Brasil: El primer proyecto urbano de vivienda popular del MST cumple 10 años
(São Paulo, 5 de Junio de 2015) En la ciudad de Jandira, una bandera de lucha del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra, MST de Brasil se planta como símbolo de la unificación del campo y la ciudad. Allí, la propiedad como forma de impedir la mercantilización de la conquista colectiva sigue siendo el horizonte para uno de los mayores problemas sociales del país: la falta de vivienda.
El lugar es la Comuna Urbana Dom Hélder Câmara, ubicada en el municipio de Jandira, en el Gran São Paulo, que este 2015 cumple 10 años de conquista. La historia de la Comuna Urbana, no obstante, tuvo su inicio hace 15 años, cuando 250 familias ocuparon un área de tierras inundables que llamaron Villa Esperanza. “La población marginada del país se ve obligada a poner esperanza cotidianamente en todo lo que hace, por eso el nombre de Villa Esperanza”, recuerda el Padre Joao Carlos Pacchin, un italiano radicado en Brasil, miembro de la Pastoral de Moradia (Organizaciones pastorales que trabajan con la lucha a la vivienda) e ideólogo del proyecto de vivienda de la Comuna Urbana.
El área inundada, un terreno abandonado que pertenece a la Compañía Paulista de Trenes Metropolitanos (CPTM), sufría continuas crecidas del río Barueri Mirim. Aun así, por no tener donde ir, las familias insistieron en permanecer en el lugar.
Fueron cuatro años de lucha y resistencia hasta la llegada del primer aviso de desalojo. En aquel momento, los residentes entraron en contacto con el MST, que pasó a buscar alternativas para las familias. Frente a esta situación, quedó claro que el interés de aquella comunidad no era reivindicar un asentamiento de Reforma Agraria. Por lo tanto, el Movimiento constató que los conflictos urbanos debían ser abordados en la propia ciudad, y no fuera de ella.
Con el proceso de desalojo en marcha y el inmediato derribo de chabolas (que sucedió en 2005), parte de las familias acordaron realizar una nueva ocupación. En esta ocasión no de forma espontánea, sino organizada.
Las familias, entonces, ocuparon un edificio abandonado, que hace más de 30 años había sido diseñado para ser el Seminario de los Padres Salesianos, pero que fue vendido antes de su conclusión por falta de recursos.
“La entrada del MST en el proyecto fue fundamental en términos organizativos. Si no fuese por esa alianza, no hubiéramos conseguido un tercio de lo que tenemos. Hoy todos los residentes de aquí entiende el MST como Movimiento de lucha y levantan su bandera dentro y fuera de la Comuna”, constató la habitante del lugar Érica Aparecida, integrante del MST y coordinadora del proyecto escolar desarrollado en la Comuna Urbana.
Nace la Comuna
En 2008 se constituye oficialmente la “Comuna Urbana Dom Hélder Câmara”. El espacio que anteriormente era fruto de acuerdos y desacuerdos entre trabajadores y trabajadoras precarias, se transformó en el primer proyecto urbano de vivienda popular en Brasil vinculado al MST.
La Comuna Urbana fue pensada a partir de la Comuna da Terra (Comuna de la Tierra), una propuesta de asentamiento próxima a grandes centros urbanos que pretende integrar en un mismo espacio infraestructura, acceso a la información, agroecología y tecnología.
“La lucha entre el campo y la ciudad nos hace entender mejor esa lucha constante en la que vive la población Sin Tierra y Sin Techo, sin derecho a la vivienda, siendo una de las necesidades más básicas del ser humano”, observa Aparecida.
La elección del nombre no fue casualidad. Don Helder nació en Ceará y llegó a ser integralista (movimiento político) en los años 30, algo que luego abandonó para convertirse en un incansable defensor de los trabajadores.
Una de sus máximas, hasta hoy repetida en las reuniones y asambleas de la comunidad, ilustra el carácter progresista del proyecto, según el Padre José Carlos.
