El Tratado de libre comercio entre EE.UU. y la UE es una receta de problemas
El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP en sus siglas en inglés) afecta los intereses de las y los campesinos y ciudadanos en favor de los negocios internacionales. Quienes proponen el tratado de libre comercio entre EE.UU. y la UE denuncian a la oposición como dogmática (FD, junio 10). Los oponentes deberían perder su disgusto. Como si ese fuera el mayor problema.
El TTIP genera entusiasmo y aplausos, pues se presenta como un acuerdo que podría crear cientos de miles de nuevos trabajos y billones de euros de ingresos extra. Sin embargo, una investigación encargada por la UE y realizada por el think tank CEPR, ha demostrado que el crecimiento adicional del PIB por año con la firma del TLC sería muy bajo (0.05%). Aún más, los cientos de miles de trabajos prometidos por las y los promotores del TTIP, no son definitivos.
La comisión europea decidió sobre este acuerdo tras puertas cerradas, sin ningún énfasis en la transparencia. Por ahora, lo que es visible y analizable es la forma como se produce la comida en los EE.UU.: uso de hormonas en carne y leche, pollo limpiado con cloro, granos genéticamente modificados, uso de medicinas veterinarias que han sido prohibidas en la UE y con mínimos requisitos para el bienestar animal. Con el TTIP, estos estándares de EE.UU. podrían afectar y presionar por un cambio en los que existen actualmente en la UE.
La promesa de los encargados de política en la UE de que nuestra comida permanecerá libre de hormonas es engañosa. El “reconocimiento mutuo de estándares” en el TTIP implica que el producto que cumple con los estándares en EE.UU., pueda entrar en el mercado de la UE. El resultado: los mayores estándares pueden bajar a niveles más bajos, pus serían considerados como distorsiones de la competencia. Campesinas y campesinos con mayores estándares y costos perderán esta carrera desde abajo y las y los consumidores perderán las garantías de que su comida es libre de OGM y hormonas.
En el marco del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones, TTIP , inversionistas extranjeros también obtendrán mayores poderes legales para proteger sus actividades comerciales a través del “mecanismo de solución de controversias inversionista-Estado” (ISDS por sus siglas en inglés). Inversionistas extranjeros pueden demandar compensación financiera si les parece que hay nuevas leyes y regulaciones nacionales que afectan o reducen sus beneficios. Un caso ejemplar que podría presentarse bajo el TTIP es la negación de un permiso para la explotación de gas de esquito en Canadá para la compañía estadinense Lone Pine Resoruces, después del cual, presentaron una demanda por CA$ 250 millones en contra del gobierno de la provincia de Quebec. Quebec decidió rechazar el permiso, argumentando que la exploración de gas de esquisto podría implicar riesgos para el ambiente y el acceso a agua potable, lo que implicaba la prohibición provisional de la explotación. Esta demanda se presentó bajo el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), entre EE.UU., Canadá y México – que tiene un patrón similar al que se está negociando en el TTIP.
Con el TTIP esas demandas son también posibles en Holanda. En este momento, BNK Petroleum tiene pendiente un permiso para explotación de gas de esquisto en Holanda. Si el TTIP entrara en vigencia, y la Cámara de Representantes holandesa decidiera no aprobar la explotación de gas de esquisto, la compañía estadounidense BNK podría presentar una demanda contra el Estado holandés. Aún más, un riesgo mayor es que el tratado genere un “efecto de intimidación” en las políticas. El temor a las demandas podría hacer que La Haya fuese más cautelosa para implementar ciertas medidas que protegen el ambiente y en general la salud y el bienestar.
Los derechos que el ISDS le entrega a los inversionistas extranjeros son exclusivos para ello y no cubren a las compañías domésticas. Esta posición preferencial es desastrosa para igualar el campo de juego. De acuerdo con la agencia de la ONU para el Comercio (UNCTAD), se presentaron 568 casos el año pasado, bajo acuerdos de libre comercio similares al TTIP. En tres cuartas partes, los casos involucraron compañías europeas y estadounidenses y 61 casos provinieron directamente de Holanda. Estas demandas conllevan cifras exorbitantes en los laudos: en 2012 Ecuador tuvo que “compensar”a la compañía estadounidense Occidental Petroleum por US$1.7 bn.
Esto es progreso? Estamos dispuestos a sacrificar nuestra democracia por la retórica de montañas de oro? Ilusionistas y perseverantes auto-enriquecidos han puesto a las y los ciudadanos de la UE en problemas más que suficientes. No les demos la última palabra ahora.