El agronegocio es el principal responsable de la pérdida de vegetación nativa en Brasil, afirma estudio
Según MapBiomas, la superficie de pastos se expandió un 79% y la agricultura creció un 228% en los últimos 39 años
La colección 9 de mapas anuales de ocupación y uso del suelo, de MapBiomas, publicada el miércoles (21), reveló una pérdida acelerada de superficie de vegetación nativa entre 1985 y 2023, alcanzando la marca del 33% de todo el territorio nacional el año pasado. El informe considera zonas de vegetación autóctona, además de bosques y selvas, superficies de agua y zonas naturales sin vegetación, como playas y dunas.
El proceso de antropización de áreas de vegetación nativa se debe principalmente a la expansión de la agricultura, según el instituto. Brasil tiene actualmente el 64% de su territorio cubierto por vegetación nativa. En 1985 era el 76%. En el mismo período, los pastizales se expandieron un 79%, 72,5 millones de hectáreas más que hace 39 años. La agricultura, por su parte, creció un 228%, un aumento de 42,4 millones de hectáreas de cultivo, principalmente de granos para exportación.
El informe señala que más de la mitad de la vegetación nativa perdida en las últimas décadas se ha concentrado en la Amazonia, con un total de 5 millones de hectáreas perdidas en las últimas cuatro décadas. “Hemos visto un crecimiento muy depredador de la agricultura en la región amazónica, con un proceso de deforestación que básicamente consistía en invadir un área de tierra pública, quitar los árboles de madera dura que tenían algún valor comercial, luego talar la vegetación restante con la técnica del “correntão” (que consiste en que dos tractores colocados en lados opuestos arrastran una cadena fuerte a través de un trozo de bosque, derribando de una sola vez toda la vegetación de esa área), esperar a que se seque y prenderle fuego. Se cultivaba un pasto de muy baja productividad en un intento de regularizar la tierra o tomar posesión de ella. Después, si este proceso tenía éxito, el nuevo propietario vendía el área a otra persona para el cultivo de soja y luego procedía a deforestar una nueva área. Este modelo se utilizó durante mucho tiempo”, dice Marcos Rosa, coordinador técnico de MapBiomas.
Sin embargo, el investigador advierte que la ocupación de tierras por la agricultura está perdiendo fuerza en la Amazonia y migrando a otras regiones del país. “En la Amazonia, estamos viendo una caída enorme de la deforestación, especialmente de la deforestación ilegal. Lo que estamos viendo es que esta expansión está ocurriendo ahora en la región del Cerrado, principalmente en Matopiba, para grandes emprendimientos, principalmente de monocultivo de soya”, dice.
La región de Matopiba está formada en su mayor parte por el bioma del Cerrado, que comprende los estados de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahía, y se considera la última frontera agrícola de Brasil. En su última alerta sobre la región, MabBiomas contabiliza más de 2,7 millones de hectáreas deforestadas en Matopiba entre 2019 y 2023, lo que contribuyó a que el Cerrado sea el bioma con mayor número de alertas de deforestación en este período.
Según el informe, la agricultura pasó del 28% al 47% en el Cerrado, mientras que en la región del bioma Pampa pasó del 28% al 45%. En la Amazonia, pasó del 3% al 16% y del 5% al 17% en la región del bioma Pantanal. La región del bioma Caatinga vio un aumento del 10% en la agricultura, del 28% al 38%, y la Mata Atlántica fue el bioma donde la agricultura varió menos, del 63% al 65%.
Los datos presentados por MapBiomas muestran que en 1985, el 48% de los municipios tenían presencia de agricultura, mientras que en 2023, ese predominio llegó al 60% de los municipios. Los estados que vieron el mayor crecimiento en las áreas utilizadas para pastos fueron Rondônia, que pasó del 6% al 38%; Maranhão, que pasó del 5% al 29%; Mato Grosso, del 6% al 24% y Tocantins, del 7% al 30%.
