Contra-cumbre del G-8 en Hokaido – Japón
Un año después de la cumbre de Rostock, el G-8 se ha vuelto a reunir en Hokaido con una agenda que, como es habitual, no plantea ningún balance de los compromisos que allí se adoptaron en lo que en su leguaje se llaman compromisos con la humanidad (cambio climático, etc) sino que se centra en responder a la crisis (económica, alimentaria, energética, alimentaria) desde la lógica del interés privado y la rentabilidad capitalista.
Como en años anteriores pero, si se quiere, con un carácter más dramático porque las urgencias son mayores, esta cumbre ha demostrado una vez más que es un obstáculo para responder a los retos que tiene planteada la humanidad en la actualidad y que es necesario reforzar las alianzas y las luchas contra las políticas que se derivan de ella.
Tres han sido los temas centrales de esta cumbre: Crisis alimentaria, África y la Crisis climática, y el resultado final es que los compromisos adoptados van en la dirección opuesta a la resolución de los problemas planteados, porque en todos y cada uno de ellos las soluciones propuestas van orientadas a favorecer la adecuación de las mismas a las necesidades de las economías de los países desarrollados o, mejor dicho, a las necesidades de quienes detentan el poder económico y financiero en éstos países..
Esa es la conclusión que se puede extraer de las declaraciones finales sobre el cambio climático y la crisis alimentaria, los dos temas centrales de esta cumbre El acuerdo alcanzado de reducir en un 50% las emisiones de CO2 para el años 2050 supone un paso atrás en las decisiones adoptadas durante la cumbre de Bali de diciembre pasado, tanto por lo que respecta a los objetivos marcados como porque el objetivo final del acuerdo es que el tema de la crisis climática salga de la agenda de las Naciones Unidas y se desarrolle a través de otros foros, tales como las políticas del Banco Mundial y del “Major Economies Meeting”, una iniciativa impulsada por los Estados Unidos, cargando, además la responsabilidad sobre los países emergentes tales como China, India o los países en desarrollo. Por ello, no es de extrañar que el Gobierno Sudafricano haya emitido un comunicado denunciando que la decisión del G-8 más que un avance supone un “retroceso” para hacer frente a la crisis climática.
Esta decisión de reducir el 50% para el 2050, que además se plantea como criterio global quebrando el criterio de la mayor responsabilidad de los países desarrollados y la necesidad de reducciones en períodos más cortos, al contrario de lo que tratan de dar a entender, supone un 100% de probabilidades de desastre para el planeta, que para esas fechas debería haber alcanzado una reducción del 70%.
En lo que respecta a la crisis alimentaria, el G8 sigue empeñado en buscar la solución allí donde está la causa de toda la crisis que estamos padeciendo: una mayor liberalización de los mercados, que además de orientar la agricultura a la exportación y a que cada vez más países tengan que importar los alimentos que consumen -en lugar incrementar las producciones para el consumo propio- con los efectos negativos que adquieren un carácter más agudo a medida que pasa el tiempo: destrucción de unidad agrícolas, empobrecimiento de las poblaciones rurales, control de la producción y distribución de alimentos por unas pocas transnacionales, destrucción de la biodiversidad y de las culturas alimentarias, etc.
En definitiva, la Cumbre del G-8 se cierra pues con un rosario de propuestas en dirección contraria a donde están las soluciones. Lo que no es de extrañar. Sería difícil de entender que los responsables y principales valedores de las políticas que han llevado a esta crisis puedan ofrecer solución alguna. No es ése el objetivo de estas cumbres.
Frente a frente. Como en 2007 en Rostock, o en San Petesburgo en 2006 o Geneagles en 2005, esta cumbre ha sido una oportunidad de encuentro y movilización frente a las políticas neoliberales. A pesar de las dificultades para el impulso de la movilización en un país como Japon, donde a la debilidad de los movimientos sociales hay que añadir la división entre ellos, el enorme control policial (21000 policias desplazados para una movilización que no superó los 6.000 manifestantes y cuatro arrestados porque el conductor de una camioneta con sonorización se negó a abrir la puerta de vhículo) de cualquier tipo de manifestación y las restricciones del gobierno nipón a la hora de conceder visas de entrada (al final 24 surcoreanos fueron deportados), hay que remarcar la importancia del trabajo desarrollado en común, de haber impulsado una iniciativa de carácter internacional y el contacto con activistas internacionales.
