deberían poder hacer lo mismo reutilizando libremente las semillas comerciales que han comprado.

Yendo más allá de estas preocupaciones básicas con equidad, la industria de semillas cada vez más tendrá que permitir que los campesinos utilicen sus semillas de granja, porque la biodiversidad no es una colección de objetos inanimados guardados en una bóveda, es la diversidad de la vida, en constante evolución, renovada sin cesar. No importa cuán grande sea, el stock actual de material genético vegetal es finito. Además, si no se renueva regularmente, desaparece gradualmente.

La FAO estima que una pérdida del 75% de la biodiversidad agrícola ha acompañado la difusión de variedades comerciales homogéneas y estables. Una erosión de esta magnitud limita severamente las posibilidades de recuperación. Además, la actual desmaterialización de los recursos lleva a una pérdida incalculable de toda la información genética que no puede ser digitalizada. Las innovaciones de la ingeniería genética, que ascienden a varios cientos de genes integrados en todos los cultivos en todo el mundo, aceleran aún más esa pérdida. Aunque se trate de afirmar que estas innovaciones de ingeniaría genética permitirían una mayor adaptación a las condiciones climáticas extremas, nunca ofrecerán la adaptación a la creciente variabilidad de las condiciones climáticas, ni a la diversidad requerida por sus diferentes ritmos de desarrollo en todas las localidades donde se cultivan.

Nuevos complejos genéticos, adaptados a cambios cada vez más rápidos en las condiciones de crecimiento, aparecen en los campos de agricultores campesinos que los seleccionan minuciosamente, año tras año, en condiciones directas de cultivo.  Los cientos de millones de campesinos que reproducen sus semillas cada año crean más nueva diversidad que unos pocos miles de investigadores con equipos sofisticados. Esta constante renovación de la biodiversidad agrícola en los campos es esencial, no sólo para adaptarse en cada localidad a las cambiantes condiciones de crecimiento, sino también para reponer el stock de recursos fitogenéticos de la agricultura. Sólo con el aprovechamiento de esa reserva constantemente renovada puede la industria seguir produciendo las innovaciones necesarias para los agricultores de hoy.

Los sistemas de semillas formales e informales ya no pueden existir en estado de guerra entre sí.

El sistema formal u industrial fue desarrollado por medio de la extracción de todos sus recursos de las carreteras y caminos del sistema informal.  Este sistema no sobrevivirá si destruye la tierra fértil que nutre sus raíces, ni alimentándose únicamente de los pitidos de los datos digitalizados. Su sobrevivencia también depende del derecho de los campesinos (agricultores) a conservar, utilizar, intercambiar y vender sus semillas almacenadas en la granja, como garantiza el TIRFAA – Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura.

Estos derechos no son contrarios a los principios fundadores de la UPOV, que garantizan al obtentor el derecho a reservar el uso comercial exclusivo del material de reproducción de una variedad protegida. Esto no significa permitir a un agricultor a revender semillas reclamando la denominación y características de una variedad protegida sin la autorización del obtentor. Sin embargo, una vez que un campesino ha reproducido semillas almacenadas en la granja, sin mantenimiento de las características de la variedad del obtentor, necesariamente se evoluciona, más o menos rápidamente según las especies, hacia una mejor adaptación local y el desarrollo de nuevas características. La excepción de selección es un principio de la UPOV y no hay razón alguna para excluir la selección adaptativa de los campesinos o de limitar sus cruzamientos dirigidos por los campesinos y la ingeniería genética.

La UPOV debe evolucionar para aceptar el justo equilibrio entre los derechos de los obtentores y de los agricultores, en aras de su propia supervivencia y, sobre todo, de seguridad alimentaria.