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Misiones de LVC | Región Árabe y África del Norte | Solidaridad con Palestina | Solidaridad internacionalista | Tierra, Agua y Territorios

Parte 9 | Delegación de La Vía Campesina visitó Palestina en diciembre de 2024: Apuntes de sus diarios

22 abril 202522 abril 2025

Del 8 al 18 de diciembre de 2024, una delegación de nueve campesinos viajó a Palestina, en Cisjordania. Todas sus organizaciones forman parte del movimiento campesino internacional La Vía Campesina, que también incluye a la organización palestina UAWC (Unión de Comités de Trabajo Agrícola). Durante muchos años, La Vía Campesina se ha solidarizado con los campesinos palestinos en su lucha contra la colonización, el acaparamiento de tierras y agua, y las numerosas violaciones de derechos humanos que sufren. Sin embargo, desde 2023, la magnitud de las masacres en Gaza y las intenciones abiertamente genocidas del gobierno israelí de extrema derecha han llevado a La Vía Campesina a intensificar su trabajo de solidaridad con los agricultores palestinos. Organizar una visita de la delegación a Cisjordania se convirtió así en una necesidad. Debido a los obstáculos impuestos por el Estado israelí para acceder a los territorios palestinos, todos los delegados eran europeos, procedentes del País Vasco, Galicia, Italia, Portugal, Irlanda y Francia. Fanny y Morgan somos pequeños agricultores, residentes en Ardèche y Bretaña, y miembros de la Confédération Paysanne. Los siguientes textos son nuestro diario de estos diez días, que cambiaron profundamente nuestras vidas y nuestra visión del mundo. [Acceda a todas las notas aquí].


Día 10 – Ramala y regreso

Morgan

Martes 17 de diciembre, es el día de la despedida. Kelo, Dora, Malu, Ollie, Pier y Eliza se van esta mañana para poder llegar a la frontera con Cisjordania antes del cierre del puesto de control a las 16hs. Nosotrxs tomamos el último desayuno juntxs. Estamos tristes. Qué extraño: la mayoría de nosotrxs no nos conocíamos hace diez días y ahora nos sentimos como si nos separáramos de amigxs de la infancia. ¡Lo que vivimos juntxs ha sido tan fuerte! Nuestros días en Palestina nos han transformado profundamente.

Todo el mundo va a volver a sus fincas y a sus familias. La perspectiva de sumergirse bruscamente en la “magia de Navidad” y su locura consumista nos asusta un poco. Hemos intercambiado contactos y algunos ya estamos haciendo planes para visitar a otrxs.

Mustafa llega: acompaña a nuestrxs compañerxs hasta la frontera con su minibús. Fanny, Carlos y yo saludamos desde nuestro apartamento de arriba. Ya está, se fueron.

Ordenamos un poco el apartamento y terminamos de hacer las maletas. Nuestros vuelos salen mañana muy temprano del aeropuerto de Tel Aviv y aún tenemos todo el día por delante. Pero vamos a tener que descansar un poco, ya que la noche promete ser larga y no muy agradable.

A eso de las 11, nos dirigimos a las oficinas de la UAWC. Ya estamos más familiarizados con las calles de Ramala. Cuando llegamos, todo el equipo planea comer el “brunch” con nosotrxs. Nos apretamos en la pequeña cocina frente a un fabuloso bufé de guacamole, tortilla, zaatar, hummus, pan de pita y aceite de oliva. Es como una gran familia. Nos divertimos mucho charlando entre nosotrxs. Después de comer, Tamam, Moayyad y Aghsan toman su café y fuman en una pequeña veranda contigua a la cocina. Fanny y yo nos miramos y pensamos que son magníficxs.