La contra cumbre del Foro giraba en torno a tres iniciativas: La red G-8 Action network of Japan, que integraba distintas redes y actividades: “Grupo de Trabajo sobre Pobreza y precariedad”, Junilee South- Asia/Pacific Movement on Debt and Development, Monitor- Globalization Hong-Kong, Not to WTO/FTA/EPA grass-root campaign, Greens Kansas, Palestine Solidarity in Sapporo, Global Climate Campaign, Internacional People’s Solidarity Days w.g., ATTAC-Japan; las actividades impulsadas por las organizaciones locales de La Vía Campesina, Nouminren y Shokkenren y el movimiento autónomo, que desarrollaron algunas iniciativas de manera conjunta (sobre todo la manifestación del día 5) y otras por separado.
A todas ellas se unieron representaciones de redes o colectivos internacionales que se sumaron a esta contracumbre: La Vía Campesina, CADTM, Friends of the Earth Internacional, Anti-Debt Coalition (KAU), Indonesia, Asian Migrant Centre, Batis Center for Women, Pilippines, Centre for Promotion of Economic and Social Alternatives, Cameroon,
Equity Bd, Bangladesh, ESK, Basque Country, Focus on the Global South, Freedom from Debt Coalition (FDC) , Philippines, FSU, France, KCTU, Korea, LDC Watch, Migrant Forum in Asia ( MFA), No-Vox- France, Rural Reconstruction Nepal (RRN), South Asia Alliance For Poverty Eradication ( SAAPE), Unnayan Onneshan Bangladesh, US, Sustainable Energy and Economy Network…
Los temas centrals de reflexión y debate en estas contracumbre han sido, la crisis alimentaria y la soberanía alimentaria, la crisis climática (un encuentro en el que participaron más de 500 campesinos y campesinas) la deuda externa, la precarización de las condiciones de trabajo y de vida y el encuentro de mujeres, que agrupó a más de 100 mujeres.
Temas que nos han permitido conocer más de cerca la realidad nipona, donde en la agricultura el movimiento campesino se ve sometido a políticas que promueven la importación de alimentos en detrimento de la propia producción, la condiciones cada vez más deterioradas en el mundo el trabajo, donde el trabajo precario alcanza al 30% de la población laboral y a veces se nutre de trabajadores sin techo, en una sociedad donde, por cultura, el disponer de un trabajo (lo de menos son las condiciones) constituye una cuestión de honor.
También nos ha permitido conocer la realidad de los distintos movimientos en Japón: la organización de Via Campesina en Japón Nouminren (47.000 miembros) y la iniciativa Shokkenren (coalición de organizaciones campesinas con otros sectores ciudadanos, que agrupa a 3.300.000 personas) para garantizar la relación directa entre productores y consumidores, ATTA-Japón o la red NO-VOX, que trabaja en torno a la exclusion social… así como retomar la relación con otros movimientos del sudeste asiático (sobre todo organizaciones de la Vía Campesina en Bangladesh, Filipinas, Corea,..) que ya estuvieron presentes en la contra cumber de Hong-Kong en diciembre de 2005.
Aparte de ello, la experiencia de la contracumbre ha sido importante desde el punto de vista convivencia con las y los activistas del Japón y la inmersión en la realidad japonesa: el encuentro con activistas que tienen que desarrollar su actividad en condiciones extremadamente difíciles: las únicas movilizaciones masivas de estos últimos años han sido las movilizaciones contra la Guerra, el partido en el Gobierno es el partido más a la derecha y las políticas neoliberales no tienen una gran contestación a nivel social.
En este contexto fue importante el viaje de visita organizado por Nominren a dos explotaciones agrícolas familiars para conocer de primera mano la realidad de estas explotaciones tanto desde el punto de vista del tipo de producción (utilización de la tierra, uso o no de plaguicidas, rotación de la tierra sobre distintos productos, sistimas y condiciones de distribución, etc.) y humano. Este viaje permitió conocer también que en Hokaido las principales rutas viarias fueron construídas utilizando mano de obra de presos de las cárceles (muchos de ellos presos politicos.)
Josu Egireun
09-07-08