“Cuando doy pan a los pobres me llaman santo, cuando pregunto por las causas de la pobreza me llaman comunista” cuenta el Padre. “Él no nos deja olvidar de dónde venimos y a dónde queremos llegar”, dice.
Proyecto habitacional
Instalados en la ocupación, los habitantes consiguieron transferencias de recursos del Ministerio de las Ciudades para comprar un terreno, y de esta manera, poner en práctica un proyecto de viviendas para las familias.
Para obtener los recursos se realizó un proyecto previo para la alcaldía. Según el Padre José Carlos, el proyecto inicial no respondía a las necesidades de los habitantes de la ocupación.
Entonces, cuando parte de los recursos y la adquisición del terreno estaban encaminados, los Sin Tierra de la ciudad invitaron a un colectivo de arquitectura especializado en proyectos populares para colaborar en este proceso.
La consolidación del proyecto popular
Guiados por la experiencia del concepto de Comunas da Terra, ya replicadas por el MST, la idea era combinar en el mismo espacio las viviendas, el huerto y vivero comunitarios con bases agroecológicas, la guardería, la panadería comunitaria, la escuela con métodos pedagógicos propios y una cancha.
“Nuestra idea fue unir el campo y la ciudad en el papel y en el proceso de construcción y organización de las luchas contra este modelo social”, comenta Aparecida.
“De esta manera, empezamos las construcciones. Fueron años de lucha hasta que las primeras estructuras se completaron. No fue fácil, pero teníamos un objetivo, y organizados, conseguimos salir adelante”, recuerda el Padre José Carlos.
Resultado
Hoy, 10 años después, el proyecto sigue su curso, con 128 casas, una guardería, una escuela de primaria y preescolar, que juntas atienden a más de 120 niños y niñas de 0 a 12 años, tanto de la Comuna como del barrio.
Ahí, tienen aulas de refuerzo y de informática, además de ludoteca y actividades de integración. La huerta comunitaria y la biblioteca están siendo finalizadas. La panadería comunitaria, proyecto antiguo de los habitantes, debería estar terminada este año. La Comuna también cuenta con espacio en el que se hacen círculos educativos para padres y familiares.
En ellos, los pequeños aprenden desde muy temprano a reconocer el medio social en el que viven. Con esto, reflexionan sobre su realidad de manera crítica, siendo formados para luchar contra las injusticias sociales que les rodean.
“En una ciudad como São Paulo, que tiene uno de los mayores déficits de vivienda del mundo, participar en la construcción de un proyecto que funcionó y que puede ser la solución para uno de nuestros mayores problemas, es muy gratificante”, comenta Aparecida.
Las acciones y actividades siguen durante todo el año, y los eventos entre los habitantes de la Comuna y de la región de Jandira garantizan la integración de la comunidad. La fiesta “agostinha”, que reúne a los habitantes de la región y el desfile de Carnaval, promovido por “Unidos da Lona Preta” (escuela de samba del MST), es un ejemplo de esta integración.
Sobre el futuro
Todavía queda mucho por hacer en la Comuna. El espacio todavía no cuenta con mejoras en el sistema de alcantarillado y, sólo recientemente se ha conseguido regularizar los sistemas de agua y luz.
Parte de los proyectos iniciales, como un taller de costura, una cancha polideportiva, cuatro áreas de comercio y un anfiteatro todavía han de ser finalizados.
Algunos podrán entender que se trata de una propuesta de desarrollo local, otros que se están esbozando estrategias de desarrollo más allá del capital. El hecho es, que rodeada de urbanizaciones privadas e insertada en un proceso social de producción, la Comuna Urbana se presenta como una forma de repensar la ciudad.
Los residentes de la Comuna están desafiando al Estado y provocando a la sociedad al poner en debate la vida colectiva, la generación de empleo e ingresos en el espacio habitado.
De esta iniciativa nace, por tanto, un nuevo concepto de producción social y producción de espacio urbano, por medio de la ejecución y apropiación del ambiente habitado y del espacio social construido.