Crisis y soberanía alimentaria: Vía Campesina y el tiempo de una idea

Luis Hernández Navarro y Annette Aurélie Desmarais

No hay nada más poderoso que una idea a la que llegado su tiempo, escribió el novelista francés Víctor Hugo. En la era de la la crisis alimentaria mundial más grave en décadas, le llegó su tiempo al concepto de soberanía alimentaria.

Puesta en el centro del debate político rural por Vía Campesina desde 1996, esta propuesta programática para el campo y las políticas comerciales se ha convertido, en poco tiempo, en un formidable instrumento de acción para enfrentar la hambruna y la montaña rusa de los precios agrícolas. Una propuesta que, al menos, ha tenido que ser escuchada y evaluada por estados y por organismos internacionales. El quinto congreso internacional de Vía Campesina, celebrado en Maputo, Mozambique, entre el 16 y 23 se octubre, fue el escenario para analizar a profundidad el origen, naturaleza y repercusiones de la actual crisis alimentaria mundial, su relación con la crisis financiera, y para mostrarle al mundo el porqué la propuesta de soberanía alimentaria como la alternativa es no sólo viable sino necesaria.

Diamantino Nhampossa, dirigente de la Unión de Campesinos de Mozambique, resumió esta conclusión a la que los participantes del evento llegaron. “La causa de la crisis alimentaria que tenemos -dijo- es el modelo neoliberal y el capitalismo. No se pueden encontrar la solución a este problema dentro del mismo modelo. Como solución, nosotros proponemos el modelo de la soberanía alimentaria que promueve la agricultura familiar.” (Conferencia de Prensa, Maputo, Mozambique, 23 de octubre de 2008).

*Vía Campesina*

Vía Campesina es un movimiento internacional que agrupa organizaciones de campesinos, pequeños productores rurales, mujeres del campo, trabajadores agrícolas y comunidades agrarias indígenas. Participan tanto campesinos del sur como agricultores familiares del norte. En sus filas convergen asociaciones promovidas por antiguos partidos comunistas o socialistas, confederaciones libertarias, grupos cooperativistas e iniciativas ecologistas Desde su creación no ha dejado de cobrar impulso y es quizás el movimiento social rural internacional más significativo.

El origen de Vía Campesina se remonta a abril de 1992, cuando varios líderes campesinos de America Central, de Norteamérica y de Europa se reunieron en Managua, Nicaragua, en el congreso de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG). En mayo de 1993 celebraron su primera conferencia en la ciudad de Mons, Bélgica. Siete meses después organizaron una manifestación de 5 mil personas en las calles de Ginebra para protestar contra el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT).

La convergencia fue posible porque estaba entonces a punto de firmarse la ronda Uruguay y diversos líderes rurales de varios países, muchos de los cuales se habían encontrado en reuniones internacionales, coincidieron en su rechazo explícito al modelo neoliberal y en su negativa a ser excluidos de la definición de políticas agrícolas. Estaban de acuerdo también en que los enemigos a vencer eran la globalización neoliberal y las grandes trasnacionales de la industria alimentaria.

La meta principal del movimiento internacional consiste en impulsar la solidaridad y la unidad en la diversidad entre organizaciones de pequeños agricultores, para promover relaciones económicas basadas en la igualdad y la justicia social, la preservación de la tierra, la soberanía alimentaria y la producción agrícola sostenible.

En esas experiencias los líderes campesinos descubrieron que tenían mucho terreno en común. En todos lados la modernización (léase industrialización) y liberalización de la agricultura -impuestas mediante programas de ajuste estructural y acuerdos de libre comercio- conducían a una aguda crisis agrícola, a mayor degradación del ambiente, creciente disparidad y mayor empobrecimiento del campo, así como a la consolidación y concentración de las corporaciones agroempresariales. Campesinos, pequeños productores y comunidades rurales enteras desaparecían en tanto el cultivo de alimentos dejaba de ser medio de vida viable. Los líderes entendieron que más liberalización no era la solución.

Vía Campesina se agrupó en torno a objetivos comunes: rechazo explícito del modelo neoliberal de desarrollo rural y una abierta negativa a ser excluida del desarrollo de políticas agrícolas, así como una firme decisión de trabajar en unidad para dar fuerza a una voz campesina y establecer un modelo alternativo de agricultura. Consolidó la unidad y la solidaridad llamando al enemigo por su nombre: los agentes de la globalización económica y la corporativización de la agricultura.

Vía Campesina, pues, no propicia un conflicto entre campesinos del sur y granjeros del norte, sino que promueve la lucha entre dos modelos divergentes y opuestos de desarrollo económico y social. Por un lado, un modelo globalizado y neoliberal, impulsado por los grandes consorcios, en el que la agricultura se ve exclusivamente como forma de obtener ganancias y los recursos se concentran cada vez más en manos de la agroindustria. Por el otro, Vía Campesina vislumbra un mundo rural más humano, basado en el redescubrimiento de una "ética del desarrollo" que dimana de la "cultura productiva" y la "vocación productiva" de las familias del campo. La agricultura es impulsada por los labriegos, se basa en la producción campesina, utiliza recursos locales y se orienta al mercado interno.

Su objetivo primordial es construir modelos alternativos de agricultura y enfoca su actuación en la soberanía alimentaria y el comercio agrícola, la reforma agraria, los derechos de los trabajadores migratorios y los jornaleros agrícolas; el género, la biodiversidad y los recursos genéticos, los derechos humanos y los derechos de los campesinos, así como una agricultura sustentable basada en el productor.

Un número cada vez mayor de instituciones internacionales, como el Banco Mundial (BM), la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), la Comisión de Naciones Unidas para el Desarrollo Sustentable y el Foro Global de Investigación Agrícola reconocen ahora la creciente visibilidad de Vía Campesina como la voz global de los campesinos y los pequeños productores. Sin embargo, para ella la participación en encuentros patrocinados por dichas organizaciones es un asunto riesgoso, pues a menudo se utiliza para legitimar políticas y programas existentes.

Nacida de la tenaz decisión de los campesinos de seguir siendo campesinos, la organización se ha transformado en unos de los más relevantes actores del archipiélago altermundista. Resistente a una modernización que quiere prescindir de sus integrantes, se ha convertido en promotora de una modernización donde quepan todos.