En el Día Mundial del Medio Ambiente: ¿Por qué consideramos urgente una Reforma Agraria Popular?
Tanto campesinas y campesinos, pueblos originarios trabajadoras y trabajadores agrícolas, campesinas y campesinos sin tierra, pescadoras y pescadores, consumidoras y consumidores, mujeres y jóvenes de todo el mundo se enfrentan hoy en día a grandes desafíos. Cada vez más, en todos los rincones del planeta, los pueblos sienten la creciente imposición de paradigmas financieros y de mercado sobre todos los aspectos de su vida. El sometimiento a los intereses del capital ha llevado al aceleramiento del extractivismo – entendido como la agricultura, ganadería y pesca industrial; la minería a gran escala; los megaproyectos, como las represas hidroeléctricas, paneles solares a gran escala, el turismo, y proyectos de infraestructuras – y al acaparamiento masivo de los territorios y el cambio de uso de los suelos.
Cada vez más, el control de los bienes comunes, esenciales para la vida de la humanidad y de la naturaleza se concentra en manos de unos pocos actores privados con un gran acceso al capital, con efectos desastrosos para los pueblos y sus derechos. Además las condiciones de mercados altamente concentrados (de insumos y de comercialización de los productos) expulsan cada vez más a las/os pequeñas/os productoras/es. Las mujeres y las/os jóvenes se ven afectadas/ os de manera desproporcionada por estos procesos. Las crisis alimentaria, climática, ambiental, económica y democrática a la que nos enfrentamos toda la humanidad, muestran claramente que es indispensable una transformación del modelo agrario y alimentario actual.
En muchos lugares, los pueblos que se defienden y resisten ante este modelo de “desarrollo” se enfrentan a su vez a una fuerte criminalización que lleva a judicializaciones, encarcelamientos, violencia por parte de fuerzas de seguridad estatales o privadas e incluso asesinatos. Estos no son “acontecimientos” ocasionales sino un fenómeno que reportan casi todas las organizaciones de La Vía Campesinas y otras. En este sentido, los Estados fallan en su deber de proteger a los pueblos de estos atropellos y son, por el contrario, actores importantes para el avance de este modelo.
Estos efectos no son un “fenómeno natural” de la globalización sino que son las consecuencias de un marco político que responde al paradigma del crecimiento continuo: en nuestro análisis encontramos entre otros la creciente mercantilización de tierras y aguas que favorecen el acaparamiento; políticas que favorecen la privatización de los mares y las aguas continentales; la privatización de las semillas mediante patentes y derechos del obtentor y políticas agrarias y pecuarias que favorecen la producción a gran escala. Estas políticas son reforzadas en el marco de los Tratados de Libre Comercio y los Tratados de Protección de Inversiones.
El marco conceptual ¿qué es la reforma agraria integral y popular?
Pero también las luchas se han fortalecido a nivel local y global y hay una multitud de resistencias y experiencias exitosas. Los procesos de La Vía Campesina como movimiento social transnacional han permitido, por medio del intercambio de experiencias entre las organizaciones y los movimientos sociales, fortalecer sus luchas, profundizar los análisis de estas políticas y sus mecanismos y desarrollar visiones y propuestas colectivas. Por un lado el nuevo contexto – la profundización del capital en el campo, una nueva alianza de actores nacionales e internacionales – y por otro el continuo intercambio de experiencias y diálogo de saberes han llevado a una profundización del análisis y a una visión ampliada de la propuesta de la reforma agraria.
Se ha cambiado tanto el “objeto” de la reforma agraria, como también el “quién” la debería llevar a cabo. Mientras que históricamente la propuesta de las organizaciones sobre la reforma agraria se ha referido especialmente a la distribución de las tierras y al acceso a los recursos productivos, como el crédito, el financiamiento, el apoyo a la comercialización, entre otros, la Reforma agraria integral o genuina se basa en la defensa y reconstrucción del territorio en su conjunto dentro del marco de la Soberanía Alimentaria y con Agroecología. La ampliación del objeto de la reforma agraria de tierra a territorio también amplía el concepto de la reforma agraria en sí misma.
Por lo tanto una propuesta de reforma agraria integral incluye un cambio que no sólo garantice la democratización de la tierra sino que además considere todos los aspectos que permitan una vida digna para las familias: el agua, los mares, manglares y aguas continentales, las semillas, la biodiversidad en su conjunto, así como la regulación del mercado y el cese de los acaparamientos.
Además, incluye el fortalecimiento de la producción agroecológica como forma de producción coherente con los ciclos de la naturaleza y capaz de frenar el cambio climático, mantener la biodiversidad y reducir la contaminación. En aquellos lugares donde se mantiene una desigual distribución de la tierra, se lucha por la redistribución a base de la expropiación de latifundios. La tenencia de tierra, de acuerdo a los territorios, puede ser colectiva, individual, o cooperativa. También se puede plantear el uso para cooperativas o campesinas/os. Allí donde los pueblos tienen acceso a las tierras se trata de la defensa de los territorios contra su acaparamiento.
También se está cambiando la visión sobre quién debería realizar la reforma agraria. Hasta el año 2000 existía un amplio consenso de que los gobiernos democráticamente elegidos debían ser los actores que realizaran las reformas. Sin embargo, los procesos actuales, que han llevado a fuertes asimetrías de poder, dejan percibir cada vez más que esta solo podrá ser realizada por un fuerte movimiento popular, tanto rural como urbano. El análisis se basa también en las experiencias de las reformas agrarias del pasado: tanto las reformas socialistas como las reformas clásicas han tenido sus limitaciones.
En muchos países se realizaron reformas clásicas que se basaban en intereses económicos y políticos comunes entre el campesinado y el sector industrial de las ciudades, estos últimos con el interés de volver productivos los latifundios improductivos y crear un mercado interno para sus productos industrializados. Con el cambio del modelo agroindustrial hacia una economía transnacionalizada que intensifica el uso de los bienes naturales a gran escala y donde hay una creciente alianza entre el capital financiero transnacional y las élites nacionales, la reforma agraria ya no se ve como necesaria en la percepción capitalista.
A partir de este análisis, las estrategias se enfocan cada vez más una reforma agraria impulsada desde los movimientos sociales. Dependiendo del contexto político en que actúan las organizaciones, la mayoría no descarta la intervención en las políticas públicas, pero se refuerzan las estrategias del cambio desde abajo: las acciones directas, tal como la ocupación de tierras, marchas y protestas y formas de desobediencia civil; la praxis para el cambio, como la construcción de sistemas productivos en coherencia con los ciclos de la naturaleza, de relacionales comerciales justas y de relaciones sociales solidarias; la democratización de los conocimientos y las relaciones sociales libre de opresión, que buscan revertir la lógica jerárquica, racista y patriarcal.
Las estrategias también incluyen la promoción de una comunicación diferente a los medios masivos y de otro modelo de investigación, desde la visión del territorio. Al percibir la lucha por la Soberanía Alimentaria se ve cada vez más una creciente Convergencia de las luchas que pretenden lograr una correlación de fuerzas que permita avanzar hacia un sistema político orientado al bien común. En este sentido, queda claro que la reforma agraria integral y popular es entendida como un proceso para la construcción de la Soberanía Alimentaria y la dignidad de los pueblos.