Conferencia Internacional de la Reforma Agraria: Declaración de Marabá

Declaración de Marabá – Descargar, aquí.

 ¿Quiénes somos?  Luchadoras y luchadores por los territorios

Somos más de 130 representantes de organizaciones miembros de La Vía Campesina y aliados/as, de 4 continentes, 10 regiones  y 28 países del mundo, reunidos en Marabá (Pará, Brasil) para reflexionar y continuar nuestro proceso colectivo de construcción de conceptos, propuestas de lucha, proyectos alternativos para enfrentar la ofensiva mundial del capital sobre los pueblos y bienes naturales del campo, costa y mar, y la construcción de las sociedades distintas a las que aspiramos. Y sobre todo para luchar por nuestros territorios. Somos organizaciones de los/as campesinos/as, agricultores familiares/as, pueblos originarios, pueblos sin tierra, jornaleros/as, pastores/as, pescadores/as, recolectores/as, habitantes de los bosques, mujeres, juventudes rurales y de nuestros aliados/as, de todo el mundo.  Estamos aquí para conmemorar los 20 años de la masacre de  trabajadores rurales que luchaban por la tierra en El Dorado das Carajás (Pará), en cuya memoria se instituyó  el “Día Internacional de Lucha Campesina” rememorado cada 17 de abril. Estamos aquí también para insistir en el cumplimiento del compromiso con la reforma agraria, asumido por los gobiernos del mundo hace ya 10 años, en la Conferencia Internacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR), organizada por la FAO en Porto Alegre, Brasil.

Contexto actual: La ofensiva del capital sobre nuestros territorios y golpes a la democracia

Hemos dialogado e intercambiado compañeros y compañeras de organizaciones de América, Asia, África, Europa y Medio Oriente, y nos damos cuenta que en todas partes el enemigo y los problemas son los mismos.  Hay un creciente acaparamiento de tierras, bosques y agua, golpes contra la democracia y la voluntad  popular, presos políticos, etc., no solo en América Latina, Asia y África, sino también en Europa y Norteamérica. En la actualidad somos testigos de una emergente alianza entre el capital financiero, las empresas trasnacionales, el imperialismo, sectores de los Estados Nacionales (casi sin importar su aparente ‘ideología’), en particular pero no solamente, los poderes judiciarios y policiales, el sector privado del sistema agro-pesca-alimentario (agro-negocio), de la minería, la construcción, la explotación forestal, etc., o sea, del extractivismo, y con los medios de comunicación.  En su conjunto esta nueva alianza impulsa una avalancha de privatizaciones, acaparamiento y concentración de bienes comunes y públicos, como la tierra, el agua, los bosques, las semillas, las áreas de pastoreo y de pesca, los glaciares, entre otros. Utilizan la financierización y mercantilización de todo, los tratados de libre comercio e inversión, la corrupción de los políticos y élites gobernantes, su control de los medios de comunicación y del sistema financiero, y la concentración empresarial para lograr sus fines.

Últimamente hemos observado, con creciente alarma, como esta alianza en particular, y el capital en general, ya no toleran casi ninguna muestra, más tibia que sea, de políticas mínimamente independientes implementadas por gobiernos democráticamente electos. Se ha convertido en la fuerza principal detrás de una oleada de golpes de Estado, consumados o en marcha, desde los golpes “técnicos,” “parlamentarios,” “judiciarios,” “blandos,” o “blancos,” hasta los más “duros,” que pasan por encima de la ley, las constituciones y las voluntades populares.  Esto es el caso de Brasil, en donde nos encontramos reunidos ahora.  Nosotros unimos nuestras voces a las voces del pueblo brasileño, que lucha para defender la democracia en su conjunto, contra un intento ilegítimo de golpe y para impulsar las reformas políticas necesarias para que la democracia salga del callejón aparentemente sin salida en donde se encuentra actualmente.

¿Por qué luchamos contra el agronegocio?

Las consecuencias de esta ofensiva del capital ponen en peligro la salud, la naturaleza, el clima, la biodiversidad, la vida rural, la Madre Tierra, y a nuestros pueblos y culturas. La destrucción del tejido social de nuestras comunidades, la migración masiva, el crecimiento desenfrenado de las periferias urbanas, la inseguridad, los agro-tóxicos, los transgénicos, la mala alimentación y la homogenización de los hábitos de consumo, el calentamiento global, la destrucción de los manglares, la acidificación del mar, el agotamiento de la pesca, son -entre muchos otros- síntomas de lo que está sucediendo.

