La Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU es despreciable y representa una amenaza a la Soberanía Alimentaria de los pueblos
#NuncaMásEnNuestroNombre #BoycotCumbreONU #FoodSystems4People
(Comunicado de prensa de La Vía Campesina | Harare, 22 de septiembre de 2021) La Vía Campesina es uno entre decenas de movimientos sociales de pequeños productorxs, trabajadorxs y pueblos indígenas organizados que están boicoteando la Cumbre de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas (UNFSS, por sus siglas en inglés) que se realiza este 23 de septiembre de 2021 en Nueva York. Los movimientos populares ofrecen un frente unido de denuncia de la ilegitimidad de esta “cumbre” y los intentos de parte de corporaciones transnacionales de usurpar los espacios institucionales dentro de la Organización de las Naciones Unidas.
El Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas (MSC) compuesto por movimientos sociales, La Vía Campesina entre ellos, ha señalado que los eventos de la pre-cumbre celebrados en julio están erigiendo estructuras paralelas de gobernanza. La UNFSS está socavando las instituciones y espacios multilaterales ya existentes responsables del desarrollo de marcos de políticas públicas internacionales para la alimentación y la agricultura. Varios Estados miembros se preguntan qué pretende conseguir esta Cumbre y si sus resultados serán vinculantes para los marco de políticas nacionales en desarrollo. La Cumbre buscará anular las instituciones existentes, como el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) y presagia la captura corporativa de la gobernanza alimentaria internacional.
Está claro que los sistemas alimentarios internacionales deben transformarse radicalmente. El hambre en aumento, los perjuicios ambientales a causa de la producción de alimentos, incluyendo la deforestación, degradación de los suelos, la pérdida de biodiversidad, las pesquerías diezmadas, aguas contaminadas, el crecimiento de la pobreza rural, la continua represión de los movimientos campesinos y pesqueros en todo el mundo, los desplazamientos forzados y la crisis climática; todos estos factores señalan la necesidad urgente de transformación. La demanda de una transformación del sistema alimentario mundial orientado a favor de lxs productorxs de alimentos a pequeña escala es de ya larga data, presentada por primera vez en el Foro de la Sociedad Civil en Roma en 1996.
Sin embargo, cuando el Secretario General de las Naciones Unidas anunció hace dos años que se celebraría una Cumbre de Sistemas Alimentarios (FSS, por sus siglas en inglés) a fines de 2021, la noticia fue desconcertante. ¿Por qué es que el Secretario General daría inicio a esta cumbre en asociación con el Foro Económico Mundial, un organismo del sector privado, cuando la FAO había estado a cargo de todas las ediciones anteriores con mandato específico de los Estados miembro? Y para terminar de despejar dudas sobre los intereses corporativos que impulsan esta Cumbre de Sistemas Alimentarios, la Enviada Especial designada para la Cumbre, Agnes Kalibata, es la presidenta de Alianza por una Revolución Verde en África (AGRA, por sus siglas en inglés). Esta agencia, financiada por Gates/Rockefeller, ejerce presión a favor de la agricultura de uso intensivo de insumos, alta tecnología y semillas genéticamente modificadas. Fundada en 2006, esta Alianza ha trabajado en 13 países africanos para incrementar la productividad de 30 millones de hogares de pequeñxs productorxs fomentando la adopción del modelo agrícola industrial. A pesar de las promesas de AGRA de una duplicación en la productividad de cultivos e ingresos y disminución a la mitad de la inseguridad alimentaria para 2020, con el apoyo de miles de millones de dólares de donaciones, no han sido capaces de entregar documentación que verifique el cumplimiento de estos objetivos. Los fracasos de AGRA en el continente y el evidente conflicto de intereses de la Sra Kalibata en su rol como Enviada Especial de la UNFSS, generó una amplia resistencia de parte de los movimientos sociales y la sociedad civil.
La farsa de la “inclusión”
Lxs organizadores de la Cumbre aplican un enfoque de múltiples partes interesadas en lugar de un acuerdo multilateral. Las Cumbres multilaterales, basadas en los Derechos Humanos, con procesos de toma de decisión transparentes y mecanismos de rendición de cuentas, están pensadas para priorizar las voces de lxs titulares de derechos y hacer que los gobiernos asuman la responsabilidad de respetar esos derechos. Pero esta “Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU” está basada en la idea de “múltiples partes interesadas” en el cual todas las partes se tratan de igual manera, sin tener en cuenta los desequilibrios de poder, ni su posición en el sistema. Esta ficción de igualdad elimina toda oposición y rendición de cuentas de los sectores de poder, ocultando o ignorando todo conflicto de interés. Al borrar las diferencias entre los intereses privados corporativos y el interés público, estos últimos quedan subyugados e invisibilizados. En pro de una supuesta “inclusión”, ha proliferado un numeroso conjunto de plataformas, diálogos, consultas, comités, documentos y foros de participación. Tanto ciudadanxs particulares como gobiernos se han visto absorbidxs en este proceso. En algunos casos, se trata de instancias abiertas, pero muchas son exclusivamente con invitación, pasando por alto y socavando las organizaciones autónomas y democráticas, a la vez que se beneficia a algunos individuos seleccionados a dedo. Todo el proceso carece de transparencia y legitimidad. ¿Quién está tomando las decisiones? ¿Sobre qué bases? ¿Quién es responsable? ¿Ante quién?