A continuación, nos instalamos en la sala de reuniones para una última sesión informativa. Todxs estamos de acuerdo en que el viaje de la delegación ha sido un gran éxito. Hablamos del futuro. De repente, Fuad se vuelve más sombrío. Los ataques contra los movimientos sociales palestinos vienen de lejos, pero en los últimos años se han agravado. En concreto, Fuad teme que pronto se prive a todas las organizaciones palestinas de la sociedad civil de sus cuentas bancarias, para cortar toda posible financiación. Y añade: “Con la elección de Trump, ¿qué será de nosotrxs? ¿Van a hacer los israelíes en Cisjordania lo mismo que están haciendo en Gaza? Ya lo han visto, quieren acabar con nosotrxs”. Fuad explica que la UAWC tiene vínculos con movimientos y personalidades judías de todo el mundo, pero que nunca los ha tenido con los “sionistas de izquierdas” de Israel. “Es cierto que estos israelíes dicen oponerse a la colonización de Cisjordania y a los “excesos” del ejército israelí, pero en el fondo, en cuanto hablamos de igualdad para todxs, sea cual sea su religión, en cuanto hablamos del derecho al retorno de los refugiadxs de la Nakba, en cuanto hablamos de un verdadero Estado para Palestina que tuviera todos los atributos de la soberanía, no queda nadie”.

Creo que ahora entendemos mejor lo que significa Palestina. No es un Estado nación en el sentido étnico, no es un país para un grupo separado. No. Palestina es un país abierto al mestizaje y la diversidad, que acoge a personas de todxs los colores de piel, ojos y religiones. Un país para la gente que vive allí, que cuida la tierra, las montañas y los arroyos.

Frente a esto, ellxs levantaron muros, puestos de control y alambre de espino. Apartheid significa separación en afrikaans. Cada comunidad aislada de las demás, no hay mezcla, no hay reunión.

Fuad expresa su desolación ante las acusaciones de antisemitismo dirigidas contra lxs palestinxs y sus partidarios. Le digo que durante nuestra estadía en Palestina no oímos el menor comentario antijudío, pero que, en mi región, en Bretaña, esto ocurre desgraciadamente con regularidad, al igual que los comentarios sobre árabes, gitanxs y negrxs. Desde el principio, el problema ha sido de nosotrxs, de lxs europexs. Está en la ideología racista y colonial. En la idea de que somos superiores y de que podemos decidir cómo se divide el mundo. En la obstinada negativa a afrontar los crímenes cometidos y la necesidad de reparación. Y en el “apoyo incondicional” de nuestros Estados a otro Estado, Israel, que perpetúa este modelo.  Es como si nos hubiéramos librado del crimen de la Shoah sobre lxs palestinxs, y ahora ellos fueran lxs culpables y nosotrxs, lxs europeos, quedáramos “exculpadxs” apoyando a Israel.

Fanny y yo le contamos a Fuad que, en los últimos meses, lo que nos ha dado un poco de esperanza es ver a todxs esos jóvenes movilizándose contra el genocidio de Gaza, y en particular el hecho de que muchos judíos participen muy activamente en este movimiento y se nieguen a permitir que se utilice el antisemitismo contra la resistencia palestina. Le mostramos la página web de la Unión Judía Francesa por la Paz (UJFP). Aghsan añade: “Sí, en Estados Unidos ocurre lo mismo con Jewish Voices for Peace”. Hablo de mi encuentro en febrero de 2024 con feministas judías antisionistas de Londres que, todos los viernes por la noche, organizaban un piquete de protesta ante la casa del embajador israelí en el Reino Unido. Fuad habla de su deseo de que se levante un movimiento mundial en defensa de los valores de la humanidad y la dignidad humana.  

Es hora de despedirse. Nos abrazamos. Es difícil no derramar una lágrima. Pero también nos reímos: “¡La próxima vez que vengamos, Palestina será libre y todxs juntxs iremos a visitar Jerusalén!”.

Carlos, Fanny y yo volvemos a pie al apartamento. Teníamos que intentar dormir un poco antes de la salida a las 22.00 horas. No estamos del todo tranquilos: varios amigxs que ya han estado en Palestina me han dicho que pasar por la aduana israelí es más difícil a la salida que a la entrada. Nos preparamos para un momento difícil. Tras una cena ligera, cerramos las maletas y echamos un último vistazo. Un taxi nos espera para llevarnos al aeropuerto. Dejamos Ramala por la noche.

