Alimentos orgánicos o agroecológicos: ¿cuáles son las diferencias en la producción?
La III Feria Nacional de la Reforma Agraria organizada por el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) que tuvo lugar hace una semana en São Paulo, comercializó tres tipos de productos: agroecológicos, orgánicos y en transición. ¿Pero cuáles son las diferencias entre estas clasificaciones de los alimentos?
No se trata solamente de las características del producto final, sino también del modo como se organiza cada etapa de la producción, desde la selección del sitio hasta las condiciones de los trabajadores del campo.
Para ser orgánico, basta que en la plantación no se utilicen agrotóxicos, sin tomar en cuenta el involucramiento y las condiciones laborales de los agricultores, la compatibilidad de los cultivos en relación con el ecosistema local y el nivel de industrialización de todo el proceso.
Sin embargo, los alimentos orgánicos aunque sean más saludables que el modelo normal de producción del agronegocio no implican el mismo grado de responsabilidad social y ambiental que el movimiento de la agroecología, apoyado por el MST.
Agroecología
“El producto agroecológico, que es la producción que defendemos en el Movimiento Sin Tierra, es un producto diferenciado desde su origen”, explica Milton Fornazieri, debido a sus certificadores tradicionales, como el Instituto de Mercado Ecológico (IMO) y a la certificación comunitaria, realizada por las organizaciones a partir del origen del producto”, completa.
La certificación fue creada por una ley sancionada en 2003 por el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva (Partido de los Trabajadores – PT) que en aquel año también había inaugurado el programa Fome Zero (Hambre Cero).
De acuerdo con la legislación, se exige que no se utilicen contaminantes intencionales (agrotóxicos) en el proceso de producción; que se realice la conservación de la diversidad biológica de los ecosistemas incluso el sistema de producción; el uso saludable del suelo, el agua y el aire; el reciclaje de los residuos orgánicos, reduciendo al mínimo el empleo de recursos no renovables.
Los asentamientos del MST que producen alimentos en transición pasan por un cambio en el modo de producción, del agronegocio industrial al orgánico, y del orgánico hacia la producción agroecológica.
Ecosistema
Una de las principales diferencias entre el sello orgánico y el agroecológico es el factor humano: el primero ya fue absorbido por el agronegocio capitalista, y puede ser producido inclusive en latifundios casi completamente mecanizados, con poco o ningún involucramiento de los trabajadores y trabajadoras del campo, transferidos, en ese sistema, a los centros de procesamiento de los productos.
La agroecología promueve el rescate de técnicas pre industriales que aún viven por medio de la agricultura familiar y que son menos agresivas con los ecosistemas, aliados al conocimiento científico moderno de análisis de las aguas y del suelo, así como de los hábitos y necesidades de la fauna local.
En la agroecología, la rotación de cultivos, por ejemplo, sigue la lógica de la alimentación de la familia productora, y no la planificación financiera de los grandes hacendados; así, la producción es más diversificada y permite que el suelo retenga nutrientes.
“El agronegocio dice que tiene condiciones para resolver el problema de uso de venenos en la agricultura, pero creemos que eso no es verdad. Quien consigue hacer realmente un producto agroecológico es quien está en el día a día, en la pequeña propiedad, en el lote de la reforma agraria. No es sólo un tractor, una máquina, que hace la agroecología. Es su relación con la tierra y dar a la tierra aquello que ella necesita”, explica Fornazieri.
Precios
El agronegocio se aprovechó también del gran interés que ha despertado el debate público sobre alimentación saludable para encontrar formas de aumentar el lucro: aunque la producción orgánica involucre un modo de producción diferente, no hay necesidad de que los productos sean necesariamente más caros. Los asentamientos de la reforma agraria, por ejemplo, se esfuerzan para equilibrar los costos y no cargar la mano en el precio final del alimento.
“Aunque existe mucha tergiversación con relación a la cuestión del precio de los productos orgánicos y agroecológicos; quien realmente produce para el mercado, para obtener lucro, cree que sólo porque produce orgánico tiene que cobrar más y explotar al consumidor. Nosotros estamos en un proceso de discusión grande sobre que precio sería justo tanto para quien produce como para quien consume. Si es necesario aumentar el costo con relación al modelo convencional del agronegocio, no puede ser un proceso de explotación como hacen esas grandes haciendas de productos orgánicos que están esparcidas por Brasil”, dijo Fornazieri.
Edición: Diego Sartorato | Traducción: Luiza Mançano
Fuente: Brasil de Fato