¿Qué sucedió en Ginebra?
La Organización Mundial del Comercio, de conformidad con sus estatutos, debe celebrar una Asamblea con todos sus miembros cada dos años. Sin embargo, la práctica se aleja bastante del reglamento. En efecto, debido a las dificultades con las que se han topado los negociadores para llevar a buen término la Ronda de Doha, no ha habido reunión del conjunto de los miembros de la OMC desde que tuviera lugar la última conferencia de la OMC en diciembre de 2005. Con el objetivo de convocar una asamblea plenaria sin incurrir en el riesgo de protagonizar un nuevo fracaso de las negociaciones, el director general de la OMC convocó a los representantes de los 153 países miembros de la OMC y de los 56 países con estatus de observador no a una sesión de negociaciones, sino a una reunión de debate y evaluación de las negociaciones multilatera
Las distintas organizaciones de la sociedad civil que siguen de cerca las negociaciones comerciales contaban, no obstante, con que la presencia de todos estos ministros en Ginebra fuese la ocasión propicia para celebrar peligrosas reuniones paralelas e informales para preparar la conclusión de la Ronda de Doha en 2010. De la red OWINFS (Nuestro Mundo No Está En Venta), se desplazó un centenar de personas para seguir desde dentro el desarrollo de la conferencia que reunía a cerca de 3000 delegados. Otro centenar de personas (de las que una treintena eran representantes de La Via Campesina) tuvieron una presencia activa a las afueras del lugar donde se celebró la conferencia (vigilias, bloqueo simbólico del edificio de la OMC, visita guiada a los criminales de Ginebra en los distintos ámbitos-finanzas, agricultura, clima -ruedas de prensa, etc.)
El contenido oficial:
Al final nuestro esfuerzo de movilización fue, sin duda, desproporcionado con respecto al contenido de los intercambios que tuvieron lugar. Los ministros volvieron a afirmar que es necesario para la economía mundial concluir el ciclo de Doha en 2010. Abordaron el tema de la necesidad de encontrar complementariedades entre las negociaciones multilaterales y los acuerdos bilaterales o regionales. También expresaron su voluntad de reforzar los vínculos entre la OMC y las otras instituciones internacionales, haciendo una advertencia sobre el « proteccionismo verde ».
El G20 y los países en desarrollo: ¡concluir sin importar a qué precio!
Con relación a la Conferencia Ministerial de Nueva Delhi a principios de septiembre de 2009, no se ha registrado en Ginebra ningún cambio en la postura de los países en desarrollo y de las economías menos avanzadas. Éstos y especialmente los países productores de algodón (Malí, Chad, Burkina y Benín) han declarado respaldar la propuesta de diciembre de 2008 como base para las negociaciones futuras. Esta postura se explica por el miedo que tienen los países en desarrollo de ver a los Estados Unidos volver a abrir las negociaciones para obtener aún más acceso a sus mercados. Por miedo a ver empeorar su situación, aceptan hoy una propuesta calificada de inaceptable hace un año.
El pasado mes de octubre, los principales países africanos productores de algodón, dieron a entender que bloquearían el conjunto de las negociaciones si la cuestión de los subsidios que los Estados Unidos conceden a sus productores de algodón no quedaba zanjada con anterioridad a cualquier negociación. A principios de diciembre, esta postura de negociación tan fuerte pasó completamente desapercibida. La declaración del embajador egipcio, responsable del grupo de países africanos fue muy general. Recordó que los países africanos estaban vinculados al mandato inicial de la Ronda de Doha como ciclo de desarrollo e hizo valer el peso político que representan los países en vías de desarrollo (« 85% de la población mundial »). Pero no tomó ningún riesgo, para que no se señale a los países africanos como responsables del fracaso de las negociaciones multilaterales en 2010.
En general, la presión ejercida sobre cualquier país que se desvíe mínimamente de la línea política trazada por el G20 es enorme. Como reiteraron en el comunicado del 29 de noviembre, los países del G20 desean una conclusión de la Ronda de Doha en 2010. Están dispuestos a conformarse con el texto de diciembre de 2008, lo que implica que han renunciado a todas sus reivindicaciones de julio de 2008 (petición para la reducción efectiva de los subsidios en los países desarrollados y garantía de un sistema de protección de la agricultura campesina nacional en caso del alza disparada de las importaciones provenientes del mercado mundial).
La India concretamente mantiene su actitud celosa y proactiva de principios de septiembre. El ministro indio de comercio, prometiendo la protección de la agricultura india a nivel nacional, está ejerciendo presión a nivel internacional, tal y como hacen los otros miembros del G20, para concluir el ciclo de Doha en 2010. En esta espiral esquizofrénica de difícil arreglo, el ministro se negó a reunirse en Ginebra con los representantes de las ONG y los sindicatos obreros y de agricultores. También explicó a los periodistas que los casos de los suicidios en India no tenían nada que ver con la liberalización de los intercambios en la agricultura. Se trata de una forma un tanto soberbia de eludir el tema cuando se sabe que desde enero de 2009 se han registrado más de 900 suicidios únicamente en la región de Vidarbha.