El taxista es un palestino que vive en Jerusalén, por lo que puede tener un taxi con matrícula amarilla y entrar en territorio israelí. Yo voy sentada delante, y Fanny y Carlos, detrás. El conductor está bastante deprimido porque el día anterior las autoridades israelíes confiscaron su otro vehículo bajo un falso pretexto. No dice mucho. El puesto de control de Qalandia está cerrado. Suspira: “Bueno, otros 30 minutos…”. Tiene que tomar un desvío. Nos acercamos a otro puesto de control. El conductor nos dice que preparemos los pasaportes. Carlos se da cuenta de repente de que se ha dejado el suyo en un bolso en el maletero del coche. Dice: “No importa, bajaré a buscarlo”. El conductor: “No te muevas, quédate en el taxi, si sales te pueden disparar”. Disminuye la velocidad y los soldados le hacen señas para que se detenga. El conductor: “Quédense muy quietos”. Baja la ventanilla. El soldado le pide su documentación y me mira. Me pide el pasaporte y lo examina detenidamente. Me lo devuelve y nos hace señas para que sigamos. El conductor susurra: “¡No te han visto!”. Estaba muy oscuro, los cristales traseros del taxi estaban tintados, así que Carlos y Fanny pasaron desapercibidos. 

Llegamos al aeropuerto antes de medianoche. El vuelo de Fanny y mío es a las 5 de la mañana, el de Carlos incluso más tarde. Va a ser una larga espera.  

Fanny

En el aeropuerto de Tel Aviv nos sentimos intranquilxs. Teníamos la fuerte impresión de estar en el lado equivocado de la frontera. Además de estar tristes por haber dejado a nuestros amigxs, nos sentíamos completamente fuera de lugar.

Primer control antes de dejar las maletas. El personal es frío y agresivo. Me interroga un hombre muy desagradable que me hace una pregunta tras otra, y apenas tengo tiempo de responder con mi pobre inglés. Siento que se me acelera el corazón, el tipo está haciendo todo lo posible por aumentar la presión. Ve un sello marroquí en mi pasaporte e insiste: “¿Por qué Marruecos? ¿Con quién estás? ¿Tienes familia y amigxs en Marruecos? ¿Es marroquí la persona con la que viajabas? etc.” Pienso “Emmanuel, no es un nombre demasiado marroquí, ¿verdad?”. Intenté responder lo más estúpidamente posible, diciendo que Marruecos era barato para los franceses, que había sol, mar y océano, y que la comida era buena. 

Acaba poniendo una pegatina detrás de mi pasaporte. Es blanca, con un código de barras y muchos números. El de Morgan es rojo y más pequeño. Mierda, no tenemos el mismo, así empezamos…

Dejamos nuestras maletas en la bodega, la primera etapa ha terminado, no las han registrado, no han encontrado nuestras kufiyas, nuestras semillas UAWC y, sobre todo, nuestros cuadernos llenos de notas. Pasamos al segundo control.

Un anciano que habla francés con fluidez da la vuelta al pasaporte de Morgan para mirar la pegatina. Se sorprende al ver que yo no tengo el mismo y me dice que tengo que ir al fondo de la sala, a otro sitio. Es la única persona agradable y sonriente que hemos conocido desde que llegamos al aeropuerto, así que me da un poco de confianza, aunque la idea de separarme de Morgan me preocupa.

Por suerte, el joven que está allí para controlarme parece bastante inofensivo. Sonrío, soy ultra educada. Abre mi equipaje de mano y lo revisa todo, registrando cada bolsillo, comprobando todo con una herramienta especial. Localiza la Guía del Viajero “Israel-Palestina” que he comprado para hacer de turista ideal, pero no funciona. La referencia a “Palestina” no parecía calar. También encontró un paquete con el logotipo de la UAWC escrito en árabe. ¡Uf! Este se quedó en mis cosas cuando controlé rápidamente los bolsillos. Sentí que un sudor frío me recorría la espalda y me obligué a sonreír. Llamó a su superior. Ella me hace muchas preguntas y yo me pongo mi sombrero de turista ingenua, un poco simple, incapaz de hilvanar más de 3 palabras en inglés. Utiliza su teléfono para hacerme preguntas en francés. Como resultado, ni siquiera me molesto en contestarle hablando, sólo le enseño la reserva del hotel en Jerusalén y otras direcciones que tenía anotadas en mi teléfono.  Luego me señala el envoltorio de la UAWC, y le digo que es de un pequeño regalo que me hicieron en una tienda de Jerusalén. Ella empieza a hojear la Guía del Viajero, yo me encojo de hombros, sonrío estúpidamente, se me pasa. No voy a justificar el hecho de que la famosa guía turística francesa se haya atrevido a mencionar Palestina.

