Bernardo Mancano: MST 30 años, de tierra y comida

VI Congreso del MST – Brasil 10 al 14 de Febrero. 

Hace tres décadas de existencia del MST es un excelente indicador de la democracia brasilera. Movimientos campesinos no sobreviven a los regímenes dictatoriales. La existencia del campesinado solo es posible en las sociedades democráticas porque este sujeto político está constantemente reivindicando el derecho de ser él mismo, mientras el sistema político quiere transformarlo en trabajador asalariado. Al no aceptar este destino definido por el capitalismo, los campesinos son considerados subversivos.

El nacimiento del MST aconteció exactamente por esa razón. Campesinos expropiados por el proceso de modernización de la agricultura capitalista en las décadas de 1960 y 1970 se organizan para formar un movimiento para reivindicar el derecho a la tierra, el trabajo familiar para producir alimentos y vivir una vida digna con educación, salud, casa, o sea todos los derechos básicos.

Las Ligas Campesinas fueron extintas en el comienzo de la dictadura militar de 1964 porque reivindicaban esos derechos. El MST comenzó a formarse en la última etapa del régimen militar, a partir de 1978-1979 y nace en el florecer de la redemocratización, en enero de 1984.

Con diez años de edad, el MST ya era un movimiento nacional. Con menos de 20 años se tornó internacional componiendo la Vía Campesina. Con 30 años, él ve el tamaño de su desafío: continuar existiendo como un movimiento campesino en una sociedad capitalista globalizada.

Los desafíos del MST cambiaron en estas tres décadas. En su infancia, uno de sus mayores desafíos era enfrentar el latifundio. Ese desafío permanece y surgen otros. La formación del sistema agrícola-industrial-mercantil-financiero-tecnológico, denominado como agronegocio, paso a disputar los latifundios con los movimientos campesinos. La expansión de los commodieties, principalmente de “energéticas”, necesita de mucha tierra. El capital nacional y el internacional se unifican para controlar territorios y monopolizar el proceso productivo. Forman lobbies, determinan un modelo de desenvolvimiento agropecuario, controlan recursos naturales, económicos y políticos.

En su maduración, el MST fue construyendo su propio camino. Él no optó en participar del modelo hegemónico del agronegocio, de uso intensivo de agrotóxicos, la producción de transgénicos y de la monocultura, en el que algunas pocas familias vinculadas al MST están inseridas en este sistema. Esta inserción tiene demostrado que la relación campesino-agronegocio siempre es una relación desigual, de subordinación en la mejor de las hipótesis y la destrucción del campesino en la peor. Un ejemplo de este proceso de expropiación es el asentamiento Primavera en el municipio de Andradina (SP), donde la caña ya controla el 70% del territorio del asentamiento.

El MST tiene ayudado a construir el camino de la agroecología y de la comida saludable. La identidad territorial campesina es formada por la diversidad agropecuaria, por el trabajo familiar, producción en pequeña escala y aplicación de las tecnologías apropiadas a su modelo de desenvolvimiento. Poquísimos ingenieros agrónomos sabe cómo trabajar con su realidad.

Por esa razón el desafío del MST y de las instituciones que apoyan la agricultura saludable, de las personas que prefieren una comida buena, no industrializada, es expandir la agroecología en la lucha por la tierra y contra el agronegocio. La lucha por la tierra se tornó la lucha por la comida.

Ellas se tornan indisociables. Tenemos que pensar en eso cuando vamos a comprar nuestros próximos alimentos.

 

Bernardo Mancano Fernandes es profesor libre- docente de la Universidad Estadual de Sao Paulo (UNESP).