Bajo el disfraz de lenguaje progresista
En julio de este año, La Vía Campesina fue una de las organizaciones miembro del MSC que co-organizó contra-movilizaciones para denunciar lo inaceptable de la constitución de esta cumbre de sistemas alimentarios. Una amplia variedad de asistentes se reunieron, catalizaron y amplificaron una narrativa contrapuesta a los procedimientos oficiales. Con artículos críticos, piezas publicadas en los principales medios y varias miles de publicaciones en redes sociales sobre #FoodSystems4People (sistemas alimentarios para los pueblos) que alcanzaron a unos 10 millones de usuarixs, la contra-movilización logró alcanzar una audiencia amplia con su visión para una transformación genuina de los sistemas alimentarios insostenibles.
Esta resistencia organizada puso en jaque a lxs organizadorxs de la Cumbre oficial. A modo de respuesta, han incrementado el uso de lenguaje progresista (con términos como “sostenibilidad”, “soluciones basadas en la naturaleza”, “límites planetarios”, “empoderamiento femenino”, etc.) y referencias a derechos humanos en sus documentos. Pero la orientación principal de la Cumbre sigue firmemente arraigada en los intereses corporativos que la iniciaron, más que en las demandas y derechos de las personas que producen alimentos y sobre quienes recae con mayor fuerza el impacto de las falencias de los sistemas alimentarios actuales. La Cumbre continúa confirmando un estrecho rango de datos científicos partidistas a la vez que ignora los saberes tradicionales y experienciales de lxs campesinxs a pequeña escala, pueblos indígenas y trabajadorxs rurales. La digitalización, modificación genética, agricultura de precisión y otros enfoques de aplicación intensiva de químicos, capital y combustibles fósiles juegan un papel central porque estas supuestas “soluciones” son las más rentables para las empresas, a costa del medio ambiente y la subsistencia de lxs campesinxs.
Como expresará en su informe el Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, “La agricultura industrial intensiva depende de sistemas agrícolas basados en el uso intensivo de insumos y altos rendimientos, en los que predominan las explotaciones agrícolas especializadas de grandes dimensiones. Desde que los gobiernos comenzaron a adoptar la Revolución Verde en la década de 1950, los sistemas alimentarios del mundo se han diseñado cada vez más con arreglo a los modelos industriales, según los cuales quienes pueden adquirir insumos industriales (fertilizantes sintéticos, pesticidas y maquinaria que depende de los combustibles fósiles), podrán producir una gran cantidad de alimentos. La productividad no se medía en relación con la salud ambiental y humana, sino exclusivamente en relación con la materia prima, la producción y el crecimiento económico.”
Lamentablemente, la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU hace caso omiso de todas estas advertencias y continua apoyando un modelo de agricultura intensiva dirigida por las corporaciones que se disfraza de “soluciones”.
¿Prefigurando una nueva estructura de gobernanza global?
Esta Cumbre ataca y socavará los espacios actuales de formulación de políticas públicas e instituciones como la FAO y el CSA. En su lugar, busca erigir una arquitectura paralela a la medida de los intereses del agronegocio. Ahora lxs organizadorxs de la Cumbre están instando a las partes interesadas a formar “coaliciones de acción” para implementar “soluciones”. Se incentiva a los gobiernos para que creen “vías nacionales” con coaliciones de partes interesadas, muchas de las cuales inevitablemente estarán dominadas por quienes pueden financiarlas. Las naciones de ingresos bajos y medios quedan vulnerables a las “coaliciones” con inversores y filantrocapitalistas como la Fundación Gates para trazar “vías nacionales” que sean rentables para sus socios de coalición.
La resistencia a esta estructura paralela también surge desde adentro de la Cumbre oficial. En su carta de renuncia (con fecha de 25 de agosto de 2021), la Dra. Kristy Buckley, criticó los intentos de abordar la gobernanza alimentaria global “a través de los lentes de la innovación, las finanzas, la tecnología y los datos, sin consideración alguna a los derechos humanos, la perspectiva de género y los pueblos indígenas”. Su declaración es una reivindicación de las advertencias que ya hace tiempo comparten los movimientos sociales.
La solución real a la crisis climática, el hambre, la migración forzada y la pobreza extrema está en los pueblos. Debe surgir de los principios de la soberanía alimentaria la justicia social. Debe reconocer a la alimentación como un derecho humano fundamental y no como una mercancía para la especulación comercial. Debe respetar los sistemas alimentarios a pequeña escala, diversos y agroecológicos que existen en nuestros territorios.
La “Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU” de 2021 está en las antípodas de estos principios y amenaza la Soberanía Alimentaria de los pueblos. La Vía Campesina no se quedará en silencio: La Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU no tiene mandato, legitimidad ni autoridad alguna para extenderse más allá del 23 de septiembre de 2021. Debemos evitar que las afiliaciones corporativas de la Cumbre continúen incorporando la estructura de múltiples partes interesadas en las agencias de agricultura y alimentación de la ONU. A lo largo de esta semana, las organizaciones miembro de La Vía Campesina llevarán a cabo contra-movilizaciones en Asia, África y Europa. Nuestros miembros y aliadxs Norte Americanxs celebrarán una contra-cumbre el 23 de septiembre para exponer la agenda real de esta Cumbre y, a la vez, presentar elementos de la transformación radical de sistemas alimentarios internacionales por la que luchamos.
¡Internacionalicemos la lucha! ¡Internacionalicemos la esperanza!
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LA VÍA CAMPESINA
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