La conclusión de la Ronda de Doha al alcance de la mano de los Estados Unidos
Así pues todo es como si la conclusión de la Ronda de Doha ya no dependiese más que de los Estados Unidos. Sin embargo, Ron Kirk, representante estadounidense de asuntos comerciales, estuvo presente esta vez en Ginebra y con instrucciones muy estrictas: no negociar. Los Estados Unidos se encuentran en una posición delicada porque saben que están haciendo en su país lo contrario de lo que piden a los demás a nivel internacional. A la vez que pretenden introducir una mayor regulación en las finanzas del país, solicitan una mayor liberalización del sector bancario en los países en desarrollo.
Mientras los otros actores de las negociaciones se preguntan « ¿cuándo estarán preparados los Estados Unidos? », dos senadores estadounidenses han presentado un proyecto de ley cuyo contenido se sitúa en las antípodas de los debates de Ginebra. Este proyecto requiere una evaluación de los acuerdos existentes (TLCAN, CAFTA) y de la participación de los Estados Unidos en las negociaciones internacionales que tendrían por objeto sustituir el antiguo Fast track. El objetivo es también sentar las bases de un tipo de acuerdos comerciales más apropiados para resolver las cuestiones del hambre y la pobreza en el mundo. Así pues, ¡la política comercial de Estados Unidos todavía no está realmente definida!
Leer entre líneas
Del discurso de clausura de la reunión de Ginebra- preocupación manifiesta por reforzar los vínculos entre la OMC y las otras instituciones internacionales; advertencia contra el « proteccionismo verde »- se pueden extraer varias ideas. Por una parte, la OMC no dejará que se le escape el mercado de los créditos de carbono. Incluso aunque no hubiese nada concreto que debatir, era importante para ellos celebrar esta conferencia antes que Copenhague, para reafirmarse como institución viva y activa. Por otra parte, tras la reciente cumbre de Roma, debían también recordar la hegemonía de esta organización en los mercados agrícolas en un momento en el que se oyen voces pidiendo que se devuelva a la FAO la legitimidad que le corresponde en este sector.
Los debates que han tenido lugar sobre la necesidad de encontrar complementariedades entre las negociaciones multilaterales y los acuerdos bilaterales o regionales son también muy importantes. Uno de los temas es la extender al conjunto de miembros de la OMC las ventajas acordadas entre dos países en el marco de un Tratado de libre comercio (TLC) o entre varios países en el marco de un acuerdo regional. Y dado que los TLC y los acuerdos regionales a menudo van muy lejos en lo que a liberalización de los intercambios se refiere, esta idea resulta extremadamente peligrosa.
La cuestión está tan de actualidad que paralelamente a la séptima conferencia de la OMC, tuvo lugar en Ginebra una reunión de ministros de comercio de los países que forman parte de un proceso de negociaciones multilaterales impulsadas por la CNUCED (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo). En total 43 países- entre los que se encuentran Argentina, Brasil, Cuba, Chile, Indonesia, Tailandia, Corea del Sur, Vietnam, Irán, etc.- participan desde 1989 en este proceso denominado sistema global de preferencia comercial (GSTP en inglés). Este proceso tiene por objeto crear un sistema de preferencias arancelarias entre los países en desarrollo. El pasado dos de diciembre los ministros dieron un paso muy importante, puesto que llegaron a un acuerdo sobre la reducción de los aranceles en un 20% aplicable al 70% de los productos que intercambian los miembros del GSTP y se introducirá de aquí a septiembre de 2010.
Resulta obvio que en un contexto en el que por un lado las negociaciones de la Ronda de Doha han sido bloqueadas pero en que los acuerdos regionales avanzan, la cuestión de la extensión de los acuerdos regionales al conjunto de los miembros de la OMC no resulta anodina.
Situación paradójica
Aquellos y aquellas de entre nosotros que vinieron a Ginebra, se marcharon con el desagradable sentimiento de que estábamos sin duda muy cerca de alcanzar un acuerdo- sin duda, más cerca que en los ocho años anteriores. Este acuerdo depende mucho de Estados Unidos, pero éstos se encuentran arrinconados a nivel internacional debido a su propia política nacional. Ahora bien, esta dinámica es a fin de cuentas la de la mayoría de los gobiernos presentes en Ginebra y sin lugar a dudas esto constituye nuestra gran baza. Existe un desfase total entre las promesas que los gobiernos hacen a su pueblo y las políticas que defienden a nivel internacional. Las crisis financiera, climática, económica y alimentaria están poniendo cada vez más estas contradicciones en evidencia. Percibimos la proximidad del acuerdo más por lasitud de la mayoría de los gobiernos que por convicción real. Éstos se volvieron a sus países sin solución a las crisis que atraviesan, cuando el objetivo mismo de esta conferencia era abordar el papel de la OMC en la resolución de la crisis económica actual.
Aunque se hable de la proximidad de un acuerdo para 2010, hay que señalar que una conferencia como la que acaba de tener lugar en Ginebra muestra una Organización Mundial del Comercio debilitaba y desacreditada por la situación económica que atraviesan la mayoría de sus miembros.