España: El Sindicato Labrego Galego comprometido en la lucha contra una mina de cobre en Touro y O Pino

El pasado 10 de junio, una de las mayores manifestacions que se recuerdan en Galiza, desde las mobilizaciones de protesta contra la marea negra del Prestige, inundó las calles de Santiago de Compostela e hizo que la plaza del Obradoiro quedase pequeña. Esa marea humana, que algunas fuentes cifran en 60.000 personas, expresó su más rotundo rechazo al proyecto de extracción de cobre a cielo abierto que pretende llevar a cabo la multinacional Atalaya Mining en los municipios coruñeses de Touro y O Pino a través de la empresa Cobre San Rafael SL.

El Sindicato Labrego Galego (La Vía Campesina), que forma parte de la red de colectivos contra na minería destructiva en Galiza “contraMINAcción”, estuvo implicado a fondo desde los inicios de esta revuelta popular, tanto a la hora de asesorar e informar para que se presentasen más de 500 alegaciones contra el proyecto en octubre de 2017, como en la organización de una manifestación con tractorada el 25 de febrero o dando charlas informativas a lo largo y ancho de Galiza. Siempre colaborando con la plataforma Mina Touro O Pino Non, impulsada por las propias vecinas y vecinos de la zona afectada y verdadera protagonista de estas movilizaciones.

El proyecto de Atalaya Mining en los municipios de Touro y O Pino sería un desastre medioambiental, social y económico para la zona: usurparía la base territorial y amenazaría el medio de vida de unas 200 granjas que mantienen una cabaña ganadera de 5.000 reses, destruiría los recursos hídricos de los que se abastecen miles de personas, generaría una escombrera para albergar 80 millones de metros cúbicos de residuos y dos balsas de lodos tóxicos de 50.000 metros cúbicos al lado de aldeas habitadas, y pondría en peligro un patrimonio de valor incalculable como el Camino de Santiago cuyas últimas etapas discurren al lado de la explotación minera y dentro de las concesiones de Atalaya Mining. Además, las extracciones mineras contaminarían directamente con ácidos y metales pesados varios afluentes del río Ulla, veneno que iría aguas abajo hasta desembocar en una de las zonas pesqueras y marisqueras más ricas del planeta Tierra: la Ría de Arousa. Si esto ya supone un desastre de consecuencias imprevisibles, la eventual rotura de alguna de las balsas de lodos tóxicos, como ocurrió en Aznalcollar en 1998, provocaría una catástrofe peor que el vertido de petróleo del Prestige.