El agronegocio invade el Pantanal
En el Pantanal, la reducción más acentuada ha sido en la lámina de agua, que ha pasado del 21% en 1985 al 4% en 2023, un claro efecto del cambio climático. Los expertos alertan de que las prolongadas sequías han llevado a la ocupación de zonas bajas antes inundables por el agronegocio, con plantaciones de monocultivos.
“En la parte alta de la meseta, hay mucha expansión de la soya, y en muchos casos incluso ocupa Área de Preservación Permanente (APP), que es el área que debería proteger los ríos, y han sido destruidas. Pero ahora hay una iniciativa para recuperar algunas de esas áreas. Y ese es el gran problema: cuando se prepara el suelo para la soya, la lluvia arrastra sedimentos del suelo hacia los ríos y esos sedimentos llegan a las llanuras”, explica Marcos Rosa.
Otro efecto de la sequía en el Pantanal señalado por los expertos es el cambio en el patrón de la ganadería pantanera.
“Lo que vemos es que el área inundada se está reduciendo y la duración de la inundación es menor. Y esta sequía ha provocado la expansión de la agricultura, especialmente en el interior del Pantanal. Y hay un cambio en el patrón de este tipo de ganadería. La ganadería tradicional de humedal en el Pantanal, realizada en pastizales nativos (siempre la clasificamos como tal), es importante que se mantenga, es un uso tradicional de la tierra. Lo que estamos viendo hoy es un cambio con la eliminación completa de la vegetación nativa y la plantación de vegetación exótica [pastizales]”, dice el investigador de MapBiomas.
¿Qué hacer?
Para quienes producen alimentos y abogan por la adopción de métodos sostenibles de gestión del suelo, no hay forma de disociar el debate ambiental del acceso a la tierra y del modelo de desarrollo agrícola del país. Así lo afirma Maíra Santiago, del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST).
“El movimiento tiene una estrategia para construir un nuevo tipo de reforma agraria, que llamamos reforma agraria popular. Y dentro de esa reforma agraria popular, lo que nos resulta vital es el hecho de que sea posible conciliar la producción de alimentos saludables con el cuidado de la naturaleza”, afirma.
Maíra afirma que, además del compromiso con la lucha por la tierra y la producción de alimentos agroecológicos, el MST ha desarrollado un plan nacional de reforestación, que pretende plantar 100 millones de árboles hasta 2030, en todas las regiones del país. La dirigente del MST pide al gobierno que tome medidas más contundentes para enfrentar el cambio climático, avanzar en la transición agroecológica y, en consecuencia, acabar con el hambre.
“Hay una diferencia entre lo que para nosotros es central, que es reducir o frenar el cambio climático, y lo que propone el gobierno. El gobierno todavía invierte mucho en acciones vinculadas a lo que el capitalismo, el capital verde y el mercado de carbono señalan como soluciones. Y para nosotros, no es el hidrógeno verde ni el mercado de carbono lo que aportará soluciones concretas al cambio climático, sino la reforma agraria, la democratización de la tierra y la agroecología como elementos centrales”, afirma.
Por su parte, la investigadora de MapBiomas espera que los datos aportados por el estudio ayuden a crear políticas de protección de los biomas y de lucha contra la emergencia climática.
“La misión de MapBiomas es producir estos datos para que se utilicen en la mitigación del cambio climático. Así, nosotros producimos los datos científicos, los hacemos públicos y dedicamos la mitad de nuestro tiempo a producirlos, mientras que la otra mitad se dedica a garantizar su utilización. Nuestro objetivo es mostrar los datos y garantizar que se incorporen a las políticas de planificación a corto, medio y largo plazo, así como a que se utilicen para apoyar dichas discusiones”, concluye Rosa.
Los datos de MapBiomas están disponibles para consulta gratuita en una plataforma digital.
Artículo originalmente publicado en Brasil de Fato.
Edición: Nathallia Fonseca
Por: Leonardo Fernandes
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