Agroecología: una lucha en defensa de la vida
Están engañados aquellos que consideran a la agroecología tan solo como un conjunto de técnicas utilizadas en el manejo productivo. Según Rilma Román, de la Asociación Nacional de Trabajadores Pequeños, (ANAP) de Cuba, la producción agroecológica es un modo de vida y complementa: “ un modo de luchar y de resistir al capitalismo”.
Estas cuestiones, abrieron las discusiones de este jueves (28) el Seminario Continental de los Procesos de Formación en Agroecología de La VÍa Campesina, en la Escuela Nacional Florestan Fernandes (ENFF), en Guararema (SP).
Las actividades del Seminario sistematizaron el acumulo teórico y práctico que los movimientos y organizaciones han vivenciado en el debate agroecológico. En este sentido, una mesa compuesta por Rilma y Peter Rosset, técnico militante de la Secretaría Operativa Internacional de La Vía Campesina, apuntó a la trayectoria de estas discusiones en los diversos espacios de articulación, formación y lucha sin perder de vista, las experiencias que aglutinan ese proceso, como es el caso de los Institutos Latinoamericanos de Agroecología (IALAs) esparcidos por el continente.
Peter destacó en el inicio de su intervención que la agroecología es un modelo que se contrapone a la lógica de producción del agronegocio, considerado como un “modelo de muerte”, pues destruye la naturaleza, invade los territorios y explota al trabajador y trabajadora. Por otro lado, la agroecología, según él, tiene como base la defesa de la vida en el campo, la transformación colectiva, y el respeto al modelo de ser y vivir, apuntando a la lucha por la conquista por la tierra y de la Soberanía Alimentaria.
En ese contexto, rescató desde el 2003 las diversas actividades que La Vía Campesina ha construido para fomentar la práctica agroecológica. Por ejemplo, la campaña de semillas, la construcción de un Colectivo de Agroecología, encuentros, cursos y congresos, con carácter auto organizativo dando línea política y formulado a partir de la perspectiva de los pueblos indígenas, campesinas y trabajadores de la ciudad.
“Estamos haciendo una ‘sopa’ con varios ingredientes sabrosos y construyendo un proceso de diálogo importante para avanzar en la lucha”, explica Peter al afirmar que los trabajos y estudios comenzaron con 45 procesos agroecológicos y hoy más de 300 experiencias son vivenciadas. “Por eso, la importancia de la escolarización y formación política. De campesino a campesino, una de nuestras tareas es potencializar esas experiencias y garantizar la realización de intercambios, proyecta.
En esa perspectiva, Rilma considera que cada proceso construido dentro de La Vía Campesina es fuerte y necesario. “Tenemos una gran responsabilidad en el continente americano, pues necesitamos pensar cómo vamos a conectar todos los procesos de formación: formales e informales”.
El debate apuntó además la importancia de la participación de las mujeres y jóvenes en los procesos productivos, para fortalecer los elementos políticos que constituyen el acumulo colectivo de La Vía sobre la agricultura campesina, la soberanía alimentaria, la construcción de una red de formadores, los intercambios, la elaboración de materiales de estudio, en el acceso a políticas públicas y, principalmente, en las acciones dirigidas y formación de opinión publica.
Agroecología en la práctica
En la práctica, los IALAs son experiencias que han aglutinado los elementos políticos debatidos sobre la agroecología y han formado campesinas y campesinos, a partir de un método educativo popular, colectivo y horizontalizado.
Al contextualizar el momento histórico que América Latina vivió para la construcción de los espacios de formación, Ayala Ferreira, de la dirección nacional del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), dice que las escuelas de agroecología se formaron en un período de protagonismo de las luchas populares en el ciclo de la hegemonía neoliberal del continente. O sea, en un período de composición de gobiernos “populares”. “En este mismo período el agronegocio se fortaleció, dejando claro el papel político y emergente que las escuelas tendrían.”.
“La construcción de nuestras escuelas fue hecha con nuestras propias manos. Son producto de nuestros esfuerzos que compone a La Vía Campesina” y continua, “percibimos que el acceso a la tecnología en ese campo de disputa y difícil y que la formación de agroecología más aún. Por eso, reflexionamos acerca de la perspectiva de formación que queremos implementar”.
Asimismo, dialogando sobre las dificultades, Ayala dice que existen dos ideas muy fuertes que animan los procesos. La primera es el deseo y la fuerza de voluntad militante para constuir el debate y la otra, el desafio de masificar el movimiento agroecológico, pensando en una verdadera transformación de los territorios.
“Hemos percibido que nuestras construcciones se materializan en experiencias diversas, con fundamentos comunes, como el proceso histórico, los desafíos para el campesino y la formación de sujetos,”, analiza.
Hoy, solo en Sudamérica, siete escuelas s agroecológicas, en diferentes países, tan tomado el desafío de la formación técnica y política de manera permanente, sin contar con las diversas comunidades y espacios construidos en el continente que abarcan esas discusiones cotidianamente en los territorios.
De Brasil hasta Venezuela, pasando por centroamérica y el caribe encontramos elementos que aproximan estas experiencias de formación en agroecología, que van desde el ejercicio práctico con las localidades que están insertadas en la integración latinoamericana como un principio revolucionario.
Por Wesley Lima
De la Página del MST
Traducción: Viviana Rojas