La emergencia de esta nueva alianza entre el capital financiero, el agronegocio, los Estados, los medios masivos, y otros, y su capacidad de disputa tanto de los territorios como por los estados, hasta los estados “progresistas,” y por la opinión pública, nos ha obligado una vez más a un necesario proceso de reflexión y reformulación de conceptos, propuestas, proyectos alternativos, y estrategias, formas y prácticas de lucha. 

Aquí en Brasil hemos visto como el capital financiero ha transformado al viejo enemigo de los campesinos y trabajadores sin tierra, el latifundio improductivo, en agronegocio capitalizado, en minería contaminante, en pesca y acuicultura industrial, y en un sector energético, todos ellos aparentemente “productivos”, aunque lo que más producen es miseria y devastación ambiental. Con esta transformación, el capitalismo ya no necesita una reforma agraria ‘clásica’ para elevar la producción. Esto imposibilita las alianzas del pasado a favor de la reforma agraria, entre los sin tierra y algunas fracciones del Estado que representan al capital productivo, dejando el tema de la reforma agraria directamente en el campo de la lucha de clases. A su vez, socava el argumento de la injusticia de mucha tierra en pocas manos frente a una masa de personas sin tierra, mientras legitima ante toda la sociedad -incluida la clase trabajadora, rural y urbana-, de la conveniencia en del proyecto de desarrollo del capital para el campo.

Cualquier resistencia que oponemos los pueblos es respondida con demonización mediática, persecución y criminalización de organizaciones, líderes/esas y luchadores/as sociales, represión, asesinato, desaparición forzada, encarcelamiento ilegítimo, detención administrativa, acoso sexual y violación. Hay una modificación de leyes para permitir cada vez más criminalización y, en muchos casos, una impunidad creciente y casi total.

Frente a este terrible panorama, los pueblos rurales y nuestras organizaciones, movimientos, alianzas y convergencias, son en este momento la principal esperanza que tiene la humanidad y el Planeta Tierra. Nosotros estamos en la primera línea de la disputa territorial y política contra esta alianza oscura.  Nuestras propuestas de soberanía alimentaria, reforma agraria popular, construcción de territorios agroecológicos de producción de alimentos y de agricultura campesina para enfriar el planeta, ofrecen soluciones y alternativas reales a los problemas generados por el sistema capitalista.

 ¿Qué defendemos y proponemos? Nuestra reforma agraria popular.

En  La Vía Campesina y la Campaña Global por la Reforma Agraria tenemos una historia de más de 20 años de lucha por la tierra y la defensa de la tierra y el territorio. En el año 2012, en Bukit Tinggi (Indonesia), hicimos un recuento de esta historia, y de cómo ha evolucionado nuestra lucha en respuesta a un mundo cambiante y a nuestras propias experiencias y diálogos acumulados. Pero en 2012 estábamos apenas percibiendo el alcance del capital financiero y su dominio sobre otras fracciones del capital.  Esto ha cambiado una vez más las reglas del juego, y cómo convocamos a la sociedad en relación al tema de los territorios rurales.

Ahora preguntamos: ¿Es mejor un campo sin campesinos, sin árboles, sin biodiversidad, de monocultivo y producción confinada de animales, de agro-tóxicos y transgénicos, que produce y exporta alimentos no saludables, que genera cambio climático y mina la capacidad de las comunidades para adaptarse a ello, con contaminación, enfermedades, y migración masiva a las ciudades? ¿o un campo compuesto por los territorios agroalimentarios de campesinos y campesinas, de pueblos indígenas, de agricultores familiares, pescadores artesanales y otros pueblos rurales, con vida digna, cosmovisiones y saberes diversos, árboles, biodiversidad, producción agroecológica de alimentos saludables, que enfría el planeta, que produce soberanía alimentaria y que cuida la Madre Tierra?

En este sentido, los compañeros y compañeras de Brasil nos ha enseñado su propuesta de una Reforma Agraria Popular, una reforma agraria no sólo para los campesinos sin tierra, sino para la clase trabajadora y toda la sociedad. Un concepto de reforma agraria con agroecología, con un enfoque territorial, que solo será conquistada a través de la lucha de clases y del enfrentamiento directo al proyecto del capital, a sus ganancias, a sus medios de comunicación concentrados y otros agentes nacionales e internacionales. Una reforma agraria para potenciar la agricultura, economía y territorios campesinos.