Sigo sonriendo, doy las gracias, aprieto los dientes y me voy, intentando actuar como si nada hubiera pasado.

Encuentro a Morgan, no pasa nada, lo más difícil ya ha pasado, ahora sólo queda esperar. Veo que un hombre se aparta, se quita los zapatos y se arrodilla para rezar. Instintivamente, miro a nuestro alrededor, temo por él. Creo que es valiente. Después de todo lo que hemos visto y oído, estoy en guardia, y Morgan y yo no podemos relajarnos. Estamos impacientes por despegar y abandonar Israel. Pronto nos reunimos con Carlos, para quien todo ha ido bien. ¡Uf! Última bromita con nuestro “loco” de la semana. Nos abrazamos y le deseamos un buen viaje.

Por fin subimos al avión.

Pero la incomodidad continúa en el avión. A la vuelta de los aseos, Morgan ve a un joven detrás de nosotrxs hojeando modelos de armas en su teléfono. Nos preguntamos en silencio cuánta gente del avión apoya al gobierno de Netanyahu, cuántos hacen la vista gorda ante lo que ocurre en Gaza y Cisjordania… Me repito una y otra vez “no generalices, no generalices”, pero es difícil no sospechar.

Me vienen a la cabeza las palabras de Fuad en nuestra última charla de manera informal: “Imagínate, somos animales para ellxs, no somos más que animales”. Las abyectas declaraciones del Ministro de Defensa israelí, Yoav Galant, sobre lxs palestinxs sonaban aún más escalofriantes en la voz de Fuad. Sentí dolor en sus ojos.

Además de tener claustrofobia y sentirme completamente atrapada, con la imposibilidad de mover las piernas en este avión de bajo coste, me siento como si llevara horas de apnea. Sueño con correr en el silencio y la belleza de mis montañas, lejos de los humanos.

Por fin llegamos a Praga. Y es casi delirante, como con Morgan, de repente nos sentimos tan ligeras. Te da la impresión de que todo el mundo sonríe y es agradable. Desayunamos y disfrutamos. Es como una repentina sensación de libertad.

El vuelo a París fue muy rápido, ahora que nos encontrábamos mejor. Llegamos a la gris y fría París, pero Anna, mi amiga que vive en el distrito 93, nos esperaba con los brazos abiertos y su pequeño coche amarillo. Ella es mi rayo de sol después de esta noche difícil. Anna será la primera en recibir nuestras impresiones, tenemos mucho de qué hablar. También se va a tomar la molestia de corregir las faltas de ortografía de este diario de viaje, con su generosidad y su amistad inquebrantable.

Le propuso a Morgan dejarla en la sede de la Confédération paysanne, en Bagnolet. Pensamos que sería una buena ocasión para despedirnos de Coralie, la empleada encargada de los asuntos internacionales, para quien era su último día en la Confédération y que había seguido de cerca nuestro viaje. Y además es miércoles, el día semanal en que se reúnen todos los secretarios nacionales. Vamos a darles una sorpresa.

El 104 de la calle Robespierre, en Bagnolet, es un poco como nuestra segunda casa. Llamamos a la puerta y la sorpresa surtió efecto. Abrazos, besos, lágrimas… Creo que lxs compañerxs de la “Conf” nacional estaban preocupadxs por nosotrxs, pero se nota el alivio y la felicidad del reencuentro. La “Conf” es realmente como una familia.

Resulta extraño dejar a Morgan después de todos estos días, emociones, discusiones e impresiones que hemos compartido juntas. Pero sabemos que el proyecto de escribir un diario para documentar nuestra estancia en Palestina nos volverá a unir, al menos por escrito. Además, tenemos mucho trabajo con LA Vía Campesina y no vamos a rendirnos.

Volvemos a casa cada una por su lado.

Me siento como si hubiera estado fuera mucho tiempo, ha sido tan denso e intenso. Tenía miedo de volver completamente deshecha, rota por lo que iba a ver, desesperada por la situación. Pero volví llena de rabia y de amor.

Me enamoré. Literalmente.

Me enamoré de Fuad, Sana, Aghsan y Tamam.

Me enamoré de Palestina.

Desde el 7 de octubre, mi enojo era inmenso, me envolvía a veces con ganas de explotar. Hoy, mi enojo se convierte en lucha. Y eso lo cambia todo cuando la lucha contra lo abominable se convierte también en una lucha por las personas que amas.