En el mismo sentido, en toda América, Asia, África, Europa y Medio Oriente, nuestras organizaciones, movimientos y convergencias están en la disputa territorial directa con el capital, con propuestas similares, basados en enfoques territoriales, en la convergencia entre nuestra diversidad, cosmovisiones, saberes populares y tradicionales, en la agroecología, pesca artesanal y pastoralismo tradicional, y en nuestros diversos modos y estrategias de vida. Las propuestas aunque similares, también son distintas según la naturaleza de nuestras diferentes realidades.

En donde está concentrada la tierra, luchamos por su redistribución, y en algunos países se habla de hacer una “revolución agraria.” En donde nuestros pueblos aún controlan sus tierras y territorios, luchamos por su defensa; en donde la tierra fue nacionalizada, y ahora es concesionada por los gobiernos a entes extranjeros, luchamos por su retorno a nuestras comunidades y derechos consuetudinarios. Los y las pescadores/as entre nosotros/as hablan de la lucha por los territorios de pesca artesanal. En Europa hemos retomado las ocupaciones de tierras y organizado luchas contra los cambios en el uso de la tierra, logrando visibilizar los problemas de acaparamiento y concentración. En Palestina luchamos contra la ocupación brutal de nuestro territorio y llamamos al boicot de los productos israelíes. Y en todos lados arde la lucha de la juventud por el acceso a la tierra y otros recursos.

Tenemos grandes victorias como la reforma agraria masiva -con recuperaciones populares de tierra- en Zimbabue, la ‘Educación del Campo’ en Brasil, las cancelaciones de concesiones mineras y para plantaciones masivas en algunos lugares de África, la permanencia de la reforma agraria cubana y su éxito agroecológico con el movimiento “de campesino a campesino,” etc.  También tenemos victorias parciales, pero alentadoras, como la promesa de una importante reforma agraria en Indonesia, para lo cual debemos movilizarnos y hacer cumplir sus promesas a nuestros gobiernos.

Organizamos nuestras luchas con la formación política y técnica-agroecológica de nuestros cuadros y bases.  Hemos construido escuelas de formación y escuelas campesinas de agroecología en todos los continentes. Hemos desarrollado alternativas educativas para nuestros hijos e hijas. Hemos aprendido de los pueblos originarios en nuestros movimientos que “la vida de los pueblos y la naturaleza son una sola”. Tenemos viejas y nuevas tácticas, como las ocupaciones y recuperaciones de tierras y territorios, la solidaridad, las caravanas -como las del Oeste de África y de Bangladesh-, los medios alternativos, el arte y la cultura, el feminismo campesino y popular, los valores humanistas, ambientales y socialistas, la movilización y creatividad de la juventud, nuevas alianzas campo-ciudad, las directrices de la FAO, la carta de derechos campesinos que hemos impulsado en la ONU, etc.

Tenemos que seguir ajustando e innovando tácticas, sobre todo teniendo en cuenta que el  enemigo modifica dinámicamente sus estrategias de disputa de nuestros territorios. Tenemos nuevos enfoques – como el enfoque territorial – y nuevas estrategias, como la construcción de espacios autónomos, la autonomía relativa y auto-abasto, y la masificación de la agroecología popular.

Nuestros Desafíos:

– Transformar la lucha por la tierra en la lucha por el territorio, junto con la construcción de un nuevo modelo productivo, para la soberanía alimentaria, profundizando una agroecología más “autónoma,” en base al rescate de saberes ancestrales y nuestros propios recursos e insumos locales.

– Organizar la lucha por las políticas públicas, tanto a favor de la producción campesina como por la salud, la educación, la cultura y el deporte en nuestras comunidades.

– Masificaremos la formación política e ideológica, mejoraremos el trabajo con nuestras bases, a fin de mejorar la organicidad interna y funcionamiento de nuestras organizaciones, fortaleciendo de manera creciente la participación y el liderazgo de mujeres y jóvenes.

– Enfrentaremos la demonización mediática, y la manera como los medios masivos promueven una cultura de consumo y un vaciamiento de contenido de los sistemas “democráticos”. Trabajaremos arduamente por construir nuestros propios medios de comunicación, que dialoguen tanto con nuestras bases como con la sociedad en su conjunto.

– Haremos frente de manera más efectiva a la criminalización, la represión, la militarización, y organizaremos la lucha internacional a favor de nuestros/as presos/as políticos/as. Organizaremos una jornada permanente de solidaridad, basado en el lema: “no damos lo que nos sobra, sino que compartimos lo que tenemos”.