Poema de Rafeef Ziadah

Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.

Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada que no debía ir más allá de las citas breves y los límites de las palabras.

Hoy, mi cuerpo era una masacre televisada que se suponía no iba más allá de breves citas y los límites de las palabras, lo suficientemente llenas de estadísticas como para contrarrestar una respuesta mesurada.

Y yo perfeccioné mi inglés y aprendí mis resoluciones de la ONU.

Pero aún así me preguntó: “Señorita Ziadah, ¿no cree que todo se solucionaría si al menos dejaran de enseñar tanto odio a sus hijos?”.

Pausa.

He buscado dentro de mí la fuerza para ser paciente, pero la paciencia no está en la punta de mi lengua mientras lanzan bombas sobre Gaza.

La paciencia me ha abandonado.

Pausa. Sonrisa.

Nosotrxs enseñamos la vida, señor.

Rafeeh, no te olvides de sonreír.

Pausa.

Nosotrxs enseñamos la vida, señor.

Nosotrxs, lxs palestinxs, enseñamos la vida después de que hayan ocupado el último cielo.

Enseñamos la vida después de que hayan construido sus colonias y sus muros de apartheid, más allá del último cielo.

Nosotrxs enseñamos la vida, señor.

Pero, hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada destinada a no ir más allá de breves citas y límites de palabras.

“Y danos sólo una historia, una historia humana.

Verás, esto no se trata de política.

Sólo queremos hablarle a la gente de ti y de tu pueblo, así que cuéntanos una historia humana.

No mencione las palabras “apartheid” y “ocupación”.

No se trata de política.

Tienes que ayudarme, como periodista, a contar tu historia, que no es una historia política.”

Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.

“¿Qué tal si nos cuentas la historia de una mujer de Gaza que necesita medicinas?

¿O hablarnos acerca de ti?

¿Tienes suficientes huesos rotos en las extremidades como para cubrir el sol?

Pásame a tus muertos y dame una lista con sus nombres en no más de mil doscientas palabras”.

Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada supuestamente para no ir más allá de las breves citas y los límites de las palabras, sino para conmover a quienes se han insensibilizado ante la sangre terrorista.

Pero sintieron pena.

Sintieron lástima por el ganado de Gaza.

Y entonces les doy las resoluciones de la ONU y las estadísticas y condenamos, y deploramos, y rechazamos.

Y no se trata de dos bandos iguales: el ocupante y el ocupado.

Cien muertos, doscientos muertos, mil muertos.

Y entre este crimen de guerra y esta masacre, escupo palabras y sonrío sin “nada exótico”, “nada terrorista”.

Y cuento y cuento: cien muertos, mil muertos.

¿Hay alguien ahí fuera?

¿Habrá alguien escuchando?

Ojalá pudiera llorar sobre sus cuerpos.

Ojalá pudiera correr descalza a todos los campos de refugiados y coger a todos los niños en brazos, taparles los oídos para que nunca tengan que oír el sonido de las bombas el resto de sus vidas como yo.

Hoy mi cuerpo fue una masacre televisada

Y déjame decirte esto, nada más que esto. Nada, tus resoluciones de la ONU nunca han hecho nada al respecto.

Y ninguna de mis breves palabras, ninguna de las palabras que sacaré, y por mucho que mejore mi inglés, ninguna palabra, ninguna palabra, ninguna palabra, ninguna palabra les devolverá la vida.

Ninguna palabra lo hará.

Nosotrxs enseñamos la vida, señor.

Nosotrxs enseñamos la vida, señor.

Nosotrxs, lxs palestinxs, nos levantamos cada mañana para enseñar la vida al resto del mundo.

Nosotrxs enseñamos la vida, señor.

Esta entrada está disponible también en English y Français.

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  1. Parte 8 | Delegación de La Vía Campesina visitó Palestina en diciembre de 2024: Apuntes de sus diarios
  2. Parte 7 | Delegación de La Vía Campesina visitó Palestina en diciembre de 2024: Apuntes de sus diarios
  3. Parte 3 | Delegación de La Vía Campesina visitó Palestina en diciembre de 2024: notas de sus diarios
Etiquetas de la entrada: #ARNA#diarios de Palestina#Palestina#UAWC

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