– Continuaremos con nuestra tarea de construir alianzas de clase, sin dependencias, entre campo y ciudad, y entre productores y consumidores.

– Denunciamos y combatiremos a las leyes “anti-terroristas” y su aplicación contra nuestras luchas legítimas.

– Profundizaremos la solidaridad con las luchas de los pueblos Palestinos y Kurdos, y demás pueblos que sufren la escalada militar, y condenamos todo tipo de ocupación militar.

– Elaboraremos un análisis del papel que juega el narcotráfico, y el crimen organizado en general, en connivencia con el capital y los Estados Nacionales, en la desestabilización de nuestros territorios, para desarrollar estrategias más efectiva para entender y enfrentar esta realidad.

– Combatiremos la concentración empresarial en los distintos sectores de la economía y del sistema agro-pesca-alimentario/mediático/financiero, y los ataques frontales a la democracia. Crearemos  formas de lucha que generen pérdidas económicas al capital, a las multinacionales, a los bancos, etc.

– Construiremos convergencias y mayor unidad en base a objetivos comunes, respetando y rescatando la riqueza intrínseca de nuestra diversidad de actores (campesinos/as, trabajadores/as, pescadores/as, indígenas, pastores/as, pobladores/as urbanos/as, consumidores/as, etc.).

– Enfrentaremos cualquier surgimiento de fundamentalismos religiosos conservadores y de derechas, y combatiremos la oleada de leyes y tratados neoliberales y privatizadores.

– Repensaremos la relación entre nuestros movimientos populares, el Estado, los partidos políticos y los procesos electorales, de acuerdo con la historia y coyuntura distinta de cada país, combatiendo la erosión generalizada de los mecanismos nacionales e internacionales de derechos humanos.

– Lucharemos contra el imperialismo norteamericano y, a la vez que reconocemos la importancia de la multipolaridad, alertamos sobre la necesidad de responder ante la emergencia de nuevos imperialismos, económicos, políticos,  y militares.

– Desde nuestras organizaciones buscaremos convergencias alrededor de proyectos populares alternativos de construcción y formulación colectiva, y además impulsaremos la mejora de la organización productiva y el cooperativismo. Fomentaremos la pequeña y mediana agroindustria para agregar valor a nuestros productos, y trabajaremos para conquistar más y mejores canales cortos y medianos de comercialización para la producción campesina.

– Lucharemos por abordar el tema del crédito: como conquistar más y mejores condiciones de crédito para el campesinado, y a la vez como producir sin crédito, o con menos crédito y menos deudas.

– Confrontaremos la tendencia institucional (Banco Mundial, FAO, academia, ONGs, etc.) de vaciar de contenido a conceptos como “reforma agraria” y “agroecología,” lanzando versiones “light” como “acceso a la tierra” y “alimento orgánico industrial” del monocultivo del “agro-negocio verde,” y la “responsabilidad social de las corporaciones”.

– Lucharemos para lograr mecanismos internacionales no solo “voluntarios,” sino vinculantes y sancionables.

-Frenaremos la aprobación y proliferación de nuevas tecnologías peligrosas, como las semillas “terminator” y la biología sintética.-Fortaleceremos la participación de las mujeres y jóvenes en todos los movimientos sociales. Implementaremos mecanismos para incrementar la permanencia de la juventud en el campo. Lucharemos contra el modelo patriarcal que impera bajo el sistema capitalista, y exigiremos  el pleno derecho de las mujeres campesinas e indígenas a  la tierra, agua y territorio.

– Realizaremos cada vez más luchas unificadas a nivel internacional para enfrentar nuestros enemigos comunes.

¡Defender la tierra y honrar la vida!

A 20 años de la masacre de El Dorado de Carajás, en el estado de Pará, este 17 de abril “Día de Internacional de las Luchas Campesinas”,  nos reencontramos con miles de hombres y mujeres que defienden el derecho a la vida, que luchan por conquistar una sociedad más justa, por los derechos de los pueblos a la tierra y el territorio, la promoción de la soberanía alimentaria y la producción agroecológica para erradicar la injusticia, el hambre y la pobreza.

¡Globalicemos la esperanza!

Campaña Global por la Reforma Agraria de La Vía Campesina

Delegados/as de 4 continentes del mundo unidos para

Defender la Tierra y Honrar la Vida.